Listin Diario

La OEA patinó otra vez

- Alfredo Freites PUBLICA DE LUNES A VIERNES

La Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) acaba de dar otro patinazo con el caso de Venezuela. Sin importar los manejos, manipulaci­ones, presiones y chulerías, los gerifaltes de la entidad no lograron una condena al régimen del Nicolás Maduro en la Asamblea General celebrada en México. Nuevamente el organismo se retrata como una marioneta orientada hacia intereses que nada tienen que ver con la autodeterm­inación de los pueblos. Fue otro intento fallido. Los que están al frente no se percatan de que en algún sentido el mundo cam- bia. Hay intereses en pugna y cada quien hala para los propios. La solidarida­d venezolana cambió la correlació­n de fuerzas. Nadie con sano juicio se inclina para apoyar a maduro. Los reclamos de la oposición tienen espacio político. Hay una ensarta de precarieda­des que exudan justicia social. La vida en Venezuela no es color de rosa. Los dominicano­s lo vivimos diariament­e. Muchos hermanos de ese país tocan las puertas del apoyo en busca de una oportunida­d de mejoría.

Lo que pasa con Venezuela es algo reiterativ­o. Es ancestral. Nuestros aborígenes de allá vinieron. Es un vaivén. Somos tan venezolano­s como ellos dominicano­s. Nuestra historia está hermanada. En cada etapa de la lucha política lo que se ve ahora ha sido lo mismo que en el pasado.

Pero hay una variante. El mundo lo regula el comercio. Las mercancías son más importante­s que los ciudadanos. Tienen menos trabas los productos que los seres humanos. Es cruel, pero es la realidad. Si el petróleo estuviera por las nubes, Venezuela estaría boyante. Habría suministro­s de productos y todos felices. Pero no es así. Las crisis económicas son las mayores causas del divorcio. Los chichones de la carestía suben en la geografía bolivarian­a. Eso explica el aumento del descontent­o. Sin embargo, no creo que la OEA deba ser juez, fiscal y policía de la crisis. Esa destartala­da institució­n únicamente ha servido para cosas malas. La campaña contra el gobierno de Venezuela nunca la sostuvo contra Augusto Pinochet que derribó un gobierno constituci­onal; ni contra la dictadura militar argentina, por solo citar casos de atropellos a la democracia, en lo que fue excesiva la miopía. No mencionaré la invasión a República dominicana que en nombre de la OEA mató miles de ciudadanos. Venezuela merece la paz. Lo que procede es un diálogo entre las partes. Al régimen de Maduro no le queda mucho. Hay que respetar lo constituci­onal.

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