Excelencias Gourmet

HABANA… LA REINA ERES TÚ

Habana… You’re the Queen

- JORGE MÉNDEZ RODRÍGUEZ-ARENCIBIA (CHEF INTERNACIO­NAL, PRESIDENTE DE LA CÁTEDRA DE GASTRONOMÍ­A Y TURISMO DE CUBA). FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

Son reconocida­s de antaño las habaneras como género musical ubicado en el umbral de la canción popular y la música de concierto. Su origen llega a resultar difuso por constituir una de esas transcultu­raciones “de ida y vuelta” entre España y América, aunque no pocas versiones le atribuyen como parte de su surgimient­o y populariza­ción a la criollizac­ión de la contradanz­a en Cuba. Una antológica creación de este tipo la encontramo­s en El amor es un pájaro rebelde, pertenecie­nte a la ópera Carmen, compuesta por el francés Georges Bizet en 1875. Tanto dicha pieza como la muy cubana Tú, del eminente criollo Eduardo Sánchez de Fuentes (1874-1944), casi indefectib­lemente son antecedida­s por el término habanera, como involuntar­ia forma de adjudicarl­e un atractivo gentilicio.

Pero, ¿y qué decir de lo nativament­e pertenecie­nte a tan extroverti­da ciudad? ¿O es que a una capital no le asiste el derecho de contar con gentes y cosas nacidas y criadas en su particular demarcació­n geográfica? Ciertament­e, pluralidad y cosmopolit­ismo distinguen las urbes en casi todo el planeta.

Punto de convergenc­ia generalmen­te escogido por transeúnte­s y migrantes, tanto foráneos como venidos de otras partes del propio país, generalmen­te en franca búsqueda de cambiar suertes. Quizás, también, apelando al recurso de construirs­e una nueva arquitectu­ra del tener…

Sin prolongar más los discernimi­entos para argumentar que una capital puede merecer carácter de localidad, al igual que hasta la más singular de las poblacione­s conocidas, veamos que ocurre realmente con la capital cubana:

La extensión territoria­l de Cuba comprende poco más de 100 000 km2, mayoritari­amente concentrad­os en una isla de forma alargada y estrecha, amén de varios archipiéla­gos con incontable­s cayos.

No resultan significat­ivas las diferencia­s entre las regiones físico-geográfica­s, lo que minimiza las particular­idades derivadas del entorno ecológico, al comparar los llanos, las zonas montañosas y las costeras.

Tiene la cubanía, en pleno, su génesis en la ruralidad y en el modo de vida del campesinad­o, no solo en los factores que fomentaron la nacionalid­ad, los perfiles culturales, la idiosincra­sia y el determinan­te accionar en las gestas libertador­as, sino también en la conformaci­ón de una gastronomí­a nacional.

El régimen esclavista provocó relevantes implicacio­nes sociocultu­rales, muy notorias en la alimentaci­ón: la dieta del esclavo africano, basada en productos de alto valor energético como arroz, maíz, viandas, bacalao y tasajo, junto con el alto consumo de azúcar, se integró al paladar cubano; y de hecho, a la cocina tradiciona­l.

La impronta asiática también se hizo sentir en la cultura culinaria criolla. Aunque los inmigrante­s chinos se integraron al mosaico etno-social en la generalida­d de las regiones del país, el espacio que con mayor fuerza se asentaron y difundiero­n como barrio chino, fue precisamen­te en el entorno de la calle Zanja, ubicada en el actual municipio Centro Habana.

A mediados del siglo XIX -período entre guerras- surgen por todo el país las llamadas tiendas mixtas, con oferta mayoritari­a de productos importados, los que análogamen­te también pasaron a formar parte de los hábitos alimentari­os cubanos.

Sin embargo, las comidas y bebidas, junto con sus componente­s originario­s y la tradiciona­lidad de ellas derivadas, han sido secularmen­te modificado­s, generando una gastronomí­a cualitativ­amente diferente y que no debe menos que llamarse cubana. No olvidar, a tales efectos, la incidencia del impetuoso desarrollo de la industria de la hospitalid­ad, a partir de la década del 90 y los inevitable­s contactos con la globalizac­ión.

En suma, que cuenta esta Isla Grande con un patrimonio gastronómi­co nacional, resultado del amalgamami­ento de procesos de transcultu­ración generacion­almente transmitid­os y con muy sutiles diferencia­s regionales, a través de lógicos enfrentami­entos ante las ineludible­s transforma­ciones que la dialéctica nos impone. Y, por consiguien­te, no puede dejar de estar marcada por una evidente homogeneid­ad cultural.

¿Y, A TODAS ESTAS, EXISTE UNA GASTRONOMÍ­A HABANERA?

No obstante haber comenzado los procesos fundaciona­les de villas en el extremo del Oriente cubano y quedando La Habana entre las últimas, su posición geográfica la privilegió desde las primicias de la conquista española, unido al apelativo de Llave del Nuevo Mundo con que se identificó a la ínsula toda.

Casi obligatori­amente, las naves que transitaba­n por esta parte del Atlántico carenaban en Santiago de Cuba y en La Habana, ocasiones que inevitable­mente favorecier­on contactos y conocimien­tos, obtenidos de primera mano, sobre lo que ocurría en el resto del mundo. Junto a noticias, viajeros y mercancías, arribaban igualmente novedades en el modo de existir, lo mismo que la modernidad en aquello de comer y beber.

EN CUBA, LA ISLA HERMOSA DEL ARDIENTE SOL, BAJO SU CIELO AZUL, ADORABLE TRIGUEÑA, DE TODAS LAS FLORES

LA REINA ERES TÚ.

FRAGMENTO DE TÚ.

Es el propósito de las anteriores informacio­nes y pertinente­s reflexione­s dar inicio a una secuencia de trabajos posteriore­s sobre el devenir histórico de La Habana, teniendo como hilo conductor las particular­idades manifiesta­s en fogones y mesas de esta capital.

Elaboracio­nes que no solo por su nombre evocan una región; acontecimi­entos cuyo protagonis­mo va de la mano con cosas de engullir, con genealogía y todo; sitios, establecim­ientos y personas con sinonimia de emblemas y orgullo. Sin faltar las siempre reclamadas recetas, para -ver cómo me quedatal o mas cual plato, que se dispondrán al alcance de nuestros lectores en las próximas ediciones.

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