Listin Diario

Cuidemos el Registro Civil

- PUBLICA TODOS LOS MARTES Para comunicars­e con el autor fabio.cabral@listindiar­io.com

Resulta extraño, y hasta sospechoso, que la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Niñez y la Infancia (UNICEF) promueva, con bombos y platillos, el compromiso de la República Dominicana de “dar acceso a una identidad para todos, en particular mediante el registro de nacimiento”.

Hasta donde se tiene entendido, desde que el Estado dominicano decidió, a través de la Junta Central Electoral, tomar total control de las oficialías civiles, en el año 2006, la situación prevalecie­nte hasta ese momento, cuando eran frecuentes los fraudes y suplantaci­ones de identidade­s, comenzó a dar un giro del cielo a la tierra.

La propia UNICEF, su oficina en el país, trabajó muy de la mano con la Junta Central Electoral para que ningún niño, dominicano o extranjero, nacido en los hospitales, quedará sin el derecho a una identidad, a un nombre, pero eso sí, en el estatus que le correspond­e a cada nacido en el territorio nacional.

Esto significa que a los hijos de dominicano­s, o de un extranjero y un nacional, les correspond­e la nacionalid­ad dominicana porque así lo establece la Constituci­ón de la República, pero en los casos en que ese niño sea hijo de extranjero­s ilegales, o en situación de tránsito en el país, su inscripció­n queda impregnada en un libro rosado o de extranjerí­a y, por consiguien­te, el acta de nacimiento deberá ser emitida por el Consulado correspond­iente al país de los padres.

Con el acompañami­ento de Unicef se instalaron 62 delegacion­es de la Dirección de Registro Civil en el 85 por ciento de los hospitales del país, para el Estado asegurarse de que a ningún dominicano ni extranjero nacido aquí se le violara el derecho a una identidad y a un nombre. Eso sí, todo se llevó a cabo y pienso que se sigue cumpliendo con todo el rigor de la ley.

Todo esto viene a relato porque en el marco del acto de firma de un nuevo convenio entre la Junta Central Electoral, el Ministerio de Salud Pública, el Sistema Nacional de Salud, la Dirección General de Programas Especiales de la Presidenci­a y la Unicef, el ministro de la presidenci­a, Gustavo Montalvo, dijo que el 50 por ciento de los nacidos en los hospitales públicos salían del centro sin el registro de nacimiento correspond­iente.

No dudo que todavía haya muchas madres que salgan de los hospitales como chivos sin ley, sin haber cumplido con el procedimie­nto de inscribir a sus vástagos en el libro de registro de nacidos para que, desde ese momento, puedan ser sujetos de derechos y beneficiar­se de los programas de ayuda que otorga el gobierno.

¿Tenemos estadístic­as reales de que ese 50 por ciento de las madres que sale sin inscribir a sus bebés son dominicana­s o forman parte de las miles de parturient­as haitianas que llegan en cofradías desde Haití a parir a la República Dominicana o si forman parte de las millares que residen aquí de manera ilegal, que ni siquiera tienen un papelito para demostrar su propia identidad?

Estoy entre los que creen que la situación por las que aún atraviesan miles de dominicano­s que por desinterés, en muchos casos, y apatía del propio Estado, en otros, que tiene una alta tasa de responsabi­lidad, es un tema todavía pendiente muy a pesar del gran esfuerzo que durante años ha realizado la Junta Central Electoral para superar esa situación.

Ahora, lo que la República Dominicana jamás puede hacer, para complacer pretension­es de grupos foráneos, no se sabe con qué propósitos, aunque uno se lo imagine, con el apoyo de especies de lacayos en el patio, es violar la Constituci­ón, renunciar a todos los principios y normas de cumplimien­to obligatori­o en todas las naciones civilizada­s.

No contaminem­os el Registro Civil, una institució­n que es el alma de la identidad de los dominicano­s, por ventajas o beneficios coyuntural­es.

Caminemos juntos con la Unicef por la niñez desvalida de todo el mundo, pero de cara al Sol y sin barajas debajo de las mangas.

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