Candidaturas serían insostenibles al 2020
EGUARIONEX ROSA l aparente y muy publicitado empeño de la dirigencia de los principales partidos políticos que plantean desde ya precandidaturas a la Presidencia en las elecciones del año 2020, es un vocerío que callará pronto porque el país no está en ese espíritu.
Para las elecciones del 2020 faltan casi tres años y los políticos están envueltos, primero que nada, en las luchas interiores, la reorganización de sus filas y el descrédito que alcanza casi a todos por los escándalos de Odebrecht y de otras administraciones.
Aún con los recursos que ofrece generosamente la Junta Central Electoral, JCE, para que los partidos se sostengan, la cantidad de dinero que hay que gastar desde aquí a la campaña electoral prevista para 90 días antes de las elecciones es inmensa.
El gobierno del presidente Medina acaba de cumplir su primer año de reelección y exhibe una hoja de realizaciones entre obras públicas, créditos agrícolas, y construcción de escuelas y hospitales derivadas de las visitas sorpresa, que no pueden ser desconocidas.
A tres años de las elecciones, los partidos de la oposición no están preparados para proponer programas y candidaturas que pudieran ser atractivas para el público, que, inconforme con la corrupción política, se ha refugiado en la Marcha Verde a ver lo que pasa.
Como casi siempre, muy lejos de lo que piensan los electores, se abren dos líneas de opinión, una que propugna por la vuelta al ruedo de los expresidentes Mejía y Fernández, cada uno de los cuales anima a sus partidarios, y otra por los llamados jóvenes presidenciables.
Gente cercana al expresidente Mejía, uno de los líderes del Partido Revolucionario Moderno, PRM, dicen que el exgobernante de 76 años, no da su brazo a torcer en cuanto a sus aspiraciones. Los seguidores de Fernández lo consideran su tabla de salvación.
Muchas de las especulaciones sobre las posibilidades de triunfo de otro candidato que no sea el de la re- elección, parten de las afirmaciones recientes tanto en público como en privado, de que el presidente Medina no se presentará en los comicios venideros.
Sin embargo cuando se pregunta al público sobre las eventualidades de aquí a la fecha de las elecciones, buena parte de los entrevistados por los medios de comunicación, creen que Medina, pese a todos los escollos que precisa sortear, será el candidato de su partido.
Con el escándalo de la Odebrecht, que se llevó de la lidia interna en el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, a por lo menos dos que aspiraban a la candidatura presidencial, quedan Fernández y Medina y unos pocos por quienes los apostadores no se arriesgarían.
Peralta se distancia
Por la sequía de líderes políticos que pudieran relevar al presidente Medina en el año 2020, el ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, a quienes lo han mencionado como el relevo, tomó distancia hace días sobre esa posibilidad.
No fue que el ministro administrativo dijera que no aspira al puesto. Dijo que si tal cosa ocurriera, renunciaría de la posición, considerada de máxima confianza con el gobernante. Se cree que Peralta sabrá primero que nadie cuál es la intención de Medina.
Al considerar que los partidos, inclusive el suyo, no deben iniciar una puja por la candidatura presidencial, el funcionario, afirmó que “plantear ahora el tema de las aspiraciones internas y la escogencia de la candidatura presidencial resultaría apresurado”.
Del sector joven del PLD se han mencionado últimamente a Abel Martínez, expresidente de la Cámara de Diputados y a Andrés Navarro, excanciller y ahora ministro de Educación. Los dos han negado que aspiren, pero el cibaeño lo disimula muy mal.
Martínez, al decir de crónicas publicadas por Acento.com, dejó una estela de irregularidades como el reparto de millones de pesos entre partidarios. En la Cámara de Cuentas se dijo hace algún tiempo que la contabilidad bajo Martínez era un desastre.
Collado, del PRM, que con dos o tres brochazos de pintura en cementerios y mercados, cosmético para el malecón capitaleño y uno que otro parque en los barrios pobres, ha superado al alcalde anterior, no anima todavía a sus partidarios para que lo vean presidenciable.
El expresidente Mejía al parecer cree que de ninguna forma el actual mandatario irá a la reelección, por lo que el PLD escogería al doctor Fernández. Contra él iría fácil por el descrédito que sus opositores, Marcha Verde entre ellos, se han encargado de atribuirle.
El empresario Luis Abinader se ve a sí mismo como el candidato presidencial contra el que hay que luchar en el 2020. Algunos de sus seguidores creen que su contrincante Mejía no aspirará, sino que está jugando su papel para obtener una tajada en un eventual gobierno.
PRSC en laberinto
Si los partidarios del viejo caudillo, Joaquín Balaguer, se despojaran de sus ambiciones y actuaran al unísono, cosa casi imposible, escogerían desde ya al diputado Víctor Bisonó, Ito, para la candidatura del 2020. Bisonó tiene lo que a otros le falta y más, la impresión de que es un hombre honrado.
El PRSC no podría, con la persecución judicial y mediática que espera a los políticos en la venidera campaña electoral, seleccionar a una persona contra la cual se puedan esgrimir la comisión de irregularidades en el desempeño de funciones públicas en los últimos gobiernos, bajo la alianza con el PLD.
La prueba más factible de la divergencia casi irreconciliable entre los seguidores del doctor Balaguer es que se planean dos asambleas el próximo mes que definirían quiénes dirigirán ese partido de cara a su reorganización y a la nominación presidencial del 2020.
Un periodista contó hace días que en una conversación informal con un reformista que ocupa un puesto oficial, le preguntó: a qué tú aspiras. El político, sin perder tiempo, le dijo que “a la presidencia”. El periodista quedó confundido porque en el desarrollo de la charla fue evidente que su aspiración no es a la del PRSC, sino a la presidencia grande.
El PRSC no soportaría más divisiones. Su cancha está llena idealmente de lo que se llamaba antes la mayoría silente, el sector conservador del país que le favoreció, con el caudillo Balaguer como candidato y sin tantas ambiciones, en cinco elecciones libres.