Concursó en el Festival de Cine de Tribeca
(D’Alessandro), el primero un ex convicto dominicano deportado de Estados Unidos, y wel un italiano ex boxeador profesional cuya carrera quedó truncada luego de perder la visión de un ojo en un combate.
Entrenado y entrenador, dos “losers” que buscarán en el boxeo una oportunidad de redimirse, en esta que supone la primera película en la que Guzmán y Cárdenas abordan una historia ajena. Pero su mano está presente en la dirección y sobre todo en la parte visual. En ese sentido el manejo de la cámara, muchas veces en mano, algo que da un sentimiento de realidad en el espectador, algo que siempre ha acercado a sus obras de ficción al documental, y que sucede también en esta.
Ambos artistas de cine construyen en esta ocasión un universo urbano, cargado de la violencia (las escenas de peleas clandestinas), sin ponerle etiqueta a la ciudad y en el que la música urbana combina de manera efectiva con las imágenes.
En el aspecto actoral, la organicidad que mostró Algenis Pérez Sosa en “Sugar”, de Anna Boden y Ryan Fleck, de 2008, en la que hacía de un prospecto del béisbol de Grandes Ligas que es firmado por un equipo de Estados Unidos, la muestra aquí. Con silencios y gestos breves, Pérez construye un personaje que da peso, y que proyecta lo que vive Cisco por dentro.
En el otro extremo se encuentra Nichi, encarnado por D’Alessandro, y cuyo rol es introducido en paralelo al de Sosa, mostrando a un ludópata endeudado que verá la salida a sus deudas con Suárez, un hampón interpretado por el cada vez más socorrido Gerardo Mercedes “El Cuervo”.
Las películas ambientadas en el mundo deportivo realizadas en el país no han corrido con mucha suerte (ni siquiera con lo cercano que tiene la cultura nacional al béisbol) y en esta oportunidad, no sale mal parado, a pesar de que es la menor en la filmografía que ha realizado la pareja Guzmán/Cárdenas.
Esto porque la historia no tiene la contundencia que debiera por faltarle detalles que den mayores motivaciones a los personajes y porque lo que se cuenta no es tan importante como para tener el cierre que posee el filme.
Como toda película de boxeo que se precie de serlo, esta tiene una escena de pelea que vale todo el metraje. Un segmento que sobrecoge, gracias a la musicalización, la edición, la fotografía y el maquillaje. Un momento que va creciendo a medida que se van dando los golpes y que muestra una destreza importante a la hora poner en cuadro una escena de esta naturaleza. El mexicano Israel Cárdenas y la dominicana Laura Amelia Guzmán dirigen “Sambá”, una historia escrita por el italiano Ettore D’Alessandro, que representa su primera película con un guion ajeno.