Son líderes después de vivir dramáticas experiencias
Sandra Iris Santana, de 37 años, llegó referida a Hogar Crea Femenino del Centro de Rehabilitación Psicosocial, ubicado en el kilómetro 28 de la autopista Duarte, donde estuvo en tratamiento durante tres meses tras ser rescatada de las calles.
Ella comenzó a consumir cocaína a la edad de 14 años con un grupo de amigas y amigos en Boca Chica, zona turística donde desde esa edad ejercía la prostitución.
“Yo vivía en una pensión y salía con mis amigas en carros, íbamos a los hoteles, y así comencé a consumir”, indicó Santana, quien en medio de una crisis nerviosa fue llevada por el sistema de emergencias 911 a un hospital para recibir tratamiento psiquiátrico.
Santana tiene un mes en el Hogar Crea Femenino. Estuvo un tiempo en las calles alimentándose de lo que encontraba en los zafacones y durmiendo en las aceras.
Ella es uno de los tantos casos de Patología Dual debido a la adicción. Son aquellos pacientes usuarios de drogas que también padecen un trastorno mental.
Altagracia Féliz, de 56 años, es la directora del Hogar Crea Femenino ubicado en el kilómetro 6 de la carretera Sánchez, donde hay 20 mujeres que reciben tratamiento por adicción a las drogas, la más joven de apenas 13 años y la mayor de 81 años.
La de mayor edad es una dama que concluyó el programa y se ha quedado en la instalación apoyando a las demás residentes, mientras cuatro ya alcanzaron la categoría de reeducadas.
Féliz tiene 13 años como líder en la institución a la que ingresó por consumo de cocaína, adicción que la atrapó cuando a los 38 años viajó a Italia para hacer realidad el sueño americano desde Europa.
En esa nación llegó a laborar en un gimnasio y en una oficina de abogados, trabajos con los que ganaba buen dinero para enviar a su familia que dejó en República Dominicana buscando un mejor futuro.
“Cuando asistía a fiestas, yo tomaba vino, y un grupo de amigas consumían cocaína. Me decían que probara y siempre decía que no, hasta que un día depresiva porque me enteré que mi hijo de ocho años estaba enfermo, la probé”, precisó.
Féliz expresa que se dio cuenta que era depresiva cuando consumió la droga y de que venía arrastrando un trauma debido al abuso sexual por parte de un familiar que sufrió cuando era una niña de 9 años.
Desde que lo hizo se sintió avergonzada y asustada. “Le pedí a un amigo que me llevara al médico, porque mi conciencia me gritaba para qué hiciste eso”, dijo sobre esa primera experiencia que se tornó más dramática cuando se movió a España.
“Ahí fue que yo comencé a consumir droga de verdad”, refirió, pues cuenta que conoció a una persona que fue su pareja, un hombre muy amable y propietario de una red de supermercados, pero que “consumía droga como beber agua”.
Cuando el consumo se intensificó, ella comenzó a tener poco contacto con su familia y dejó de envitud viarles dinero a sus hijos. Una hija viajó para intentar traerla de regreso a su país, pero no lo logró.
Féliz tocó fondo cuando duró seis días corridos consumiendo droga y se dieron cuenta porque su hija prácticamente le tumbó la puerta de su habitación. “Yo sentía unos toquecitos en la puerta bien lejos, pero yo sabía que me estaba muriendo”, recuerda sobre ese momento en que se sintió como si estuviera en coma.
A partir de ese episodio regresó a su país y entró a un programa de tratamiento ambulatorio, pero continuó con el consumo, a un nivel tal que llegó a intercambiar joyas costosísimas que compró en Europa por apenas un gramo de cocaína.
Recuerda que tras una reunión familiar por la situación en que se encontraba, decide entonces internarse en Hogar Crea Femenino, que en ese entonces funcionaba en el sector Arroyo Hondo de la capital, donde pidió ingresar con escasas pertenencias.
“Yo hice mi tratamiento con cuatro pantalones, cuatro t-shirt y dos pares de tenis, porque tomé conciencia y terminé de hacer lo que debía hacer”, afirma sobre ese momento en que se dispuso a asumir el tratamiento con determinación.
Féliz tuvo una recaída, pero logró finalmente completar su tratamiento que ahora la ha llevado a ofrecer apoyo desde la posición de directora de ese hogar femenino a residentes que pasan por su mismo drama. “Hasta la fecha aquí estoy dando tratamiento a los demás, y también recibiendo, porque esto es una constante lucha, día tras día cuidando su enfermedad. Esto es para siempre”, añadió.
La orientadora refiere que las ideas de consumo suelen retornar, porque se trata de una enfermedad que está en el sistema nervioso central, pero lo importante es tener las herramientas para enfrentar los descontroles.
Sus grandes satisfacciones las expresa con una amplia sonrisa: Sus hijos viven orgullosa de ella y ahora pone su experiencia para recuperar a mujeres de la escla- de las drogas. “Tú sabes lo bueno que es tomar una muchacha de esas que vienen al Hogar con un descontrol, consumiendo drogas desde chiquita, con todos los abusos del mundo, tú te concentras en ella, la trabajas dentro del programa y la llevas a una reeducación, te sientes feliz”.
Hizo un llamado a las familias para que brinden apoyo a sus parientes que han caído en la adicción a las drogas, pues deben verlos como personas enfermas que requieren de amor y paciencia para lograr la recuperación total.
Reeducada supervisa hogares
Mientras, Jocelyn Puello, supervisora de los hogares femeninos, informó que cuentan con tres de ese tipo, dos en la capital y uno en la provincia Santiago. Ella también es una reeducada que logró superar el consumo de crack y cocaína, lo que comenzó a hacer en Estados Unidos, fruto de una depresión en que cayó por la muerte de su madre.
“Yo me veía como la oveja negra de la familia”, dice sobre el sentimiento de culpa que la embargó y la llevó a alejarse de sus parientes porque no quería que la vieran de esa manera.
No obstante, destacó que recibió mucho apoyo de su familia y, aunque también tuvo una recaída, ya lleva ocho meses en el hogar totalmente sobria y poniendo su experiencia al servicio de las mujeres residentes.