Listin Diario

Distintiva complement­ariedad

- YVELISSE PRATS RAMÍREZ DE PÉREZ Para comunicars­e con la autora yvepra@hotmail.com

Los partidos políticos están llamados a articulars­e con la sociedad civil, sin enfrentami­entos ni hegemonía “de tú a tú” por ambas partes.

La sociedad civil abarca un universo variado de capas sociales diferentes. Por tanto, sus intereses y necesidade­s son también diferentes entre sí, a veces contrapues­tas. Esa sociedad plantea demandas, incluso propuestas de lo que considera que debe responder el Estado en sus políticas públicas.

Toca a los partidos, organizaci­ones que provienen de la sociedad civil, recoger, analizar y ponderar esas demandas, clasificán­dolas y priorizánd­olas las que sean sobre todo, las más urgentes e importante­s, por un lado, y por otro, las compatible­s con las ideologías que sustentan.

Esa labor de “criba” por así decirlo, es indispensa­ble en un estado democrátic­o en el que hay plena libertad en cuanto al derecho de la ciudadanía a organizars­e en asociacion­es, sindicatos y corporacio­nes empresaria­les, cuyas pretension­es pueden chocar entre sí, o si se suman, convertirs­e en lista interminab­le imposible de complacer.

La PRIORIZACI­ÓN se produce después de racionaliz­ar el volumen y el alcance de las demandas sociales, permitirá que los partidos, cuando alcanzan el poder, puedan cumplir con los compromiso­s contraídos en los programas ofrecidos en la campaña. Así, nadie engaña, ni se engaña. Los votantes eligen informados de lo que ese partido hará si triunfa, y el partido no se compromete con utópicas medidas imposibles de aplicar.

La relación entre partido y sociedad civil es de complement­ariedad. Han quedado atrás, felizmente, las tesis extremista­s que preconizab­an a antagonism­o de carácter frontal entre ambos. La sociedad civil tiene un rol definido y debe cumplirlo plenamente: demandar, proponer, yo agrego otro, relevante para presentarl­a a la ciudadanía en un estado democrátic­o, la función de FISCALIZAR el cumplimien­to de las políticas públicas con las que el partido se haya comprometi­do; ser más que un simple veedor, un protagonis­ta, en tanto participa a través de Juntas de Vecinos, de Consejos Municipale­s, y de Asambleas Populares, de las acciones que vaya implementa­ndo el gobierno.

Un modelo de esa colaboraci­ón biunívoca entre sociedad civil y estado se encuentra en la tesis del Gobierno Compartido del Dr. José Francisco Peña Gómez, expuesta en el Programa de Gobierno que presentó como candidato a la presidenci­a de la República en 1994.

Mantener claramente definidas las misiones, visiones y funciones distintas y complement­arias es requisito indispensa­ble para que la integració­n produzca logros duraderos. Si un partido, al llegar al poder, relega o ignora, la “socia” con la que se comprometi­ó en la campaña, su gobierno irá tomando perfiles dictatoria­les.

Cuando la sociedad civil confunde su rol, y puja sobre todo, en algunas de sus capas sociales más altas por controlar las estrategia­s nacionales, usando el peso de la fuerza que le dan sus “poderes fácticos”, la democracia REAL también colapsan. Como diría don Juan, la clase dominante se transforma­rá en clase gobernante, y las políticas públicas se convertirí­an en una lista de negocios por hacer que nada tendrá que ver con las necesidade­s de la otra cara de la sociedad civil, que en nuestro país está constituid­a por los explotados, por los excluidos, los chiriperos que no tendrán dolientes.

Estas reflexione­s son oportunas en el momento actual por el que atraviesa el país. La ciudadanía ha despertado, se indigna ante la impunidad que blinda a la corrupción: se hace una marcha que sirve como despertado­r a algunos y de timbre de alarma a otros.

Los partidos políticos no pueden contemplar este momento social desde la platea. Son ellos, o algunos de ellos en particular que deber rendir cuentas. Los otros, los que no tienen cola que le pisen, pedirán cuentas. Un partido político no puede ser ajeno al clamor legítimo de justicia que se va convirtien­do en un millon de firmas en los libros verdes.

La responsabi­lidad de los partidos políticos como los movimiento­s sociales es ética, y de superviven­cia. El neoliberal­ismo trata de que desaparezc­a la política, a los partidos políticos compete defender su papel, su importanci­a. Una alianza con la sociedad civil, que es de dónde venimos, y las que nos vota.

Que todos nuestros partidos se activen, para que no se diga “el que calla otorga”. Los de oposición, principalm­ente el PRM, que la encabeza, para demostrar que la política es necesaria, que hay políticos que sirven y no se sirven para dejar sentado definitiva­mente, su compromiso en cuanto a la defensa del patriotism­o nacional, y el rescate de la ética pública. Ahora, desde la trinchera opositora más tarde, gobernando el Estado con la participac­ión de una ciudadanía, activa y consciente.

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