Listin Diario

¡Serás hombre, hijo mío!

- PABLO CLASE HIJO

Escritor británico, premio Nobel de Literatura (1907), Rudyard Kipling, dio una acertada definición de lo que es realmente un hombre. En su poema titulado “Si…” comunica su ferviente convicción en la entusiasta exclamació­n final: “¡Serás hombre, hijo mío!”.

Esa afirmación envuelve su aspiración hacia el auténtico carácter humano. Los versos tienden a exaltar la medida moral, las cualidades internas y lo honorable. Firmeza, valentía, el dominio propio y el equilibrio constituye­n los rasgos esenciales de la masculinid­ad, y sus mejores atributos no son los del bravucón, de pelo en pecho, que no teme a nada ni a nadie y que maltrata a la mujer, sino los de personas cuyo carácter se funda en principios que dirigen sus acciones.

El poema de Kipling, casi íntegro, dice: “Si puedes estar firme, cuando en tu derredor todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza; si, cuando dudan todos, fías en tu valor y al mismo tiempo sabes excusar su flaqueza;/…Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley y los tratas lo mismo, como a dos impostores; /…Si puedes mantener en la ruda pelea alerta el pensamient­o y el músculo tirante, para emplearlos cuando en ti todo flaquea menos la voluntad, que dice ‘adelante’;/ si entre la turba das a la virtud abrigo;/ si, marchando con reyes, del orgullo has triunfado;/…si puedes llenar los preciosos minutos con sesenta segundos de combate bravío,/ tuya es la tierra y todos sus codiciosos frutos;/ y lo que más importa: ¡Serás hombre, hijo mío!”.

Ser hombre, entonces, es una cuestión moral, ética y religiosa. Es vivir por principio. Por eso Pilatos tuvo el acierto de referirse a Jesús con estas palabras: “He aquí el hombre”. Hoy que asistimos a la más crítica inversión de valores que ha padecido la humanidad, es más necesario el consejo del apóstol Pablo, exhortándo­nos a cumplir nuestro papel en la vida con honor, a ser fuertes, a ser hombres: “Portaos varonilmen­te y esforzaos”.

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