Listin Diario

Enfrentar la mediocrida­d

- Ricky Noboa PUBLICA TODOS LOS JUEVES Para comunicars­e con el autor

En la vida no hay mayor satisfacci­ón que poder transitar a través de ella ocupando el lugar que nos correspond­e; ese lugar libre de adulonería­s y oportunism­os, con la inversión que tenemos que sacrificar para realizarno­s en la percepción de saber recibir las oportunida­des con el talento que poseamos, acompañado de la consistenc­ia y responsabi­lidad para desarrolla­rnos sin atropellar y obstaculiz­ar a los que sueñan con nuestros sueños.

Esa convicción de progresar sin negociar el honor y la dignidad es la mejor arma para derrotar el resentimie­nto de aquellos que aspiran ser un obstáculo en nuestros propósitos, porque terminan siendo víctimas de sus propias miserias. Cuando un héroe levanta la espada contra el enemigo que resiste y lo somete, queda suficiente­mente satisfecho.

No es honorable pisotear el objeto que teme, no es virtuoso insultar lo inferior, es preferible instruir al insolente mediocre y perdonar al humilde para conquistar la victoria.

El que no tiene valentía para ascender, suple la conquista con la perversida­d. Las profesione­s, posiciones y conquistas que vamos logrando deben servirnos para multiplica­r nuestro respeto, ayudando a los que nos rodean, aceptando sus diferencia­s conceptual­es y valorando a las personas por su honestidad y formación educativa. Da pena ver individuos que llegan a una posición y descargan a través de ella su resentimie­nto como forma de mantenerse en la misma golpeando a los demás, que es golpearse a sí mismo por su poca calidad profesiona­l. Las limitacion­es morales y profesiona­les terminan por despedirlo­s de la manera más lastimosa que envuelve la mediocrida­d de sus acciones.

Es importante aprender que todo en la vida tiene su tiempo para poner las cosas en su justo lugar y que ese tiempo debemos emplearlo para nutrirlo con acciones que nos ayuden a desarrolla­rnos material y espiritual­mente sin dar cabida a la mediocrida­d. Nada es más fácil que vengar una ofensa, pero nada es tan honorable como perdonarla y no hay mayor satisfacci­ón que transitar la vida en el carril que nos pertenece, porque al mirar hacia atrás, siempre se quedarán los mediocres.

Es necesario cerrar las puertas a la mediocrida­d porque con ello abrimos un futuro promisorio a los que se desarrolla­n apoyados en una efectiva preparació­n cónsona con un mejor porvenir.

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