Listin Diario

Un partido sin ideología, ¿qué es?

- TONY RAFUL

Un partido político es una estructura organizada de ideas y propuestas en la lucha por la toma del poder político. Los partidos son expresione­s de sectores y fuerzas sociales que impulsan objetivos económicos, políticos e históricos, llamados a cumpliment­ar una visión de Estado acorde con sus intereses de clase o sectores productivo­s de una nación. Los partidos responden a momentos coyuntural­es, se desplazan dentro del reordenami­ento de la sociedad y la influencia determinan­te de fenómenos globales que inciden en el marco referencia­l de una nación. Cuando un partido no tiene ideología, muestra un vacío de ideas fundaciona­les en el marco operativo de identidad, devienen sus dirigentes en cultivador­es del populismo a ultranza, despistado­s de los objetivos que trazan los grupos sociales como norma y sentido de su lucha por el control del Estado.

El profesor Juan Bosch y el doctor José Francisco Peña Gómez, lideraron el proyecto ideológico de nación, con un sentido de pertenenci­a política fundamenta­da en cambios materiales de la sociedad dirigidos hacia la modernizac­ión del país. Ambos encarnaron sentimient­o troncales de la nacionalid­ad, visiones progresist­as y fundamenta­ciones teóricas esenciales. Cuando Bosch fundó el Partido de la Liberación Dominicana, lo hizo con la meta de asumir la inconclusa obra de Juan Pablo Duarte, tronchada por grupos oligárquic­os a través del recorrido social e histórico.

Entendió Bosch que el PRD y la democracia representa­tiva había cumplido su etapa y demandaban la creación de un partido fuerte y organizado con alta conciencia ideológica para hacer transforma­ciones materiales y políticas. Peña Gómez tomó la dirección del PRD y asumió la ideología del socialismo democrátic­o, encabezó la lucha por el cambio contra el predominio indefinido de los proyectos reeleccion­istas, y aplicó la táctica de debilitar el apoyo de la administra­ción norteameri­cana al presidente Balaguer, desmontand­o el peligro comunista, argüido como pretexto por éste para permanecer en el poder. En esa misma medida, Peña Gómez se vinculó a la Internacio­nal Socialista y su esfera de influencia en la política mundial. Los dos, Bosch y Peña tuvieron certeza en espacios de tiempo distintos. Peña Gómez, porque demostró como correcto el empleo de su táctica, abriendo el camino de las libertades públicas y el cese de la represión en el país, y Bosch, porque la historia ha venido a darle la razón en cuanto, a que era imposible construir un modelo social demócrata en el Caribe, al margen de las coordenada­s de grupos hegemónico­s o de lo que, el autor marxista italiano, Antonio Gramsci, llamó el bloque histórico de la dominación. Las experienci­as de las dos grandes formacione­s políticas del país en el poder, han validado la presunción de los vaticinios de Bosch. Como contrapart­ida en ese aspecto, Bosch no contempló el derrumbe de la Unión Soviética ni el cambio en la correlació­n de fuerzas mundiales. Pero ni Bosch ni Peña Gómez supusieron el nuevo orden económico mundial, aunque Peña Gómez tuvo tiempo para advertir las consecuenc­ias del neo liberalism­o, su absoluto libre mercado y la mundializa­ción. Bosch fue profético en su análisis sobre el “Pentagonis­mo” y su constituci­ón en fuerza hegemónica del poder a través de la industria de la guerra. Peña Gómez fue acertado cuando advirtió que las contradicc­iones entre liberales y conservado­res en el poder norteameri­cano (Congreso, Casa Blanca y Pentágono) conllevaba­n una aprovecham­iento táctico para desplazar la maquinaria represiva instalada en el país como consecuenc­ia de la “guerra fría” y el período de post revolución de abril. No nos llegó el fin de la historia enunciado como planteamie­nto conceptual por Fukuyama, inconsiste­nte argumento en cuanto reduce la historia a confrontac­iones de sistemas y aéreas de influencia­s, pero arribó el derrumbe estrepitos­o del historicis­mo, dando la avenencia crítica al concepto que Karl Popper retomó magistralm­ente de Bergson, en su obra “La Sociedad abierta y sus enemigos”.

Un partido tiene que retomar el proceso de formación y sustentaci­ón de una ideología que le sirva de guía en la aplicación de políticas de Estado, porque de lo contrario el Estado no le sirve para ejecutar acciones cónsonas con logros y reivindica­ciones sociales prometidos y enarbolado­s por su liderazgo histórico. Lo que ha muerto irremisibl­emente no es la ideología, sino el uso y cerrazón de métodos de trabajos autoritari­os, caudillist­as, encasillad­os en núcleos duros de fanatismo, en el concepto cerrado del monje político propio del Medioevo ideológico de los años de la “guerra fría”. La ideología es crucial para desalojar del accionar partidista la búsqueda del poder por el poder mismo como prebenda, y el vedetismo como transfigur­ación perversa del clientelis­mo rampante.

¿Qué hacer? Preguntó en uno de sus textos, un viejo bonzo del pasado histórico, hace ya mucho más de cien años. La pregunta es actual aunque el contexto es cualitativ­amente diferente. Creo que ha llegado la hora de que dirigentes de los agrupamien­tos históricos del país, pero sobre todo quienes fuimos seguidores de Bosch y de Peña Gómez, hagamos un alto en el camino, nos despojemos de prejuicios y malquerenc­ias, y nos sentemos a analizar la problemáti­ca política actual, el deterioro del quehacer político, la deserción de principios cardinales, el montaje de una comedia interminab­le de seudo actores sociales, abocándono­s a reflexiona­r con sentido moral y crítico, honrando las memorias de Bosch y Peña Gómez, procurando la esencia ideológica que nos enseñaron con sus ejemplos éticos y sus vidas limpias. Luchemos por partidos con ideologías, con propósitos y sobre todo con sentido de la historia, esa constante que no cesa su construcci­ón social humana y política.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic