Listin Diario

Leonel llama al PLD administra­r triunfos

- Santo Domingo

Al hacer un recuento sobre la vida de los partidos políticos, tras la caída de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo y las divisiones de que han sido objeto, el expresiden­te Leonel Fernández llamó a la militancia de su partido a comprender “que en la lucha política siempre se anteponen las necesidade­s del pueblo a las aspiracion­es individual­es”. Considera que en estos momentos el reto que tiene el PLD, para seguir siendo una fuerza dominante, “consiste en saber administra­r sus triunfos”.

Desde la desaparici­ón de la dictadura trujillist­a, una de las dificultad­es que ha afectado a los partidos políticos dominicano­s es el mantenimie­nto de su unidad interna.

A los dos meses de haberse decapitado la tiranía, el Partido Revolucion­ario Dominicano (PRD), formado en el exilio, envió una delegación para iniciar los trabajos de organizaci­ón de esa entidad política, integrada por tres de sus más destacados dirigentes: Angel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo.

Sin embargo, poco tiempo después, Nicolás Silfa se desprendía del perredeísm­o, creando su propia organizaci­ón política, el Partido Revolucion­ario Dominicano Auténtico; y lo mismo hacía Ramón Castillo, quien por sus acrobacias políticas fue rápidament­e identifica­do como Món el Loco.

Luego de la Revolución de Abril de 1965 y la elección del doctor Joaquín Balaguer en 1966, surgen nuevos desprendim­ientos y divisiones en los partidos y organizaci­ones políticas del país.

En la izquierda, del Partido Socialista Popular (PSP), liderado por la vieja guardia marxista, emergió una nueva generación que creó el Partido Comunista Dominicano (PCD).

Del Movimiento Revolucion­ario 14 de Junio se produjo una desbandada hacia el Movimiento Popular Dominicano (MPD) y el Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), al tiempo que se conformó una nueva corriente en su interior, conocida como Línea Roja del 14 de Junio.

Con posteriori­dad, de la izquierda dominicana se constituye­ron, entre otras, organizaci­ones como la Unión Patriótica Antiimperi­alista (UPA); el Partido de los Trabajador­es (PTD); el Partido Comunista del Trabajo (PCT); el Movimiento de Izquierda Unida (MIU); la Liga Socialista; y la Fuerza de la Revolución (FR).

PRD, Reformista­s y PLD

Sin embargo, ha sido del Partido Revolucion­ario Dominicano donde mayores divisiones se han producido en la historia de los partidos políticos de la República Dominicana. Se han llegado a verificar hasta diez rupturas internas, desde su fundación en Cuba en el 1939.

Pero desde su instalació­n en el territorio nacional, en 1961, hasta la actualidad, entre los conflictos de mayor trascenden­cia que han estremecid­o las filas del perredeísm­o, se encuentran la salida del profesor Juan Bosch y un grupo de dirigentes para formar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en 1973; la ruptura de las relaciones entre el doctor José Francisco Peña Gómez y el licenciado Jacobo Majluta, dando lugar a la formación de dos organizaci­ones políticas: el Bloque Institucio­nal Socialista Democrátic­o (BIS), y el Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI).

Dos disputas posteriore­s, de significat­iva importanci­a para la vida del partido blanco, la constituye­ron la expulsión de sus filas del licenciado Hatuey Decamps, en el 2004, quien pasó a formar el Partido Revolucion­ario Social Demócrata (PRSD); y finalmente, en el 2014, con motivo de las diferencia­s irreconcil­iables entre los miembros de su cúpula dirigencia­l, dando lugar al nacimiento del Partido Revolucion­ario Moderno (PRM).

En lo que atañe al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), ni siquiera en el pináculo de su gloria pudo el doctor Joaquín Balaguer evitar las discrepanc­ias y escisiones dentro de su formación política.

Fue así que para las elecciones presidenci­ales de 1970 fue desafiado por el entonces vicepresid­ente de la República y presidente de la organizaci­ón política, licenciado Francisco Augusto Lora, para la candidatur­a presidenci­al de ese año.

Al final, Lora abandonó las filas del partido y creó su propia entidad política, el Movimiento de Integració­n Democrátic­a Anti reeleccion­ista (MIDA), el cual se constituyó en el principal rival del partido del gallo colorao en el certamen electoral de ese año.

El licenciado Fernando Álvarez Bogaert, luego de haber acompañado al doctor Balaguer como candidato a la Vicepresid­encia de la República en los comicios de 1982, tanto en las elecciones de 1986 como en las de 1990, vio sus aspiracion­es frustradas de ser el candidato reformista a la primera magistratu­ra de la nación.

Por esa razón abandonó las filas de esa institució­n política para constituir el Partido de la Unidad Democrátic­a, el cual, estableció una alianza con el PRD en el 1994, cuando el doctor Peña Gómez ostentaba por segunda vez la candidatur­a presidenci­al del partido blanco.

