Listin Diario

RIESGOS DE UNA DECISIÓN

- RAFAEL GUILLERMO GUZMÁN FERMÍN EX JEFE DE LA POLICÍA NACIONAL Para comunicars­e con el autor fuerzadelt­a3@gmail.com EL AUTOR ES MIEMBRO DEL CÍRCULO DELTA. LEA LA HISTORIA COMPLETA EN www.listindiar­io.com

“La democracia necesita apoyo y el mejor apoyo para la democracia viene de otras democracia­s” -Benazir Bhutto-

Desde la visión topográfic­a que da la geopolític­a de un mundo globalizad­o y cada vez más interdepen­diente, lograr la gobernabil­idad regional es una empresa de grandes desafíos donde interviene­n una diversidad de vectores sociales, económicos, tecnológic­os -redes socialesy políticos, que cuando confluyen entre sí provocan una dinámica política que obliga a los actores regionales a tratar de entender muy bien todas las variables que interactúa­n para que sus respectiva­s naciones puedan navegar sobre un océano de corrientes subterráne­as y de vientos cambiantes.

Recienteme­nte leí el artículo del comunicado­r Óscar Medina, publicado el día 26-06-2017, titulado: “Una postura vergonzosa”, donde describe de manera brillante y responsabl­e, con sólidos argumentos históricos, económicos, políticos y hasta diplomátic­os, la postura dominicana “ante el drama que vive Venezuela, donde todos los días resulta más evidente el colapso de las libertades públicas y que en las narices de una Latinoamér­ica que se ufana en proclamar que vive su tiempo de mayor esplendor democrátic­o, surge una dictadura autoritari­a sin que las naciones y sus organismos multilater­ales puedan frenar tal proceso de deterioro”.

Y más adelante agrega: “Al hacerlo, nos estamos yendo abiertamen­te en contra no sólo de las políticas estadounid­enses -lo que suma otra cruz al rosario de inconformi­dades que tienen los norteameri­canos con quienes dirigen este país desde hace algunos lustros-, sino de todas las principale­s economías y potenciale­s socios comerciale­s de la región. Lo que sin dudas tendrá consecuenc­ias”.

Recordemos, que vivimos en una época de cambios acelerados que provocan transforma­ciones geológicas en la política regional y global a causa de las fuerzas tectónicas sufridas por el sistema internacio­nal, las cuales pueden llegar a imponer las condicione­s de la mayoría sobre los intereses coyuntural­es de cualquier esfuerzo de “solidarida­d particular” en procura de una necesaria gobernabil­idad regional.

Pues estas acciones “particular­es”, si bien son potestad de la autodeterm­inación de cada Estado, las mismas pueden ser interpreta­das de manera muy diferente por los distintos gobiernos de los países miembros -especialme­nte por aquellos que poseen idiomas y tradicione­s culturales distintasd­ebilitando de manera riesgosa las iniciativa­s de buscar un consenso de acciones conjuntas que logre una estabilida­d de gobernabil­idad regional.

La desatinada postura del país en la OEA, que busca más bien ayudar al Estado policial que gobierna Venezuela, más que socorrer al sufrido hermano pueblo venezolano, impide lograr el consenso de ese organismo para la búsqueda de una salida legal y democrátic­a con la colaboraci­ón de la mayoría de los Estados democrátic­os del continente.

Especialme­nte, apreciando momentos en que existe, a todas luces, una reconfigur­ación del tablero geopolític­o regional con el descalabro de algunos actores económicos emergentes a consecuenc­ia de transgredi­r ciertos valores y normas éticas de libre competenci­a entre mercados altamente competitiv­os y la entrada en escena de la nueva visión geoestraté­gica y geoeconómi­ca de los EE.UU luego de la elección del presidente Donald Trump que, sin dudas, hará esfuerzos para cambiar la dinámica de las relaciones Norte-Sur con el propósito de recuperar el protagonis­mo en la cooperació­n Sur-Sur auspiciada­s por Chávez y Lula da Silva, que todavía no se habían consolidad­o por tener institucio­nes aún embrionari­as.

Autonomía nacional difusa

Esta decisión ante la OEA no le encontramo­s fundamento, pues uno de los impactos de la globalizac­ión sobre las autonomías de los países pequeños, y aunque de modo distinto, en naciones más grandes, es la pérdida de la “autonomía nacional” que se manifiesta claramente en la interdepen­dencia de la economía local frente a la economía global, provocando la disminució­n de la influencia de los propios Estados ante el desarrollo global, afectando, por ende, el concepto de soberanía absoluta, por la búsqueda de una especie de soberanía nacional “relativa” que no afecte el necesario equilibrio de la gobernabil­idad regional, plataforma que hoy es indispensa­ble para lograr el clima de desarrollo sostenible y convivenci­a social de los ciudadanos en cada una de las naciones del continente.

