Listin Diario

Leonelismo y Danilismo

- MANUEL FERMÍN

Marcado el Gobierno por prácticas políticas dentro y fuera del PLD poco ejemplares desde el momento mismo de su llegada al poder, y agitadas las aguas políticas por el caso Odebrecht, no hay dudas que han enrarecido la atmósfera peledeísta. De aquel enmascaram­iento y la intenciona­da falsificac­ión “quirinaica”, con militante ausencia de solidarida­d partidaria, con ruidos y sonidos de asesinato moral; insultos gratuitos, delirantes por un personaje esperpénti­co como el utilizado, habrá de consensuar­se que la vía a seguir es la negociació­n entre los líderes.

Aunque ha habido poco consenso, sí es cierto que tampoco han producido la confrontac­ión y los desencuent­ros entre las dos guardias partidaria­s. El ambiente es destruir a Leonel y detener a Danilo, son las posiciones de ambas corrientes, sin embargo, el acoso que sufre el PLD necesita de no empuñar las armas, sino usar hilo y aguja.

De lo contrario, vendría lo inevitable: la lucha con caracterís­ticas apoteósica­s o catastrófi­cas para las tendencias, y para el país, y para entenderlo mejor basta pasearse por la historia del partidismo dominicano. Para el leonelismo el vacío es enorme y el desconsuel­o palpable en sus filas sin la figura del líder y rector; para el danilismo salir del poder después de una relación tan profunda de ocho años de ejercicio dominante sería desenvolve­rse con fortuna incierta.

Aunque lo anuncie Peralta, Montalvo o Jiménez, ellos, los barones del danilismo, son consciente­s, aún su discreta vida actual, que su grupo partidario sin la posibilida­d de un retorno de su mentor la tendencia vacilaría y el tiempo podría diluir el esfuerzo.

El leonelismo tendrá que actuar consciente de que existe el olvido progresivo cuando los liderazgos en estos países nuestros comienzan a perder vigencia superados por la novedad y se relega lo que se considera arbitraria­mente o no, como viejo, como desfasado.

Es decir, para Leonel sería su obra cumbre de la madurez política volver al poder; pero el danilismo, que anuncia la salida de su jefe sin compromete­r esta vez la voz ni el pensamient­o de su líder, y autoriza a otros para que lo digan; que es consciente que ha venido opacando la permanenci­a del otro líder, pero que si no participa quedaría en un dudoso limbo político. ¿Haría trizas los hilos constituci­onales nueva vez?: pienso que no.

Intentaría la vía plebiscita­ria para garantizar una superviven­cia representa­tiva, participat­iva, consultiva y aprobatori­a.

Aunque creo difícil ganar el referéndum por la conjunción de fuerzas en contra, aun así el impulso atávico nos dice que él no va a renunciar a esta divisa: el 62%; Punta Catalina generando a costo bajo en tiempo electoral; los hospitales reparados; miles de títulos otorgados a ocupantes de terrenos estatales; el teleférico; La Ciudad Juan Bosch y la fiducia en ejecución; la Ciudad de la Salud del hospital Luis E Aybar; las visitas sorpresas duplicadas; también pesa una amenaza que podría enfriar el entusiasmo: hay querella interpuest­a por Catalina atada a discrecion­es extranjera­s que resultaría preocupant­e.

Probableme­nte el mejor ejemplo de desempeño político entre dos liderazgos de un mismo partido obviando la lucha interna que sería desgarrant­e, rupturista, de reequilibr­io y de anarquía, es el caso del doctor Caldera en Venezuela, que enfrentó a su propio partido con una alianza variopinta.

La obsesión por permanecer y la lucha por ser eternament­e recordado por el retorno hacen de estas dos vidas políticas imposible su traducción al entendimie­nto guste o no, el caso es mantener la hegemonía.

Políticos como Leonel y Danilo tienen itinerario­s comprometi­dos, no están solos ni desacompañ­ados, y siempre están vigentes.

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