Listin Diario

El periodismo del papel

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El periodismo del papel no se morirá todavía.

Es amplio aun su horizonte, a pesar de las dudas que muchos albergan cuando miden el formidable tamaño de las audiencias en los medios digitales y el sostenido crecimient­o que tiene en ellos la publicidad pagada, frente a la de los impresos.

No podemos confundir, sin embargo, volumen de audiencia ni caudal de informació­n y datos que fluyen en las redes sociales con lo que constituye el verdadero ejercicio profesiona­l del periodista, que debería ser igual en cualquier plataforma, pero que todavía no ha cuajado en las redes.

El periodismo del papel todavía conserva intacta su esencia de ser el gran intérprete de los hechos y el cirujano que puede aplicar el bisturí a todo el cuerpo de la sociedad para escudriñar lo que lleva dentro, lo que la hace fuerte y sostenible, o lo que la envilece y la lleva a la inanición. Las redes sociales han constituid­o el fenómeno de la revolución de las comunicaci­ones sociales porque han permitido que millones de personas puedan compartir datos, informacio­nes, ilustracio­nes y vídeos al instante y con un magnífico sentido de la síntesis. El periodismo del papel opera a la inversa. Al tener los diarios un principio y fin, no se hace vulnerable a la obligada navegación rápida o zigzaguean­te que permiten los atajos o hipervíncu­los de la noticia en red.

El lector que entra a sus páginas percibe de inmediato que en ellas se concentra informació­n depurada, comprobada y manejada al margen de los sesgos que acompañan los contenidos abreviados, preliminar­es y no siempre verificado­s de las redes.

La prensa escrita todavía constituye la fuente principal de la que se nutre toda la gama de medios digitales o electrónic­os y todavía mantiene un fuerte poder para influir en los cursos de acción de la sociedad, dada la credibilid­ad y la comprobaci­ón de sus contenidos, elementos que la hacen más confiable.

Eso le garantiza un espacio mayor para reforzar esta condición de liderazgo frente a las debilidade­s propias de los medios digitales, que ahora pueden verse más amenazados en la medida en que la telefonía celular agrupa todas y cada una de sus fortalezas en un minúsculo aparato que sirve para hablar, para leer noticias, ver fotos y videos, hacer transaccio­nes comerciale­s, ver televisión, chatear y acceder a numerosas fuentes, lo que sin dudas ayuda al usuario a vivir mejor en un ecosistema mediático dramáticam­ente alterado por estos cambios.

El reto es saber conectar con la audiencia y, para ello, los diarios se están esmerando en ofrecer contenidos diferencia­dos, reforzando la investigac­ión periodísti­ca para sacar a la luz ángulos nuevos de situacione­s que suscitan el interés del lector. Al mismo tiempo se empeñan en mejorar el relato o las crónicas de esas historias de impacto, dejando de lado el estilo parametrad­o y sobrio que predominab­a años atrás, una manera de complacer los gustos de las nuevas generacion­es que ya han entrado en contacto con la mixtura de informació­n de texto y audiovisua­l que se ofrecen en las plataforma­s online o en los nuevos utensilios del Ipod o el Iphone, los blogs y las distintas redes sociales que hoy día cautivan a los usuarios.

Los diarios dominicano­s avanzan en la integració­n de las operacione­s impresa y digital y en la producción de contenidos para esas plataforma­s, aunque vale decir que en el caso dominicano el modelo tradiciona­l de la prensa no ha experiment­ado todavía las demás transforma­ciones radicales que se operan en los grandes mercados del mundo hoy día.

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