Nunca es momento, pero ahora menos
La semana pasada me enteré por los distintos medios de comunicación del desacierto del partido oficialista de hablar de reelección en un momento tan inoportuno. No lo puedo negar, me enfureció el tema. Sé que a muchos de ustedes también. De inmediato me apresuré a llenar los puntos suspensivos de esta imprudencia. Lo primero que vino a mi mente fue: “A nosotros que nos importa que hablen de impunidad”, “gran cosa que hagan manifestaciones”, y lo que es peor: “No es con votos que se gana es con cuarto”. De verdad que creo que es un dislate tocar ese tema a una población que está airada y dispuesta a reclamar sus derechos a cómo dé lugar. Mi amiga Clara me habló lo mismo, y coincidimos en hacer un llamado a la prudencia para evitar caldear los ánimos en momentos en que la población tiene tanta tensión, y por si fuera poco, con el pendiente de adquirir en estos días los costosos útiles escolares. Juntas fuimos a una ciudad fabulosa donde los partidos políticos son solo segmentos de la sociedad, no los ‘mandamás’ del lugar. Allí está prohibida la reelección. Su Carta Magna es intocable, y solo se altera si lo decide el pueblo. Investigamos sobre si los gobernantes repiten mandatos y las respuestas fueron contundentes: “No”. Tienen muchas razones para no permitirlo, pues ello garantiza la solidez de su democracia y el buen manejo de la cosa pública. En aquella ciudad fabulosa, los que gobiernen bien quedan en el buen recuerdo de sus habitantes, quienes lo hacen mal reciben su castigo de acuerdo a sus fallos. El respeto impera entre gobierno, partidos y población. Nadie pasa por encima del sentir de las masas y mucho menos si se trata de un tema con el que la gente no esté de acuerdo. Con mucha tristeza, Clara y yo regresamos a nuestro país, donde el espinoso tema de la reelección tiene a más de uno al borde de la histeria y la desesperación porque ahora menos que nunca es momento para eso.