AMIGOS DESPIDEN A FULGENCIO ESPINAL
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Despedir para siempre a un amigo es momento triste, porque esa circunstancia nos coloca ante el misterio de los misterios: la muerte. La muerte es un hecho tan presente a nuestro alrededor como lo es la vida misma, y tiene la paradójica característica de que al mismo tiempo que nos deja un vacío, nos llena de pesadumbre.Un vacío es lo que se percibe con la partida de Fulgencio Espinal, muerto en forma tan inesperada, tan penosa, tan dolorosa. Sus compañeros perredeistas atraviesan la angustiosa pesadumbre de que ya no volverán a verlo, ni a compartir con él las inquietudes en las que coincidían en la vida y en las luchas políticas en las que estuvieron juntos por tantos años.A sus amigos nos agobia la pesadumbre de su pérdida, el pesar de aceptar su irremediable salida de este mundo y tener que llorar su muerte.Cuando pienso ahora en esta desconsoladora circunstancia, en las realidades políticas del presente, la figura del amigo que aparece en mi memoria es la del hombre que nunca renunció de sus principios en el Partido Revolucionario Dominicano al lado del doctor José Francisco Peña Gómez.Su conducta como dirigente político, como luchador por las libertades públicas y por la justicia social, caracterizó su vida en el PRD. Un pilar de su época Esa es la imagen que los perredeístas deben recordar de Fulgencio en la hora de su muerte para honrar su memoria de perredeísta integral, porque él fue un pilar en ese partido.Basta recordar que Fulgencio entró al perredeismo apenas dos meses después de que el PRD fuera instalado en el país, traído desde el exilio, donde fue fundado, siendo entonces un adolescente. Un adolescente que había abominado de la dictadura, que ardía con los deseos de servir al país y que sintonizaba con los ideales de libertad y de justicia que encarnaba el PRD.Fulgencio fue un amigo desde mi primera juventud, y fue de los primeros a quienes escuché hablar del PRD. Desde entonces jamás se separó de ese partido ni de su veneración a Peña Gómez.Compartí con él mis primeros años como periodista, él también como periodista y promotor de su partido. Y con su hermano Bolívar, publicista de tantísimos años, mantengo vínculos de amistad que se consolidan con el tiempo.Lo recuerdo primero en la lucha estudiantil pre universitaria y luego en la UASD como fundador del Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), apéndice del PRD.En la Revolución de 1965 combatió de forma gallarda en el Comando San Carlos, y se distinguió por su valor y arrojo en los enfrentamientos de los días 15 y 16 de junio frente al intento de avance de las tropas de intervención norteamericanas. Y luego, en el exilio Durante los años de su exilio, por la persecución política a que fue sometido a partir de 1986, Fulgencio pasó todo tipo de penurias, hasta hambre. A pesar de que se le acusó de enriquecerse con fondos públicos.Me correspondió verlo entonces en Madrid, y me confió que se estaba manteniendo precariamente cuidando a una pareja de ancianos mientras hacía maestría en la Complutense. Me apenó tener que meter la mano en mis exiguos bolsillos de la época para ayudar al amigo en apuros.Pese al abandono en que lo dejaron sus propios compañeros de partido --exceptuando a Miguel Vargas y a Peña Gómez--, Fulgencio Espinal nunca perdió la fe ni en el país, ni en la democracia, ni en el PRD.Su muerte trágica extingue uno de los más auténticos y genuinos viejos robles del perredeísmo.