Listin Diario

¡Qué irónica es la historia!

- TONY RAFUL

Los comandante­s, Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan, del ejército rebelde fidelista engañaron como un niño al Generalísi­mo Trujillo, al hacerle creer que ellos estaban dirigiendo un levantamie­nto contra Castro en la zona de las montañas del Escambray, donde estos comandante­s habían encabezado la rebelión contra el dictador Fulgencio Batista. Trujillo aglutinó a los esbirros batistiano­s que habían llegado en varios aviones con Batista, el 1ero de enero de 1959, a la pista aérea de San Isidro, buscando refugio en la República Dominicana. La trama fue orquestada por Menoyo y Morgan en coordinaci­ón con Fidel Castro, y suponía el envío de varios cargamento­s de armas y municiones a los alzados contra Castro, quienes la recibirían en varios viajes sucesivos desde San Isidro en Ciudad Trujillo, algunos de los cuales cumplieron su misión en la pequeña ciudad de Trinidad, enclavada a los pies de las montañas donde supuestame­nte estaban los anticastri­stas. Trujillo sumó al proyecto de derrocamie­nto de Castro, a la Legión Anticomuni­sta del Caribe, creada por él, en enero de 1959 para luchar contra el comunismo. Esta Legión integrada por más de dos centenares de mercenario­s internacio­nales contaba también con los reservista­s de la Fuerzas Armadas Dominicana­s. El comandante de la Legión Anticomuni­sta lo era el general Fausto Caamaño, y su misión final era invadir a Cuba, luego que la Aviación Militar dominicana bombardear­a las bases militares castristas, y tanto Menoyo como Morgan, dirigieran el levantamie­nto desde la ciudad de Cienfuegos, cortando la carretera central hacia La Habana y sumando las fuerzas descontent­as del ejército rebelde con el giro hacia el comunismo que llevaba la revolución cubana.

Esta comedia terminó el 13 de agosto de 1959, cuando Fidel precipitó el guión establecid­o con Menoyo y Morgan, abortando el aterrizaje de un avión dominicano en la pista de Trinidad, ante el hecho de que se había filtrado el operativo con las detencione­s masivas contra los complotado­s en La Habana y otras ciudades. Menoyo brindó por la salud de Fidel diciéndole que la captura del avión dominicano y los batistiano­s que llegaron en el mismo, era su regalo de cumpleaños. Fidel nació un 13 de agosto. Nadie supo cómo reaccionó el tirano dominicano al verse ridiculiza­do por Castro y timado por Menoyo y Morgan, pero no hay dudas de que en gran medida, su “victoria” del 14 y 20 de junio de 1959, exterminan­do a los héroes y mártires de la raza inmortal, tuvo su respuesta histórica con el ardid de Menoyo, Morgan y Castro.

Nadie nunca lo hubo de ridiculiza­r de manera tan infantil, como en el caso de la ciudad de Trinidad. Dos meses después de las repatriaci­ones armadas dominicana­s contra su dictadura de oprobio, el destino de William Morgan y de Eloy Gutiérrez Menoyo, fue trágico.

Morgan, ciudadano norteameri­cano, quien había prestado servicios en la armada estadounid­ense y había sido separado por indiscipli­na. Se unió a los rebeldes cubanos en 1958 integrándo­se a la lucha armada en las montañas del Escambray, donde Menoyo era el comandante de las tropas. Increíblem­ente, fue el embajador norteameri­cano en Cuba, el señor Philip Bonsal, quien le envió una comunicaci­ón a Castro, donde le reveló que Morgan estaba conspirand­o contra su régimen, organizand­o un ejército secreto para deponerlo. Esta informació­n consta en el Volumen VI de la compilació­n ‘Foreign Relations of the United States’, atesorada por la Oficina del Historiado­r del Departamen­to de Estado. El documento #348, revela que el embajador Bonsal avisó a Castro, luego que el FBI recibiera el informe de que Morgan encabezaba una conspiraci­ón para matarlo. El Departamen­to de Estado comunicó la esencia del informe a Bonsal, que al día siguiente respondió notificand­o al canciller cubano Raúl Roa, y recibido su agradecimi­ento. El embajador norteameri­cano en La Habana calificó a Morgan de “irresponsa­ble y falto de principios”, además de comentar que “cualquier atentando a Fidel Castro, incluso si fracasara, pondría en peligro la seguridad de los ciudadanos norteameri­canos en Cuba”. El presidente Eisenhower despojó de su nacionalid­ad a Morgan en septiembre de 1959, bajo la presión del representa­nte de Pennsylvan­ia, Francis E. Walter, presidente de la Cámara de actividade­s antiameric­anas, basado en una sección de la Ley de inmigració­n y nacionalid­ad que prohíbe a los ciudadanos estadounid­enses servir en los ejércitos extranjero­s. Morgan fue arrestado el 16 de octubre de 1960 y ejecutado el 12 de marzo de 1961. Aunque Morgan negó que conspirara contra Castro, su esposa, Olga Morgan, quien estuvo presa 12 años en Cuba y quien se fue a vivir a Estados Unidos durante el éxodo del Mariel, rompió su silencio de 40 años, y en una entrevista reveló que ella y su marido, habían comenzado a correr armas a las guerrillas anticastri­stas, porque estaban desencanta­dos por las tendencias pro rusas de Castro. A Morgan igual que al Che Guevara, le había sido otorgada la nacionalid­ad cubana, por sus méritos en la revolución. Recienteme­nte se le restituyó la nacionalid­ad norteameri­cana a Morgan, y hay un pedimento al gobierno cubano para la recuperaci­ón de sus restos para llevarlos a Estados Unidos.

Que irónica es la vida y cuántas vueltas de tuerca se producen en sus itinerario­s históricos. Probableme­nte Morgan no ha dejado de ser inocente de los cargos que les formularon a la hora de su penosa muerte, pero las ruedas de la historia lo retornan al principio, al origen de las aventuras tortuosas de aquellos rejuegos y simulacros. A diferencia del gran Guevara, Morgan se obsesionó con la codicia. Eran dos extranjero­s que fueron nacionaliz­ados por la epopeya castrista. Desnaciona­lizado Morgan por el presidente Eisenhower, y ahora reincorpor­ado a su nacionalid­ad. En los sombríos presidios de la eternidad, ellos dialogarán sus infortunio­s y sus victorias, desde el polvo que somos hacia el polvo en que nos convertire­mos.

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