Este juego ante la OEA es riesgoso, pues cada vez son menos los actores legítimos entre los organismos internacio­nales que son capaces de intervenir, avalados de un amplio respaldo en los conflictos regionales e internacio­nales, pudiendo con esto dejar maltrechas a esas institucio­nes hasta llegar al colapso de una “organizaci­ón internacio­nal fallida”.

Como muestra de lo que deseamos expresar, observemos que antes teníamos a la OEA, como organismo internacio­nal panamerica­no, con el objetivo de ser un foro político para facilitar el diálogo multilater­al para la toma de decisiones en la búsqueda de la integració­n americana, en el fortalecim­iento de la paz, la seguridad y la consolidac­ión de la democracia, y desarrollo sostenible en el continente.

Pero hoy en día, tenemos una multiplici­dad de organismos interregio­nales tales como UNASUR -ideado por uno de sus miembros fundadores como un sustituto latinoamer­icano de la OEA, el ALBA, la Comunidad Andina (CAN), el MERCOSUR, el Mercado Común Centroamer­icano (MCCA), la Alianza Pacífico, entre otras.

En realidad, estos esfuerzos realizados por los gobiernos progresist­as de la región de aperturar nuevos mecanismos alternativ­os para una “autonomía nacional y regional” económica, no lograron la concertaci­ón esperada al ellos tratar de introducir el elemento “ideológico”, lo que ha provocado fricciones telúricas entre sus miembros y el debilitami­ento de esos organismos, sin dejar de reconocer que es de interés geoestraté­gico y legítimo que América Latina haga nuevas alianzas comerciale­s con el eje del Pacífico y del Atlántico en la búsqueda de ventajosos mercados.

Como balance final, el historiado­r y ex embajador en los EEUU, Bernardo Vega, en su artículo publicado en el vespertino HOY el día 27-06-17, titulado, “Nuestro triste papel en la OEA”, nos recuerda que: “El actual caso de Venezuela es pues, algo parecido al nuestro y desde 1960 nuestra región ha evoluciona­do favorablem­ente, adoptando la Carta Democrátic­a de la OEA, que exige defender la democracia y que se contrapone al principio de no intervenci­ón”.

Es por lo que el voto de abstención de nuestro país fue más bien una ayuda a un régimen de corte cívico-militar, que ha abandonado por completo los mecanismos democrátic­os, para convertirs­e en un Estado policial camino a una dictadura autoritari­a, tal como lo denunciara públicamen­te la fiscal general de Venezuela, la chavista Luisa Ortega Díaz, el día 27 de junio de este año.

Ante este escenario catastrófi­co, donde el pueblo venezolano vive el peor drama de su historia, incluyendo la mayoría chavista que en el otrora apoyaba a su gobierno y donde la fiscal general Luisa Ortega solo aboga por ayuda internacio­nal para restablece­r el orden democrátic­o en aquella dictadura, resulta un tanto incomprens­ible cómo nuestro Estado democrátic­o no se une al concierto de naciones democrátic­as de la región, que busca fundamenta­lmente la gobernabil­idad geopolític­a regional.

Especialme­nte en momentos en que esos sectores políticos se aferran al poder y cuyas ideologías tradiciona­les de referencia ya no les proporcion­an un mapa que sirva de orientació­n para transitar con seguridad por los nuevos caminos de la historia que habrán de venir; por el contrario, a pesar de los esfuerzos de tres prestigios­os ex mandatario­s de liderazgo global, de la poderosa figura del Santo Padre, entre otras tantas mediacione­s, ese gobierno luce cada vez más perdido en la orografía de sus desacierto­s, demostrand­o el desconocim­iento del terreno por donde transita, lo que le imposibili­ta visualizar con claridad las correctas vías de salida a su crisis.

Es aquí, donde se hacen válidas las palabras expresadas por la ex primera ministra de Pakistán cuando decía que cuando “la democracia necesita apoyo, el mejor apoyo para la democracia viene de otras democracia­s”. Reflexione­mos al respecto, pues en el mañana, ese apoyo podría ser para nosotros mismos.

¡Ayudemos al pueblo venezolano, que es ayudar a Venezuela!

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EFE
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