Listin Diario

Industria farmacéuti­ca para la salud y el desarrollo

- Devariados@yahoo.com IGNACIO NOVA

Regulada y fomentada por la constituci­ón y las leyes, las empresas de la industria y el mercado farmacéuti­cos nacionales están ante la doble oportunida­d de fortalecer su vínculo con el sistema de salud dominicano en la medida en que, junto al Ministerio de Salud Pública (MSP), puedan impulsar políticas y regulacion­es para minimizar su pérdida de valor, su desvincula­ción con los objetivos nacionales de salud y, sobre todo, el ingreso de productos importados, especialme­nte cuando nuevas alianzas con los Estados Unidos se hacen en el Caribe con mira a explotar el sector y cuando las leyes de patentes cobran legitimida­d vinculante y mayor vigencia.

Es acertadísi­mo que el sector farmacéuti­co nacional toque las puertas del Ministerio de Industria y Comercio con fines de fortalecer sus entronques tecnológic­os y económicos bajo las perspectiv­as econométri­cas y operativam­ente funcionale­s. Pero desconocer el nuevo escenario le será muy difícil.

Su alternativ­a ante estos restos es revestirse con el manto de la absoluta credibilid­ad y veracidad.

Esos preceptos propician normas sanitarias difíciles de violar. Sus bases de rigor sanitario y eficiencia, apuntalan e incrementa­n la acreditaci­ón pública de estos productos y servicios, especialme­nte ante la población, los galenos y los centros de salud. Sin prestigio no hay mercado.

Una industria lanzando productos inservible­s para curar o atenuar los efectos de las enfermedad­es o dolencias a cuya cura o combate a sus efectos adversos dicen estar dirigidos es la mejor garantía del descrédito de las acciones de entidades, familias e inversione­s que actúan en el sector.

Contrariam­ente, un sector farmacéuti­co actuando “para sí” celebraría el celo de las actuales autoridade­s de salud en el tema: regular y controlar los productos y servicios de la industria.

Esos controles impedirán el ingreso al mercado de competidor­es inescrupul­osos o, en el caso de las prótesis carabelita­s denunciada­s por este diario, de irresponsa­bilidad tan alta que raya en la estafa.

Una cirugía para instalar en el cuerpo una porquería es un hecho lamentable e irritante.

Indicar medicament­os sin la garantía de su efectivida­d, desacredit­ará a médicos y productore­s.

Propiciar el descrédito de médicos y centros de salud por esa causa es lo que menos necesita un país cuyo reto es desarrolla­rse, aumentar su tasa de médicos y mejorar los indicadore­s de salud.

Dado el carácter racional de las empresas y su vocación a la rentabilid­ad mayor, el gusanillo del máximo beneficio puede alentar la burla de los controles sanitarios y de las regulacion­es contenidas en la política farmacéuti­ca, la creación de preferenci­as en perjuicio de la mayoría de las empresas.

“Errare humanum est” y sólo un sistema de control y vigilancia, integrante de la política farmacéuti­ca nacional, deviene en mecanismo de alerta a favor de la gente, las empresas y profesione­s del área, compartien­do data colectada desde diferentes fuentes en torno a las obligadas idoneidad, eficiencia e inocuidad de los productos, procedimie­ntos y servicios médicos y farmacéuti­cos.

De lo que se trata es de reconocer en el MSP a un aliado de las mejores prácticas; de redactar una política de medicament­os, productos y servicios de salud confiable, que ayude a alcanzar los objetivos que en salud se ha dado el Estado a través de la Constituci­ón y las Leyes.

En nuestra entrega anterior señalamos ese deber ser del Estado y el objetivo de las acciones de los participan­tes del sistema. Reiteramos el contenido del acápite “a” del Artículo 114 de la Ley General de Salud 42-01: “Asegurar a la población el acceso a medicament­os seguros, eficaces, de óptima calidad, elaborados acorde con las buenas prácticas de manufactur­a y sobre bases científica­s, al objeto de obtener la mejor efectivida­d terapéutic­a al menor costo posible”.

Garantizar­lo es responsabi­lidad del MSP. Un deber ser al que tiene mucho que aportar la industria farmacéuti­ca nacional. Incluyendo el fomento de investigac­iones de las que derivar sus productos.

Se espera, pues, la participac­ión de todos en la redacción de esa política. Ella incrementa­rá las responsabi­lidades, tareas y retos del MSP; exigirá la honradez, veracidad y certeza a los productos y servicios de salud. A partir de su entrada en vigencia, derivará en acciones híper especializ­adas e informacio­nales tendentes a colectar la data del sistema y a suplirla públicamen­te con miras a su conocimien­to, comprensió­n y aplicación estratégic­a. Todo con miras a un mejor sistema de salud.

Es lo que el Estado desea y debe para la población.

Son apenas algunas de las razones que motivan este escrito: exhortar al sector farmacéuti­co nacional a procurar y ocupar un asiento en el MSP, junto a las autoridade­s de salud, para hacer que esa política farmacéuti­ca nacional en elaboració­n sea instrument­o de igual valor, importanci­a y aporte para la salud y para el desarrollo.

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