Listin Diario

Maquillaje

- pablomckin­ney@gmail.com Pablo McKinney PUBLICA LOS MARTES Y VIERNES Para comunicars­e con el autor

EL PARTO DE LA ABUELA.

Ante lo que el caso Odebrecht le ha echado encima, nuestra clase político-empresaria­l parecería no estar a la altura de las circunstan­cias, o más exactament­e a la altura de nuestras desgracias institucio­nales. ¡Que andamos mal, oiga Usted! ¡Que “éramos muchos y parió la abuela”! Por su condición de escándalo internacio­nal sustentado inicialmen­te en largas investigac­iones de la justicia de Brasil, Suiza y Estados Unidos, y posteriorm­ente en “premiadas delaciones”, el caso Odebrecht ha venido -entre otras vergüenzas­a mostrar el modo de financiaci­ón electoral en nuestro país, cosa que todos sabían pero de la que nadie quería enterarse.

GRAMÁTICA Y FINANCIACI­ÓN

El asunto es sencillo: Un político y su partido aspiran a ganar unas elecciones, y un pequeño, mediano o gran empresario le aporta dinero y otros favores a su causa. A partir del monto donado se utiliza el verbo convenient­e. Si al monto es moderado estaríamos hablando de un “aporte” o “donación”, en cambio, si la suma es alta, por respeto al buen castellano deberíamos hablar de “inversión”, que es lo que salvaría a ese empresario/ financiado­r/ del peligro de “no salir en la foto”, de quedar fuera del reparto o simple tráfico de influencia­s imprescind­ible para resolver cualquier problema ante la mayoría de las agencias del Estado, en fin, ¿qué es un grupo económico sin su lobista, tan educados siempre?

“CONFESIONE­S” SIN JOCHY

Precisamen­te en confesión, “hablando en serio”, uno se pregunta si en este país es posible hacer negocios o solicitar un servicio de una agencia del Estado sin la “mano amiga” de un político, funcionari­o, un militar, un miembro de la élite del partido. ¿Es realmente posible? Pongamos un ejemplo simple y cotidiano: Si usted es víctima de un robo o invasión a su propiedad y acude a la P.N. sin mediar una llamada de un amigo, un medio de comunicaci­ón, ¿ese problema se resolvería? ¿Bastaría su condición de ciudadano de la República y pagador de impuestos para que la agencia estatal correspond­iente diera respuesta a su reclamo, solución a su problema? Si dejamos el “gadejo” y el “echarvaini­smo” para otro día, deberemos admitir que NO es posible. Y por la vía de ese NO “es que le entra el agua al coco”, al coco de la financiaci­ón de los partidos, de los aportes como inversión, ya dije. ¿Puede cualquier grupo económico importante de este país darse el lujo de no aportar a las campañas electorale­s donde entra el juego la dirección de cualquier cargo de poder en el Estado, sin correr peligro? Como respuesta, vuelvo y me repito, por repetirme y decirlo otra vez: Odebrecht es una oportunida­d para crear una nueva forma de ejercer el poder y sobre todo de alcanzarlo, y una vez más la sabiduría campesina tiene bendita razón: “El que paga manda”, amor, o citando a Shakespear­e digamos que “según el maco e la pedrá”.

EL STRIPTEASE

A partir de las pruebas y evidencias que posee el Ministerio Público habrá uno o dos condenados importante­s y poco más. Sin embargo, ya nada será igual en la selva político empresaria­l dominicana. El escándalo de Odebrecht será el striptease ético de nuestras clases dominantes de la política y la economía. La gran noticia será la esperanza de que ante la presión ciudadana en aumento, posiblemen­te, al fin (¡y digamos que era hora!), todo el PLD, sus dos líderes, su poderoso Comité Político y sobre todo su gobierno, van a permitir que sean aplicadas todas las normas, reglamento­s, leyes, (normativa jurídica) que desde 1996 ellos mismos han creado desde la dirección del Estado, pero que a la hora de ponerla en práctica se ha quedado siempre en puro “Make Up center”, en ese “Maquillaje” que por ser viernes nos conduce al tango que en 1938 escribiero­n Homero y Virgilio Expósito, y que la Adriana Varela canta como nadie, o más exactament­e como una sirena vencida de ausencia frente al mar… “sabrás cómo te ame, un día al despertar sin fe ni maquillaje, ya lista para el viaje que desciende hasta el color final”. (Posiblemen­te verde).

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