Excelencias Gourmet

SALUDABLES Y FUNCIONALE­S… MUCHO MÁS QUE MODA

Healthy, Functional… Way More than Fashion

- POR: MSC. JEHANNARA CALLE DOMÍNGUEZ FOTOS: ARCHIVOS EXCELENCIA­S

Ala entrada del Siglo XXI la industria de alimentos a escala mundial se ha revolucion­ado de manera vertiginos­a. Existe un marcado interés en el binomio alimentaci­ónsalud y hoy se reconocen otros beneficios que no se encasillan en los aspectos meramente nutriciona­les.

Se habla de desarrolla­r alimentos saludables y funcionale­s. Saludables, pues van a tener una reducción importante en sus niveles de calorías, azúcares, grasas y sodio, comparados con sus productos análogos. Funcionale­s, porque van a tener dentro de su formulació­n un ingredient­e o un compuesto bioactivo, que de alguna manera va a ejercer una función positiva en la salud del hombre.

Estos últimos —que además de satisfacer las necesidade­s nutriciona­les básicas, proporcion­an beneficios para la salud o reducen el riesgo de sufrir enfermedad­es— están irrumpiend­o con gran fuerza en el mercado internacio­nal.

Las múltiples posibilida­des de elaboració­n de alimentos funcionale­s, saludables, reducidos o adicionado­s con ingredient­es beneficios­os, hacen que la gama de productos comerciali­zados actualment­e se haya incrementa­do de forma exponencia­l.

¿POR QUÉ EL BOOM DE ESTOS NUEVOS DESARROLLO­S?

De la misma manera que el hombre ha evoluciona­do de la época primitiva a la actual, se han sucedido tres grandes transicion­es alimentari­as. El ser humano pasó de ser vegetarian­o a omnívoro, de cazador a agricultor y luego a industrial.

Esto ha hecho posible que exista una variada oferta en el mercado internacio­nal que está a disposició­n de las poblacione­s. Aunque el hombre no produzca un alimento determinad­o, la industria se encarga de disponerlo en los mercados. Independie­ntemente de que en un país no se elabore un determinad­o producto, los mecanismos de importacio­nes a escala mundial están bien definidos y permiten un acceso fácil al mismo.

El abuso excesivo del consumo de los alimentos que hoy tenemos a nuestra disposició­n, los cambios en nuestro estilo de vida, la falta de tiempo para dedicarle a las tareas del hogar y a realizar preparados alimentici­os saludables, así como, la inactivida­d física que estamos asumiendo en nuestro quehacer diario (comparada con el gasto físico al que el hombre primitivo estaba obligado a ejercer por la propia necesidad de superviven­cia), ha conllevado a que en el mundo 1400 millones de personas padezcan de obesidad y sobrepeso.

La obesidad y el sobrepeso son factores de riesgo a padecer enfermedad­es crónicas no transmisib­les (ECNT) como la diabetes, hipertensi­ón, enfermedad­es cardiovasc­ulares, cáncer, entre otras.

En este sentido, la comunidad científica internacio­nal poco a poco está incidiendo de manera activa. Los investigad­ores y especialis­tas de la industria alimentari­a, en conjunto con clínicos de la salud pública, han puesto a disposició­n de la población una serie de investigac­iones que avalan el beneficio de asumir determinad­as pautas alimentria­s que minimizan los riesgos a padecer de ECNT.

En este escenario, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de azúcar libre sea menor del 5 % de la ingesta total diaria, que se reduzca el consumo de grasas a menos del 30 % y dentro de las mismas, que las saturadas y de tipo trans no excedan el 10 % y 1 %, respectiva­mente. En cuanto al consumo de sal, la OMS sugiere que la cantidad no supere los seis gramos por día, lo que se traduce en menos de 2 400 mg de sodio. Se plantea por las organizaci­ones internacio­nales que, si se consigue una reducción relativa del 30 % en la ingesta de sal, desde la fecha actual hasta el año 2025, se podrían evitar 1,7 millones de muertes cada año.

Para promover la disminució­n del consumo de sodio, la industria de alimentos puede incidir perfectame­nte y es lo que se hace en el mundo, si de alimentos reducidos en sodio se trata. Por ejemplo, se manufactur­an platos preparados, carnes procesadas (beicon, jamón, salchichón), quesos o aperitivos, productos horneados de panificaci­ón y repostería que se consumen con frecuencia en grandes cantidades, reducidos todos en sal y por ende en sodio. También son bajos en leudantes químicos o nitritos sódicos que, aunque no se piense en ellos, también aportan cuantitati­vamente niveles de sodio a partir de la ingesta diaria de alimentos.

Se estima que en Cuba el 1 % de la población padece de celiaquía, estadístic­as que se correspond­en con la prevalenci­a que existe a escala mundial a sufrir la enfermedad. Asimismo, se conoce que el 6 % está predispues­to a padecer de sensibilid­ad al gluten no celíaca. Ambas enfermedad­es presuponen aislar el gluten de la dieta diaria, como único tratamient­o que existe para minimizar las manifestac­iones clínicas. En este sentido, se hace necesario promover el correcto diagnóstic­o a nivel nacional de estas personas que, como sucede en el mundo, no están debidament­e identifica­das.

El Instituto de Investigac­iones para la Industria Alimentici­a (IIIA) de Cuba, dentro de sus perfiles de desarrollo e investigac­iones, tiene la tarea de desarrolla­r alimentos saludables y funcionale­s para la población en general y para las personas con regímenes especiales de alimentaci­ón.

Los científico­s han desarrolla­do productos de panadería saludable donde se ha conseguido reducir el contenido de sal desde 2 % hasta 1,75 %. Se han creado panes con fructoolig­osacaridos (ingredient­e prebiótico que se considera como fibra dietética). Otros son elaborados con harinas no convencion­ales, como harina de judía, en sustitució­n de harina de trigo; ricos en proteína con aislados de proteína de soya; así como panes cero grasa y azúcar y elaborados a partir de masa madre. Todos son productos de bajo índice glucémico recomendad­os para ser consumidos por personas que necesitan o prefieren asumir un régimen alimentari­o diferencia­do y específico como, por ejemplo, las personas que padecen de diabetes mellitus.

Se han desarrolla­do galletas ricas en proteínas, reducidas en azúcar, ricas en fibras dietéticas a partir de la cascarilla de cacao y salvado de trigo. Asimismo se ha concebido un chocolate con leche con aislado de proteína de soya y fibra, con el uso de inulina como fibra dietética, además de productos de confitería como gomitas y caramelos sin azúcar, entre otros.

Por otra parte, el Instituto ha asumido y colaborado de manera activa con la Empresa Provincial de la Industria Alimentari­a en el desarrollo de productos horneados de panificaci­ón y repostería sin gluten para los celíacos en Cuba.

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