Sé triste alguna vez
Desde que amanece el día, y más de pronto que de carrera, abrimos nuestros mensajes de redes sociales, para recibir los buenos días llenos de bendiciones, paz, luz y amor que nos envían las personas que nos quieren mucho, y también las que no nos quieren tanto pero que les apasiona enviar fotos que consiguen no sé donde, llenas de flores, ángeles, tazas de café, etc. con los mejores deseos para el día o la semana que comienza. Algunas personas mandan hasta cinco fotos de salutación que descargan rápidamente el celular, pero de todas formas es gratificante que te recuerden y te manden oraciones para que te encomiendes a Dios y le dediques las obras que realizarás en ese día que te regala. A veces tienes una misma persona como participante en diferentes chats, y te toca abrir el mismo mensaje varias veces, lo que resulta todavía más rutinario. Pero bueno… Algo que se repite una y otra vez es la motivación para ser feliz. Muchos predican que es nuestra responsabilidad y deber, ser feliz, porque supuestamente vinimos al mundo para alcanzar la plenitud del gozo que proporciona la felicidad. No me malentiendan, me encanta ser y que las personas sean felices, pero que seamos felices 24 horas 7 días a la semana es una utopía que solo se cumple cuando superficialmente pretendemos reir todo el tiempo. Como es regla recibir ese llamado del mundo a gozar, reir y disfrutar siempre de la vida, me llamó mucho la atención este original mensaje de autor desconocido que encierra una invitación que nos cuesta asimilar: “Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana”.