Del conuco a la globalización
Aquella frustrada aventura en busca de especias en el Oriente que partiera desde el Puerto de Palos hace poco más de cinco siglos llevó a las tres naves que comandaba el Almirante italiano a un rumbo inesperado, hacia una Isla del occidente, empujadas estas por los no predecidos vientos huracanados de la temporada ciclónica de la época que hasta hoy todos conocemos y vivimos.
A su llegada, los aborígenes locales se alimentaban de manera orgánica a través de la caza y la pesca, el cultivo del maíz y la yuca, y unos pocos vicios como el tabaco, la hamaca y el areíto. En esencia estos colonizadores encuentran el conuco, una pequeña porción de terreno utilizada por los indígenas para el cultivo de productos agrícolas para su alimentación, sobre todo los víveres, el cual ha sobrevivido al día de hoy a pesar de la extinción de los mismos.
El proceso económico, tecnológico, político, social y cultural a escala mundial conocido como la Globalización que consiste en la comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sobre todo mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas, tal y como lo define Wikipedia, trae consigo los tratados de libre comercio entre diferentes regiones geográficas beneficiando como siempre en su gran mayoría a los grandes productores y exportadores, es decir, a las naciones más industrializadas, a las multinacionales.
En el ámbito alimenticio y por ende sanitario, ya que ambas cosas van de la mano, las naciones subdesarrolladas y con pobres mecanismos de fiscalización del control de calidad y a veces del contrabando, altera la canasta familiar de nuestros habitantes, aprovechándose las grandes mayorías, los menos pudientes, de los productos ofertados al menor precio por grandes cadenas de abastecimiento, sin preocuparse en lo más mínimo en la procedencia del producto, y mucho menos de su valor nutricional, lo que prima es cuánto se está ahorrando a corto plazo, en el día a día.
La gran mayoría de los pollos producidos en granja contienen arsénico. En los Estados Unidos se calcula que un 70% de estos contienen este químico que produce cáncer y es cuatro veces más venenoso que el mercurio. Como todos sabrán, las estadísticas no son el fuerte en la República Dominicana para poder nosotros determinar si es el 100% de la producción que lo contiene. Esto sin mencionar que al agua que ingieren dichas aves se les coloca un antioxidante llamado etoxiquina señalado tóxico por la FDA utilizado para aumentar el período de conservación de su carne evitando así su rápida descomposición.
La leche vacuna de procedencia conocida ya contiene de por sí las hormonas producidas por la vaca, tal como la IGF-1 para el rápido desarrollo de los terneros que pudieran desarrollar diversos tipos de cánceres o tumores en el humano en tiroides, huesos, riñones y las mamas. En una u otra proporción la hormona RGBH aplicada a estas para que produzcan más leche, lo que produce son más mastitis en dichos animales, requiriendo de mayor cantidad de antibióticos y en altas dosis, los cuales pasan a la leche que ingerimos, esto además del pesticida Hax aclorociclo hexano (HICH) usado para tratar los establos donde habitan estos animales.
Entonces sin esperarlo llega la leche clandestina, conocida en algunos ámbitos como a granel, sin nombres u orígenes ciertos la cual puede producir contaminación a quien la ingiere, y ni hablar con la que se ha demostrado ser formica molida que puede causar hasta emergencias quirúrgicas y perforaciones del tracto gastrointestinal.
Ya la carne roja, léase res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra, clasificada como 2A se asocia al desarrollo de câncer colorectal o câncer del colon.
Y el colmo de todos los colmos lo constituye el de la existencia del “arroz plástico”, cereal sin el cual no se concibe la comida de las 12 de los dominicanos, negando tajantemente Pro Consumidor la existencia del mismo en la República Dominicana, cual si tuviera conocimiento cabal de todo tipo de contrabando existente en el país.
El muy en la palestra ajo chino, el cual es fumigado con bromuro de metilo, una sustancia muy tóxica que puede dañar los sistemas respiratorio y nervioso central (el cerebro) pudiendo inclusive causar la muerte, sin olvidar su alto contenido en uranio, plomo y sulfatos, sustancias altamente tóxicas. No se concibe la cocina sin el ajo, el cual está presente en el 99% de los platos que elaboramos.
Entonces imaginemos el escenario cotidiano de la cocina criolla, la cual utiliza cada uno de estos productos en su día a día, lo que nos hace pensar tajantemente en el principio inglés de “Back to the basis” y remontarnos a los tiempos de la colonia, creando un conuco los que puedan, para suministrar alimentos de bajo riesgo a sus hogares, otros asistiendo a los mercados públicos de productos criollos producidos en áreas rurales, y ya los más pudientes comprando los costosos productos orgánicos que aparecen en los más exclusivos supermercados. De esta forma podremos postergar la fecha de aparición de la enfermedades atribuidas a los insumos utilizados en su producción. Las cifras alarmantes de los diferentes cánceres en los últimos años hablan por sí solas.
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