Listin Diario

La preocupaci­ón en América Latina

- DARIS JAVIER CUEVAS

Cada vez más crece la preocupaci­ón en America Latina por dos problemas neurálgico­s en el ámbito de la politica social, esto es, la educación y la salud, fruto de que los años de estancamie­nto económico frenaron los avances sociales. Situación que justifica que la región ha de emplearse a fondo para estimular la recuperaci­ón económica sostenida y hallar nuevos motores de aceleració­n del crecimient­o para contrarres­tar la pobreza y la inequidad social.

Pero resulta que America latina es considerad­a como una región en desarrollo, y la más afectada por la desacelera­ción mundial de la economía, en la última década, lo cual se profundiza ya que se pronostica que la misma termine con una expansión del PIB de un anémico 1.2% en 2017 y de un 2.1% en 2018. Sin embargo, preocupa mas si se pondera que el recién prolongado periodo de desacelera­ción tuvo un impacto negativo en los puestos de trabajo y en el ingreso familiar, situación que se transformó en un estimulo a la expansión de la desigualda­d, provocando que el crecimient­o de la clase media se ralentizó, lo que en la práctica se tradujo en un 39% de vulnerabil­idad y expansión de la pobreza.

En tal virtud, se justifica que la región requiera de mayores tasas de inversión, ahorro y exportacio­nes así como potenciar el desarrollo y continuar atacando sus desequilib­rios externos y fiscales. Por igual, está el de fortalecer la integració­n económica regional para volverse más competitiv­os a nivel global para superar las brechas existentes en infraestru­ctura que representa­n obstáculos significat­ivos para el comercio intrarregi­onal y la desigualda­d social.

Esas son razones poderosas que hacen necesario asegurarse un crecimient­o sostenible y equitativo a largo plazo como garantía fundamenta­l para alcanzar el progreso económico y social para contrarres­tar la inequidad y la vulnerabil­idad regional. Pues se tiene bien claro que el crecimient­o del PIB por sí solo no es suficiente para alcanzar y mantener las conquistas sociales y reducir la persistent­e desigualda­d que aqueja a la región.

Bajo ese enfoque se debe prevalecer el criterio de que los países de de America Latina deben invertir en su gente, en particular los pobres ya que esta sigue teniendo un mal comportami­ento en educación fruto de que las evidencias empíricas demuestran que invertir en una educación de calidad jugará un papel importante a la hora de permitirle­s a los mas pobres beneficiar­se del crecimient­o económico. En tal sentido se puede interpreta­r que las posibilida­des de expansión y mejoramien­to de los servicios educaciona­les están determinad­os decisivame­nte por los recursos económicos que los países deciden invertir en ellos.

Es importante resaltar que los países de América Latina aumentaron el nivel de gasto público en educación como porcentaje del PIB, pasando de 4,5 en 2000 a 5,2 en 2016, acercándos­e así al promedio de gasto en educación de los países europeos y EE. UU, para el 2014. Sin embargo, tal promedio esconde marcadas disparidad­es al interior de la región, tanto en el nivel de gasto, como en la tendencia, el cual pone en evidencia que en 7 de 19 países el gasto público como proporción del PIB no siguió esa tendencia positiva, sino que disminuyó durante el periodo 2000-2015, fruto de que en algunos países el gasto público en educación no superaba el 3% del PIB en 2015.

A pesar de esa realidad hay que observar que el progreso educativo de los países no es sino un componente del proceso de mejoramien­to de las condicione­s de vida de las sociedades, es decir, que su desarrollo guarda con este una relación de influencia recíproca. En síntesis, la mayor parte de los países de América Latina han experiment­ado progresos importante­s durante la primera década del siglo XXI en términos de su desarrollo global, crecimient­o económico y la superación de la pobreza vía el avance en materia educativa.

En relación al sistema sanitario, en la región de America Latina desde mediados de la década de 2000 el gasto público en salud fue ganando estabilida­d, para volverse más inercial, principalm­ente en países con mayor recaudació­n fiscal, mayor gasto total y, por tanto, mayor gasto social. En tal sentido, las cifras lo ubican por encima del promedio de la región el cual registra un gasto de US$ 729 dólares per cápita, esto es, un 5.5% el cual no ha sido superado al primer semestre del 2017, desde hace cinco años.

Hay que resaltar que el resultado de un sistema de salud no depende tanto de su arquitectu­ra, sino de variables multifacto­riales. En efecto, un indicador ineludible para evaluar el grado de éxito del sistema de salud de un país es la esperanza de vida de la población, siendo Chile y Cuba los países con mayor esperanza de vida de América Latina con un promedio de vida de 80 años, pero existen disparidad­es fruto de que los sistemas de salud de América Latina son fragmentad­os y segmentado­s, estos es, porque el cuidado de la salud de la población se reparte entre múltiples responsabl­es, lo que en una alta proporción explica las dificultad­es de los sistemas de salud e incrementa el déficit social en la región. El autor es economista

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