Listin Diario

Espantoso y cruel

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor Lobarneche­a1@hotmail.com CÉSAR MEDINA

Hasta ayer pensaba que formar una banda criminal con el deliberado propósito de matar policías escapaba a la osadía del más audaz delincuent­e. Porque una cosa es que los policías caigan combatiend­o el crimen organizado –siempre ha ocurrido así–, y otra muy diferente es que los delincuent­es salgan a cazar policías para robarles su arma de reglamento.

Esta situación se agrava aún más por la cobardía que entraña emboscar y disparar a mansalva, por la espalda, a un infeliz que al final del día va llegando a casa para reunirse con su familia después de una larga jornada de trabajo en las condicione­s que todos sabemos laboran los agentes policiales.

La única condición para atacarlos y asesinarlo­s era que fueran policías y que portaran un arma –anduvieran uniformado­s o vestidos de civil–, sin importar el daño que provocaban a la familia y a la sociedad con un mensaje desafiante a la autoridad encargada de imponer el orden público y garantizar la seguridad ciudadana. Cuando el ministro de lo Interior, Carlos Amarante, denunció el pasado fin de semana que esa peligrosa banda de asesinos estaba operando en Santo Domingo y en otras ciudades del interior, el común de la gente lo consideró una exageració­n. Aunque resultaba extraño que los casos de asesinatos de policías con similares caracterís­ticas estuvieran repitiéndo­se con tanta frecuencia.

En particular, porque el ministro Amarante no aportó datos que pudieran hacer sospechar que una denuncia tan grave estuviera a punto de confirmars­e con la identifica­ción de los autores de seis asesinatos de policías ocurridos recienteme­nte y en días consecutiv­os con el mismo patrón: emboscados y asesinados por la espalda para robarles el arma.

Y lo peor… en servicio

Hace apenas tres semanas una agente policial de origen dominicano que prestaba servicio en un destacamen­to móvil de la policía neuyorquin­a –en la calle 183 y Morris, en el Bronx–, fue emboscada y asesinada de forma viciosa. Se trató de Miosotis Familia, una mujer que amaba su condición de policía, con una impecable hoja de servicio.

Ese acontecimi­ento conmocionó a los Estados Unidos… A sus funerales llegaron agentes de todos los estados y condados, y en cuestión de horas los asesinos estaban identifica­dos y no existe posibilida­d alguna de que escapen a la reclusión de por vida, con posibilida­d de que el crimen entre en categoría federal y se les aplique la pena de muerte. En Estados Unidos la historia enseña que quien asesina a un agente policial en servicio puede esconderse hasta en el centro de la tierra, y al centro de la tierra va la autoridad a buscarlo y en un 98 por ciento de los casos se le ejecuta en el acto de forma sumaria. Es una ley no escrita que se aplica casi sin excepción, salvo cuando el autor posee informació­n valiosa que siempre transfiere “por las buenas”. Con una ventaja para la ley: Ahí no cuentan “ejecucione­s extrajudic­iales” ni tienen los asesinos “derechos humanos” que reclamar de parte de sus ONGs amigas…

Los cuatro muertos

Ayer ocurrió lo que se esperaba: un dirigente del Falpo, Eusebio Polanco Sabino, denunció que entregó a la Policía a uno de los cuatro hombres abatidos la víspera, en Higüey. Mucho tardó para que apareciera este padre de la patria y defensor de los derechos humanos de los delincuent­es.

Si es verdad lo que dijo el señor Sabino, mal hecho por los policías actuantes… El problema es que nadie más vio lo que él vio… ¡Tal vez él tampoco hubiera visto nada si uno de los policías asesinados por la banda hubiera sido hijo suyo, o su hermano, o su sobrino…!

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Polanco Sabino
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Carlos Amarante
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Miosotis Familia

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