La ida de un grande
Helmut Josef Michael Kohl, mejor conocido como Helmut Kohl, fue un estadista alemán que luchó ampliamente no solo por la reunificación de su país, dividido en ese entonces entre la República Federal de Alemania (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA), controlada por los soviéticos, sino también por el sueño de una Europa unificada, lo que actualmente es la Unión Europea. Ocupando el puesto de canciller de la República Federal durante 16 años, formó parte de una época durante la cual el mundo reorganizó su geopolítica. Tras la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, con Michael Gorbachov a la cabeza y su perestroika, empezó a desmoronarse hasta convertirse en ese grupo de naciones que decidió independizarse de Moscú. Kohl jugó un papel importantísimo para impulsar sus ideales y lidió con los líderes internacionales, a saber, George Bush padre en Estados Unidos, Mijail Gorbachov en la Unión Soviética, Francois Mitterrand en Francia y Margaret Thatcher, en Reino Unido, de hecho opuesta en principio a la reunificación. Entendió, en opinión del periodista catalán Salvador Aragonés, que “la presencia alemana en la Alianza Atlántica (liderada por EE.UU.) era la manera de evitar otra guerra mundial en Europa por las disputas entra Alemania y Francia”. También observó que una unidad europea era el “antídoto más eficiente contra las tentaciones totalitarias en el viejo continente”. Kohl perdió los comicios del socialdemócrata Gerhard Schroeder en 1999. Católico, en medio de una nación protestante, fue el mentor de la actual canciller alemana, Angela Merkel, de Alemania del Este, la misma que le dejó solo luego que se descubriera que había financiado ilegalmente “con fondos de una petrolera francesa y la venta de carros de combate a Arabia Saudí”, a su partido. Un error imperdonable.
En el 2008 se cayó, perdió parte del habla y estaba parcialmente paralizado. Su última esposa, Maike Richter, lo aisló de su familia y de sus amigos. Un drama para un muy triste final.