¿Cuándo caerán los pejes gordos?
Debo recrear a los jóvenes que en enero de 1960, Trujillo llenó las cárceles de presos políticos a partir de ser develado el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, organización clandestina de células conspirativas orientadas a socavar y derrocar el oprobioso régimen.
Si al trujillato le llegó entonces su “cuarto de hora”, en el presente puede haberle llegado al PLD, tras una conducta gubernamental de mal en peor durante décadas, saturando a la ciudadanía con burlas y mentiras, mientras acumulan asombrosas fortunas aquí y en el extranjero.
Pero luce haberse desbordado la copa de la paciencia ciudadana ante los casos Tucano y Odebrecht, entre otras expresiones del enriquecimiento ilícito.
Los funcionarios dicen que investigarán los escándalos “hasta las últimas consecuencias... caiga quien caiga”.
Pero aún no cae el primero. Un mexicano diría: “Pagarán por ello”.
¿Cuándo caerán los pejes gordos? Es una pregunta que no se satisface con el “bla, bla, bla” de los funcionarios y de las bocinas mediáticas.
El Gobierno y sus voceros hacen el ridículo cuantas veces se destapan con sandeces y cinismo para proteger a los corruptos dando largas a los procesos investigativos y sus dilatados enjuiciamientos.
La OTAN morada y demás instancias medulares del PLD se artillaron en su plataforma de “blindaje” mediante las altas cortes, y sus respectivos resortes, previendo que le harían falta al destaparse las maniobras dolosas en marcha desde 1996, cuando proclamaron “E Pa’lante que vamos”.
Aquel “camino bueno de sus ensueños” era acumular riquezas al vapor, complementado por el canto a la impunidad de “no tirar piedras hacia atrás”.
Las denuncias concretas de la corrupción de múltiple ensamblaje, pasan por el suicidio del Arq. David Rodríguez, cuya muerte sigue latente, mientras se evoca el acorralamiento criminal de que fue víctima.
En mayor volumen se crecen las deudas morales de los morados con el engavetado de cuantiosos expedientes para proteger a los “próceres” del “latrocinio siglo 21”.
Hoy 21 de enero evocamos los mártires del trujillato, con sus sueños por un futuro de dignidad. Pero reiteramos la pregunta: ¿en este siglo 21, cuándo caerán los pejes gordos de la corrupción?