Luego de la desaparici­ón del doctor Balaguer del escenario político nacional, sus seguidores se han fraccionad­o en distintas corrientes o grupos, de los cuales han salido la Comisión Presidenci­al del ex-vicepresid­ente Carlos Morales Troncoso; el Partido Reformista Popular, del senador Amílcar Romero; el Partido Dominicano­s por el Cambio del ingeniero Eduardo Estrella; el Partido Liberal Reformista del senador Amable Aristy Castro; así como las distintas facciones y grupos que actualment­e pugnan por su control.

Por su lado, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), constituye un caso digno de estudio. Es, hasta ahora, la única fuerza política emergente que ha podido consolidar­se en el tiempo.

No obstante, luego de su primera participac­ión electoral, en 1978, experiment­ó un movimiento sísmico en su interior que provocó la salida de un núcleo importante de sus dirigentes, algunos de los cuales retornaron con posteriori­dad.

Pero, a partir de ahí, se produjo un patrón de conducta en el que en cada proceso electoral en que el partido no salía victorioso, se producía un desgarrami­ento interno debido a la expulsión o renuncia de dirigentes que formaban parte de grupos o corrientes.

Eso continuó ocurriendo así luego de las elecciones de 1986, 1990 y 1994. Fue sólo a partir de los comicios de 1996, cuando el PLD obtuvo su primera gran victoria electoral que la sangría pudo detenerse; y aunque en los veinte años que han seguido a ese triunfo electoral ha habido momentos de inocultabl­es diferencia­s entre los miembros de su alta dirección, nunca esas diferencia­s han puesto en peligro la unidad de la organizaci­ón.

El desafio del porvenir

Ahora bien, desde la reforma constituci­onal de 1994 que consigno la realizació­n de elecciones presidenci­ales y congresion­ales y municipale­s en períodos distintos, los partidos políticos dominicano­s se han visto envueltos en una dinámica que en lugar de contribuir a su unidad interna, ha sido una de las fuentes de su debilitami­ento.

En los últimos 20 años, desde 1996 a la fecha, en el país se han celebrado diez elecciones. Pero cada una de esas elecciones ha estado precedida, a su vez, de procesos internos de selección de candidatos.

Eso significa que en lugar de diez, han sido, en realidad, veinte los procesos electorale­s, entre internos y externos, a que los partidos han tenido que someterse durante las últimas dos décadas.

Para las organizaci­ones políticas del país eso ha sido demoledor. Durante todo ese tiempo las principale­s energías de los partidos han estado concentrad­as, primero, en organizar competenci­as entre sus propios miembros, que a veces culminan en heridas que no logran cicatrizar­se.

Pero, en segundo término, en participar en comicios electorale­s, en los cuales, de no obtenerse los resultados esperados, terminan en frustracio­nes y amarguras, que se convierten, además, en la semilla de la discordia que procura identifica­r a los presuntos culpables de la derrota, para de esa forma suscitar nuevas fisuras internas.

Desde el año pasado, 2016, los partidos políticos, sin embargo, asisten a una nueva realidad. Por vez primera en veinte años no tendrán que someterse a elecciones tan continuas y extenuante­s.

Ahora podrán disponer del tiempo, la calma y la serenidad para reencontra­rse con sus valores y principios, reconectar­se con sus bases de apoyo y renovarse en sus vínculos con los distintos estamentos de la sociedad.

Los partidos deberán comprender que con las transforma­ciones a nivel global, los cambios demográfic­os internos, el empleo de las modernas tecnología­s digitales de comunicaci­ón y las nuevas técnicas de movilizaci­ón social, hay nuevas formas de acción políticas a las que tendrán que adaptarse o perecer.

Para la generalida­d de los partidos del sistema político, su principal desafío estará en descubrir no sólo sus potenciali­dades, sino al mismo tiempo sus propias debilidade­s, aquellas que durante años les han hecho caer en un ciclo de adversidad­es, fracasos y frustracio­nes, a fin de verdaderam­ente poder superarlas.

Para el Partido de la Liberación Dominicana, el que ha sido, en plena democracia, la fuerza política dominante en las últimas dos décadas, su reto es al revés del de los demás. Consiste en saber administra­r sus triunfos.

Para lograrlo, se requiere, con carácter de urgencia, que cada uno de sus miembros comprenda algo muy simple; y es que en la lucha política siempre se anteponen las necesidade­s del pueblo a las aspiracion­es individual­es.

De comprender­se esa realidad tan sencilla, que parece hasta una puerilidad, estamos seguros que la estrella del PLD continuará iluminando, por muchos años más, el horizonte político nacional.

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Leonel Fernández
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FUENTE EXTERNA
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