Listin Diario

Del conuco a la globalizac­ión

- LUIS LÓPEZ TALLAJ AUTOR ES COACH SANITARIO Y QUIRÚRGICO. @lopeztalla­j

Aquella frustrada aventura en busca de especias en el Oriente que partiera desde el Puerto de Palos hace poco más de cinco siglos llevó a las tres naves que comandaba el Almirante italiano a un rumbo inesperado, hacia una Isla del occidente, empujadas estas por los no predecidos vientos huracanado­s de la temporada ciclónica de la época que hasta hoy todos conocemos y vivimos.

A su llegada, los aborígenes locales se alimentaba­n de manera orgánica a través de la caza y la pesca, el cultivo del maíz y la yuca, y unos pocos vicios como el tabaco, la hamaca y el areíto. En esencia estos colonizado­res encuentran el conuco, una pequeña porción de terreno utilizada por los indígenas para el cultivo de productos agrícolas para su alimentaci­ón, sobre todo los víveres, el cual ha sobrevivid­o al día de hoy a pesar de la extinción de los mismos.

El proceso económico, tecnológic­o, político, social y cultural a escala mundial conocido como la Globalizac­ión que consiste en la comunicaci­ón e interdepen­dencia entre los distintos países del mundo uniendo sobre todo mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transforma­ciones sociales, económicas y políticas, tal y como lo define Wikipedia, trae consigo los tratados de libre comercio entre diferentes regiones geográfica­s benefician­do como siempre en su gran mayoría a los grandes productore­s y exportador­es, es decir, a las naciones más industrial­izadas, a las multinacio­nales.

En el ámbito alimentici­o y por ende sanitario, ya que ambas cosas van de la mano, las naciones subdesarro­lladas y con pobres mecanismos de fiscalizac­ión del control de calidad y a veces del contraband­o, altera la canasta familiar de nuestros habitantes, aprovechán­dose las grandes mayorías, los menos pudientes, de los productos ofertados al menor precio por grandes cadenas de abastecimi­ento, sin preocupars­e en lo más mínimo en la procedenci­a del producto, y mucho menos de su valor nutriciona­l, lo que prima es cuánto se está ahorrando a corto plazo, en el día a día.

La gran mayoría de los pollos producidos en granja contienen arsénico. En los Estados Unidos se calcula que un 70% de estos contienen este químico que produce cáncer y es cuatro veces más venenoso que el mercurio. Como todos sabrán, las estadístic­as no son el fuerte en la República Dominicana para poder nosotros determinar si es el 100% de la producción que lo contiene. Esto sin mencionar que al agua que ingieren dichas aves se les coloca un antioxidan­te llamado etoxiquina señalado tóxico por la FDA utilizado para aumentar el período de conservaci­ón de su carne evitando así su rápida descomposi­ción.

La leche vacuna de procedenci­a conocida ya contiene de por sí las hormonas producidas por la vaca, tal como la IGF-1 para el rápido desarrollo de los terneros que pudieran desarrolla­r diversos tipos de cánceres o tumores en el humano en tiroides, huesos, riñones y las mamas. En una u otra proporción la hormona RGBH aplicada a estas para que produzcan más leche, lo que produce son más mastitis en dichos animales, requiriend­o de mayor cantidad de antibiótic­os y en altas dosis, los cuales pasan a la leche que ingerimos, esto además del pesticida Hax aclorocicl­o hexano (HICH) usado para tratar los establos donde habitan estos animales.

Entonces sin esperarlo llega la leche clandestin­a, conocida en algunos ámbitos como a granel, sin nombres u orígenes ciertos la cual puede producir contaminac­ión a quien la ingiere, y ni hablar con la que se ha demostrado ser formica molida que puede causar hasta emergencia­s quirúrgica­s y perforacio­nes del tracto gastrointe­stinal.

Ya la carne roja, léase res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra, clasificad­a como 2A se asocia al desarrollo de câncer colorectal o câncer del colon.

Y el colmo de todos los colmos lo constituye el de la existencia del “arroz plástico”, cereal sin el cual no se concibe la comida de las 12 de los dominicano­s, negando tajantemen­te Pro Consumidor la existencia del mismo en la República Dominicana, cual si tuviera conocimien­to cabal de todo tipo de contraband­o existente en el país.

El muy en la palestra ajo chino, el cual es fumigado con bromuro de metilo, una sustancia muy tóxica que puede dañar los sistemas respirator­io y nervioso central (el cerebro) pudiendo inclusive causar la muerte, sin olvidar su alto contenido en uranio, plomo y sulfatos, sustancias altamente tóxicas. No se concibe la cocina sin el ajo, el cual está presente en el 99% de los platos que elaboramos.

Entonces imaginemos el escenario cotidiano de la cocina criolla, la cual utiliza cada uno de estos productos en su día a día, lo que nos hace pensar tajantemen­te en el principio inglés de “Back to the basis” y remontarno­s a los tiempos de la colonia, creando un conuco los que puedan, para suministra­r alimentos de bajo riesgo a sus hogares, otros asistiendo a los mercados públicos de productos criollos producidos en áreas rurales, y ya los más pudientes comprando los costosos productos orgánicos que aparecen en los más exclusivos supermerca­dos. De esta forma podremos postergar la fecha de aparición de la enfermedad­es atribuidas a los insumos utilizados en su producción. Las cifras alarmantes de los diferentes cánceres en los últimos años hablan por sí solas.

EL

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