PATERNIDAD EN CRISIS
¿A quiénes se puede llamar, legítimamente, padres verdaderos? Porque mañana es el Día del Padre y alguna razón debería existir para que este sea un auténtico día de celebraciones, aunque sean escasos los convidados. Padres verdaderos son aquellos hombres que, al formar familia, engendran, crían, protegen, educan y aman a sus hijos. Entre ellos caben otros que, sin serlos de modo biológico, llenan elocuentemente este papel, prodigando en sus hijastros las bondades que siempre se esperan y corresponden al buen padre. Opuestos a los padres verdaderos se encuentran aquellos que, en abrumadora mayoría en nuestro país, eligieron el camino fácil y desvergonzado de la irresponsabilidad, embarazando y abandonando a madres solteras y dejando a la suerte de Dios a sus criaturas. ¿Cuántos niños y adolescentes han nacido o se han criado sin conocer a sus padres, sin sentir el amor, el calor y el acompañamiento de estos en los decisivos tramos de sus vidas? La paternidad irresponsable no se concreta solo en un abandono de estos deberes, antes o después del nacimiento de la criatura engendrada, sino en la claudicación en que incurren aquellos padres que, teniendo el deber de educar y modelar a sus hijos para que sean buenos ciudadanos y buenos familiares, se hacen los desentendidos. Aquí, muchos padres han renunciado a esa responsabilidad. Han tirado la toalla del paternalismo y han perdido la autoridad para tal ejercicio.
Se han estacionado en las veredas de la vida, dejando que sus hijos tomen los atajos que llevan a la perdición, al irrespeto hacia sus progenitores, hacia el maestro o hacia la autoridad y también hacia los valores de la sociedad, que los consideran obsoletos, tostados.
Por eso el Día del Padre, que es mañana, es ocasión válida para que la sociedad sienta el orgullo de tener hombres , aunque ya en franca minoría, que han sabido cumplir con los mandatos del Creador y han asumido con firmeza, con dignidad y con autoridad la tarea de formar ciudadanos verdaderos, que es lo que necesitamos ante tantas degradaciones e incertidumbres. ¡Felicidades a ellos y que Dios bendiga sus vidas!