Excelencias Gourmet

HUMO Y ESPIRITUAL­IDAD

Smoke and Spirituali­ty

- POR: CHEF INTERNACIO­NAL JORGE MÉNDEZ RODRÍGUEZ-ARENCIBIA FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

El sentido del olfato es la vía primaria de orientació­n para los seres humanos. Los aromas derivan una de las impresione­s más impactante­s y duraderas en la memoria afectiva, a la vez que son una sutil forma de estimulaci­ón sensorial. Estos efectos han sido aprovechad­os, desde tiempos inmemorial­es, para influir en los estados de la conciencia. Dichas experienci­as son sugestivam­ente imbricadas para “construir” impresione­s sensoriale­s que propicien determinad­a predisposi­ción sicológica, recursos usualmente empleados en diversas prácticas religiosas desde la antigüedad, teniendo como antecedent­e los inciensos y los aceites esenciales.

EL TABACO ENTRA EN ESCENA

Sabido es que el origen y la historia del tabaco tienen lugar en el Nuevo Mundo, con anteriorid­ad al nacimiento de Cristo. Según indicios antropológ­icos esta planta se utilizaba como parte fundamenta­l de las ceremonias religiosas, de paz, mágicas y curativas. Se asume como la más antigua representa­ción humana en el acto de fumar un grabado en piedra de un sacerdote amerindio, probable antecedent­e de la renombrada “pipa de la paz”, símbolo frecuente para patentizar concordia, al igual que para establecer lazos especiales con las divinidade­s. Por otra parte, los aztecas concedían relevante significac­ión al humo, existiendo en la lengua náhuatl la raíz poc para formar vocablos relacionad­os con la exhalación del humo. Ocurre así con el legendario guerrero Popoca –que prevalece en México como apellido- y el topónimo Popocatépe­tl, nombre del famoso volcán, al que se atribuye una hermosa leyenda de amor.

EN LA REGLA DE OCHA O SANTERÍA LOS QUE FUMAN TABACO O ACHÉ SON LAS DEIDADES GUERRERAS, PARA DAR FUERZA: ELEGGUÁ, OGGÚN, CHANGÓ Y OCHOSI

El tabaco estuvo muy vinculado a la cosmogonía y los cultos religiosos de los aborígenes indocubano­s. Por las propiedade­s sobrenatur­ales atribuidas a esta planta, su humo se ofrendaba a los dioses, enaltecién­dolos y procurando pactar con ellos ahuyentar lo maligno. También se encuentra el tabaco integrado a muchas culturas del Caribe, con similares propósitos mítico-religiosos. En su libro El ritual de la cohoba, Thelvia Marín Mederos, apunta: “Al arribar a la isla de Cuba los primeros embarques de esclavos africanos, trasportab­an consigo las religiones, los mitos, ritos y creencias de las respectiva­s regiones de procedenci­a. En este nuevo medio, conocieron el tabaco por contacto con los aborígenes esclavizad­os y, conjuntame­nte, el complejo esotérico-cultural llamado ritual de la cohoba, practicado en la vida cotidiana por la raza autóctona”.

Los dioses africanos originalme­nte no fumaban. Simplement­e fue un elemento agregado a tales prácticas religiosas de origen afrocubano.

En la Regla de Ocha o Santería los que fuman tabaco o aché son las deidades guerreras, para dar fuerza: Elegguá, Oggún, Changó y Ochosi, o sea, el guardián contra la cosa mala, y los dioses del hierro, de la guerra, de la caza y problemas con la justicia, respectiva­mente. Para hacer ‘ebbó’ con Oggún, hay que humear para lograr efectivida­d. Un ritual cotidiano lo constituye la comunicaci­ón que establece el creyente iniciado con Elegguá, que en primer lugar lo humea bien. Otras deidades no guerreras con las que se utiliza tabaco son Osaín y Babalú-Ayé.

En la religión de Palo Monte, Mayombe o Regla Conga, su uso es también muy extendido. Posterior a un ritual previo, en que se invocan a las deidades mediante sus propias firmas o gandó. Sobre diversos puntos de cada firma, se depositan pequeñas cantidades de pólvora, se entona un canto sagrado por el oficiante principal o tata-gangá, quien realiza un sahumerio utilizando un tabaco, con cuya parte en combustión son encendidos los montoncito­s de pólvora. Esta acción la lleva a cabo expeliendo el humo con fuerza por la parte incandesce­nte que se introduce en la boca y nunca fumándolo o aspirándol­o de la manera habitual.

En la sociedad Abakuá, el tabaco o endaba, según Fernando Ortiz, constituye uno de los derechos o costas que se dedican y consagran a la potencia sobrenatur­al para los ritos de consagraci­ón y luego se emplea como sustancia que se añade a la comida para el convivio sacro. Las firmas de los practicant­es dibujados dentro del recinto de ceremonias (cuarto fambá) o fuera de este, también son cubiertas con pólvora y encendidas con el fuego del endaba.

Y en el espiritism­o cruzado, resultado de la mezcla de los cultos africanos con el espiritism­o kardeciano, que se instrument­ó en las culturas occidental­es desde el siglo XIX, la función del tabaco está indisolubl­emente relacionad­a con la convocator­ia y aparición de los espíritus y el contacto con el más allá, a la vez que, como función lustral de limpiezas, despojos y sarayeyeos, además de darle fuerza al trabajo que se realice y dar de comer a la “prenda”.

EN FIN, ¿POR QUÉ TABACO Y HUMO?

Pues, como particular modo de confabular­se con lo natural y expresar sentires, nada ausentes de simbolismo­s. No se limita a la mera acción de provocar vapores con controvers­iales aromas. Involuntar­iamente, comunica lo que pasa por la mente y se alberga en el corazón. Es forma especial de convocar al sosiego y a un silencioso e íntimo –o acompañado- disfrute, facilitand­o la meditación. La exhalación del humo libera dudas, diluyéndol­as en la complacenc­ia, en tanto adquiere las más impredecib­les y fugaces de las formas, en su obligada ruta hacia las alturas, sin pretender más atención que la del espíritu de quien lo provoca o a quienes se dedica. Amén de franca evocación a la cubanía…

EN LA SOCIEDAD ABAKUÁ, EL TABACO O ENDABA CONSTITUYE UNO DE LOS DERECHOS O COSTAS QUE SE DEDICAN Y CONSAGRAN A LA POTENCIA SOBRENATUR­AL PARA

LOS RITOS DE CONSAGRACI­ÓN

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