FE Y ACONTECER “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Vivo”
a) Del libro del Profeta Isaías 22, 19-23.
EXXI Domingo del Tiempo Ordinario 27 de agosto de 2017 – Ciclo A l profeta anuncia, de parte de Dios, a Sobná, indigno mayordomo de la casa real de Ezequías, el piadoso rey de Judá (716-687 a.C.), su próxima destitución del cargo. El nuevo primer ministro será Eliacín de cuyo hombro, en su investidura, colgará el rey la llave del palacio de David. Lo que él abra nadie lo cerrará, y lo que él cierre nadie lo abrirá. Este pasaje de Isaías se recoge en el Apocalipsis 3, 7: “Escribe al ángel de la Iglesia de Filadelfia: Así habla el Santo, el Verdadero, el que guarda la llave de David: si él abre, nadie cerrará, y si él cierra, nadie abrirá”, es aplicado a Cristo, por esta razón fue considerado por los “Padres de la Iglesia” como texto mesiánico. Se trata de un mensaje de consuelo y esperanza para el Obispo de Filadelfia, en el Asia Menor.
Era un hombre fiel al Espíritu Santo, pero que confrontaba dificultades en el apostolado. “Yo sé lo que vales; he abierto delante de ti una puerta y aunque eres débil nadie la podrá cerrar, porque has guardado mi Palabra y no has renegado de mí”. (Apocalipsis 3, 8). He abierto delante de tí una puerta”, quiere decir: te he preparado un apostolado exitoso; indicando así la condición de guardar la palabra de Dios y serle fiel. Este pasaje del Profeta Isaías tiene una estrecha relación con el pasaje de San Mateo; la imagen de las llaves colgadas del hombro de Eliacín parece ser el preanuncio de aquellas otras llaves entregadas a Pedro. b) De la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 11, 33-36. San Pablo termina la parte especulativa o dogmática de su carta con este himno de rendido homenaje a la grandeza de Dios. Es el himno de la debilidad humana postrándose reverente ante Dios infinitamente poderoso y sabio, que nos ha dejado vislumbrar sus maravillosos designios, dirigidos por la misericordia, en orden a la salvación de los hombres. Directamente este desahogo lírico del Apóstol parece estar refiriéndose a los capítulos 9-11, a los que serviría como de conclusión; pero muy bien puede también considerarse como sello o epílogo de toda la parte doctrinal de la carta.
Cuando el Apóstol habla de “profundidad de la riqueza de Dios” (·33) esa “riqueza,” aunque no se excluyen otros matices, está aludiendo sobre todo a la riqueza de su misericordia, con lo que aparece más claramente la ilación con los versículos precedentes, que vienen hablando precisamente de ese atributo divino (cf. v.30-32). En los v.34-35, el Apóstol se vale de textos de la Escritura para expresar sus propios sentimientos de sumisión y acatamiento a la soberanía divina, haciendo resaltar que todo viene de Dios como creador, todo subsiste por Él como conservador, y todo tiende a Él como último fin. Él, pues, “la gloria por los siglos. Amén.” c) Del Evangelio de San Mateo 16, 13-20.
En este fragmento del evangelio de Mateo, partiendo de las preguntas de Jesús a sus discípulos, ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?, se distinguen tres partes principales: Identificación de Jesús por la gente; confesión de Pedro en nombre de los demás Apóstoles y la primacía de Pedro, que es identificación del Apóstol por parte de Jesús.
La respuesta del grupo a la primera pregunta es bastante obvia, el pueblo sencillo, impresionado por la personalidad de Jesús, su doctrina y sus milagros, lo tiene por un profeta. Sin embargo, la respuesta a la segunda es más comprometida. Es una profesión de fe mesiánica: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esta es una afirmación cristológica que supone ya la revelación del Padre; es decir, la fe pascual de los Apóstoles y de la comunidad cristiana después de la resurrección del Señor. Después de esta confesión mesiánica y cristológica, Pedro es objeto de una promesa formal de Jesús: será la piedra sobre la que Él construirá su Iglesia. Previamente le cambia el nombre de Simón por Kefas (piedra en arameo; Petros en griego) y hace el juego de palabras con su nuevo nombre: Pedro = piedra.
En las Sagradas Escrituras el dar o cambiar el nombre a una persona significa que se le confiere una misión especial. Efectivamente, Pedro y sus sucesores desempeñarán una función relevante en el pueblo de Dios: ser la roca y fundamento visible de su unidad y permanencia. El símbolo de la roca, piedra o peña es frecuente en el antiguo Testamento donde se dice que Dios es la Roca de Israel, la Peña de refugio para los fieles del Señor (Cfr. los Salmos). La Cátedra de Pedro será, por disposición de Jesús, el cimiento visible de la duración y unidad del pueblo creyente con quien estará Cristo resucitado todos los días hasta el fin del mundo (Mt. 28, 20). Por eso no derrotará a la Iglesia el poder del infierno.
El simbolismo de las llaves y la expresión “atar y desatar” con que Jesús transfiere su autoridad vicaria a Pedro y sus sucesores en el servicio pastoral a su Pueblo, son de cuño netamente bíblico y semita. Las llaves significan la autoridad y el gobierno sobre la casa y la ciudad; imagen todavía actual. La potestad de atar y desatar expresan, además de la autoridad, también el gobierno, el magisterio, el discernimiento y el juicio absolutorio o condenatorio.
La segunda pregunta de Jesús: “Y ustedes, quién dicen que soy yo”, sigue abierta esperando respuesta y contiene la razón de nuestra fe: ¿En quién creemos? ¿Quién es Jesús en sí mismo: su persona, su obra su doctrina, su misión? ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué significa Jesús para el mundo y el hombre? Hemos de responder a cada interrogante con absoluta sinceridad, sabiendo que en la respuesta nos va el ser o no ser cristiano, pues no se queda en lo periférico sino que toca el núcleo de la fe cristiana.
A las dos primeras interrogantes les basta una respuesta dogmática y teológicamente correcta, bastaría el Credo, el Catecismo o una clase de religión, sin embargo, la tercera precisa una respuesta más comprometida, que supone una vivencia personal, respuesta en profundidad que no se satisface con fórmulas hechas o tomadas simplemente del Credo, y responder a la cuarta pregunta implica la imagen misionera y evangélica que de Cristo refleja la comunidad eclesial.
Hoy sábado 26 de agosto de 2017 es la Solemne Ordenación Episcopal los tres Obispos Auxiliares nombrados por Su Santidad el Papa Francisco, para esta Iglesia particular de Santo Domingo, quienes serán los colaboradores inmediatos de Su Excelencia Reverendísima Monseñor Francisco Ozoria Acosta, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América. Felicito de corazón a Sus Excelencias Reverendísimas: Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández, Mons. Faustino Burgos Brisman, C.M., y Mons. Jesús Castro Marte, al tiempo que les auguro un largo y fecundo Episcopado.
Invito, pues, a todo el pueblo de Dios a orar por estos nuevos Pastores que recibe la Iglesia dominicana. Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra