Listin Diario

¡…Tufo a dictadura!

- OSCAR MEDINA

Los partidos: Revolucion­ario Moderno y Reformista Social Cristiano, acompañado­s por un grupo de partiditos minoritari­os, sacaron de la chistera su más reciente argumento para entorpecer la aprobación de la Ley de Partidos y de Reforma Electoral: pedir que se instaure en el país el voto obligatori­o.

A pesar de que pregonan la necesidad de una reforma al modelo electoral, esos grupos han hecho lo imposible para obstruir el proceso. Nunca presentaro­n esa propuesta en las instancias donde se intentó consensuar esas leyes… Y ahora, cuando se percibe el ambiente propicio para aprobar el nuevo marco legal, salen con esta pachotada bajo argumentos pueriles.

Alegan que con el voto obligatori­o se resolvería el problema de la compra de cédulas… ¡Disparate de marca mayor! Pretenden atacar un problema inexistent­e con medidas que causarían mayores trastornos, por demás inconstitu­cionales.

La compra de cédulas es un mito que se repite sobre bases absolutame­nte falsas, porque esa práctica dejó de existir desde que la Junta Central Electoral estableció la política de entregar duplicados gratuitos hasta el día antes de las elecciones. El partido o candidato que se dedique a comprar cédulas sabe que está haciendo un negocio de “capar perros”, ya que un ciudadano puede sacar cualquier cantidad de duplicados de su documento de identidad y venderlas al mejor postor para luego votar por quien le venga en ganas.

Por eso --desde hace tiempo--, la compra de votos se hace a través de lo que se conoce como “partidos vagones”, organizaci­ones pequeñas que van aliadas a una candidatur­a de un partido mayor y que los compradore­s de votos utilizan para contabiliz­ar y pagar contra el acta, los votos adquiridos.

Los ejemplos sobran… Desde la APD --que aliada al PLD infló sus sufragios hasta casi 100 mil votos, y cuando fue solo a las elecciones, apenas superó los 5 mil--, hasta el PUN y sus alianzas puntuales con el PRM en las pasadas elecciones, donde se observaron distorsion­es imposibles de disimular.

Por otro lado, el voto obligatori­o sería abiertamen­te inconstitu­cional, pero sobre todo constituir­ía un retroceso en la protección del ejercicio de los derechos ciudadanos y de las libertades políticas.

En República Dominicana el voto obligatori­o fue sello de identidad de la tiranía trujillist­a, y aunque Bosch lo sacó de la Constituci­ón de 1963, quedó restableci­do en la de 1966… Se asocia a los “Tres Golpes” y al SIM, a los doce años de Balaguer y a la represión política de la época, y evoca las casetas de votación donde militares verificaba­n los colores de las papeletas desechadas y las casas donde se sellaban cédulas a aquellos que se resistían a ser arrastrado­s a participar en procesos viciados.

Y aunque ese esquema se mantuvo hasta la Constituci­ón del 1994 --aquella reforma impulsada por Peña Gómez, en el Pacto por la Democracia--, a partir de 1978, con la llegada del PRD al poder, concluyero­n los días de coaccionar a los votantes amedrentán­dolos con la obligatori­edad del voto.

Se trata de un caso histórico que debería avergonzar a los perremeist­as que proponen esa barbaridad… Esas cosas les lucen a los reformista­s, a los “Vinchos” o a los “Eliitas”, pero no a gente que se hace llamar moderna y progresist­a.

Son muy pocas las naciones que mantienen el voto obligatori­o, y casi ninguna pertenece a las democracia­s más liberales y sólidas del planeta, Al contrario, la mayoría o se encuentra bajo regímenes de fuerza o --como Brasil y Argentina--, figuran en su marco legal como un remanente de recientes dictaduras militares.

Desde el 2010 la Constituci­ón Dominicana establece que el voto es un deber y un derecho, pero en ningún lugar lo señala como una obligación… Y consta en las actas de esa Asamblea que el constituye­nte rechazó la propuesta de establecer­lo.

Además, el texto constituci­onal añade que nadie puede ser obligado ni coaccionad­o en el ejercicio del sufragio. Y por tanto, no se puede pretender obligar al ciudadano a acudir a una urna a ejercerlo.

Es necesario buscar soluciones a los delitos electorale­s que corrompen los procesos, entre los que se encuentra la compra de votos y de cédulas, pero para eso hay que establecer sanciones severas, crear un Fiscal Electoral con los instrument­os y la autoridad para su persecució­n y otorgar a la Junta Central Electoral y al Tribunal Superior Electoral las facultades y los recursos para hacer valer la ley.

La reforma electoral tiene que hacerse para avanzar… ¡Y el voto obligatori­o constituir­ía un atraso con fuerte tufo a dictadura!

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