La trampa de Humala
AL EXCORONEL, EXPRESIDENTE e indígena peruano, y a su mujer, un juez acaba de ordenarle un año y seis meses de encierro, hasta que se conozca el juicio de fondo por haber recibido 3 millones de dólares de la Odebrecht para la campaña que lo llevó a la Presidencia, pero que aseguran no haberlos recibido. En la misma están Alejandro Toledo, que recibió 20 millones pero se fugó para Estados Unidos; y Alan García, por segunda vez. Ellos deberán responder por el origen y destino de esos fondos. Ollanta Humala era un buen prospecto de Presidente, pero se llevó de Vargas Llosa y de un par de canallitas más, y todo lo que le prometió a su pueblo, lo incumplió y comenzó a reprimir a los indígenas, a dar concesiones mineras al neoliberalismo, a tal extremo que su sucesor P.P. Kuczinsky, alega no tener fondos para los médicos, profesores y empleados del tren judicial, todos en huelga, mientras el trabajo informal llega al 75%. Cuando estalló aquí el escándalo de la Odebrecht, el presidente Medina juró el 27 febrero ante la Asamblea Nacional, que él había pagado a Joao Santana, para que le hiciera las dos campañas, que el gobierno viene estableciendo controles y que no pensaba proteger a nadie que apareciera en ese listado. De modo, pues, que la yerba verde está en boca de los jueces, no de Danilo. Si son rumiantes el pueblo lo sabrá, aunque hay grupos (que hacen creer que son millones), que andan movilizándose por los tribunales, para que sólo paguen los hijos de diablo: los peledeístas, pero bienes de ellos los consiguieron sudando la gota gorda. CUANDO hasta el presidente de facto de Brasil, Michel Temer, tiene como ocho acusaciones por corrupto (y la justicia a su favor), ni Joao Santana, ni su mujer, Mónica Moura, se han atrevido a mencionar a Danilo. Aparte de unos descerebrados de aquí, está demostrado que los juicios a Dilma Rousseff, y ahora Luiz Ignacio –Lula— da Silva, son políticos, pues no ha aparecido un solo papelito que los incrimine. Este escribano lo que opina es que los jueces deben ser serios, y que todos se rasquen con sus uñas; no las de la turba-multa. La turba no sabe hacer justicia.