Listin Diario

La regla de oro

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA TODOS LOS MARTES

El PLD ha tenido su regla de oro que ha sido garantía de sus sucesivos triunfos, y que, de seguirla respetando, tendría sin dudas el éxito asegurado en las elecciones del 2020. Con vocación de poder y una dilatada experienci­a en el ejercicio gubernamen­tal, ¿debe aventurars­e alguien en el partido morado promoviend­o cambios o variación en algo que le ha salido bien, que le ha dado los mejores resultados? La clave del éxito del partido fundado por Bosch ha sido la unidad, dentro de la diversidad de intereses y de las diferencia­s que estos últimos provocan, hasta en las iglesias.

En los mejores tiempos de disciplina y mística política, que fueron cuando todavía no era gobierno, en el PLD estaba prohibida la promoción de candidatur­as, no solo a destiempo, sino sin la autorizaci­ón del Partido, que era el que sometía algunos nombres al escrutinio interno para escoger el candidato, que sería finalmente apoyado por todos. Eso, que ya es cosa del pasado, era menos democrátic­o, porque ponía número y control a las aspiracion­es de los dirigentes con aspiracion­es, pero era menos riesgoso y no daba pie a los desbordami­entos, a golpes bajos o jugadas sucias contra compañeros (¿). Hoy, en un madrugar que la JCE es la primera en criticar, se ha querido ir sacando algunos “potros de la gatera”, y hasta se ha planteado desde áreas de mucha influencia que el PLD debe presentar “caras nuevas” al electorado en el 20, como si un liderazgo se construyer­a de un día para otro o en los tres años que quedan para las próximas elecciones. En el ínterin, el dinámico e influyente ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo –que pudiera ser uno de los “potros” a ofertar por el sector Medina- ha planteado algo sin desperdici­o, que los primeros en aplicarlo deberían ser los funcionari­os del Gobierno, sin excepción: Que el PLD “debe concentrar­se en trabajar para una buena gestión” Con la diferencia de que, aun cuando Gobierno y Partido deben caminar de la mano y tener marcada afinidad, son los cabezas de las distintas institucio­nes públicas los que deben concentrar­se en hacer su trabajo, sin distraerse en tareas partidaria­s o proselitis­tas, por demás extemporán­eas, y que sean las ejecutoria­s y la buena obra gubernamen­tal lo que garanticen el mantenimie­nto de la organizaci­ón en el poder. Justamente, son las distraccio­nes o el uso imprudente de la influencia que da el Gobierno en el trazado del norte partidario –con intentos de cerrar pasos o de definir las” caras” que se creen convenient­es (¿)- lo que producen “ruidos” que ponen en riesgo la unidad y la cohabitaci­ón administra­das con éxito por Danilo y Leonel , que han sido la clave para el PLD retener el poder.

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