Emisarios del Señor

A veces no entendemos el mensaje del Señor. Creemos que nos hace pasar por momentos difíciles para hacernos sufrir. Pero no es así. Por mucho dolor que nos cause la partida de un ser querido o cualquier otra situación en nuestra vida, Él tiene un plan perfecto con ello. Cuesta entenderlo, aceptarlo, y en mi caso, hasta escribirlo, pero es así. Esta reacción viene a historia porque hace nueve meses y algunos días se me partió el corazón al ver a una persona muy especial para mí, sufrir por la muerte de un hermano. Aunque no es una mujer de chispa, su semblante cambió y sus ojos evidenciaban una tristeza que cualquiera podía advertir. Sin embargo, como si en cuestión de segundos, el Todopoderoso la transportara a una ciudad fabulosa, la vida le cambió. Esa transformación tiene nombre: Dara. Es su primera nieta y pese a ser tan pequeña ha logrado grandes cosas en la vida de su abuela. La sonrisa volvió a resplandecer su bonito rostro, y las ganas de vivir se reflejan en cada uno de los detalles que toma en cuenta para dispensarle a la niña el más intenso cuidado. Siempre ha sido una mujer muy delicada, y de esa virtud está disfrutando la niña que acapara toda su atención. Dios la ha bendecido con un regalo al que apenas comienza a desatarle el lazo, pues conforme pasen los días, se dará cuenta de cuán inmensa es la gracia que el Señor le ha mandado a través de su princesa. Su caso es similar al de una pareja que perdió a su hijo de 14 años, y a quienes el Todopoderoso le regaló hace seis años a un nieto que se ha adueñado de su atención y de ese amor inmenso y puro que saben dar los abuelos. Nadie sustituye a nadie, es cierto. Lo que sí sucede es que hay alicientes divinos que ayudan a apaciguar cualquier dolor por duro que sea. Sé de otras dos personas que antes de ver partir a sus hijos, el Señor les había regalado dos princesitas que, aunque no ocupen sus respectivos lugares, sí han sabido llenar un poco ese vacío. Es que no importa que sea antes o después, el regalo siempre llega.