Historia, memoria y migración
“La memoria es la vida. Siempre reside en grupos de personas que viven y, por tanto, se halla en permanente evolución, sometida a la dialéctica del recuerdo y del olvido, ignorante de sus deformaciones, abierta a todo tipo de uso y manipulación...” Pierre Nora.
El sábado pasado, en el marco del desarrollo del programa “El gobierno del sábado”, el cual realizamos en la ciudad de Puerto Plata, tuve la experiencia, tan gratificante como inspiradora, de escuchar las intervenciones de don Álvaro Arvelo Hijo relacionadas con la vida, el pensamiento y la obra de Gregorio Luperón. Las palabras de don Álvaro activaron e inspiraron mi escasa elocuencia, y convocado a ajustar -quizá infructuosamentemi discurso a la densidad del suyo, acudí a memorizar la frase de Pierre Nora que encabeza este artículo. Pierre Nora es junto a Jacques Le Goff, el representante más destacado de “La Nueva Historia”, una corriente historiográfica considerada la tercera generación de la Escuela de los Anales fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch en 1929; se dice que es la historia de las mentalidades, es decir, escrita en función de las representaciones colectivas y de las estructuras mentales de la sociedad; un alejamiento del método historiográfico decimonónico que se centraba en los grandes hombres, para asumir, en cambio, un interés por el estudio de la gran mayoría de la población desde una perspectiva interpretativa, no referencial, de los que son sus representaciones.
La cuestión viene a cuento a propósito de las parturientas haitianas en nuestros hospitales y las reacciones que esto ha provocado; pero sobre todo, a propósito del enfoque que hacen los más acerbos críticos del gobierno echándole toda la culpa de lo que ocurre.
Y es que, a pesar de que siempre he creído que se obtiene más beneficio comprendiendo que interpretando la historia, lo correcto es, como hace el gobierno, una disposición de interpretar, desde una perspectiva abarcadora, la historia de ambos pueblos, así como la realidad representacional que subyace en las mentalidades de sus habitantes en relación con el manejo que han tenido sus autoridades acerca de la cuestión fronteriza y la migración, aprovechando las experiencias pasadas para incorporarlas en un acervo diplomático que facilite soluciones ostensibles y sostenibles; y por parte de los críticos, un ensanchamiento de miras que les permita entender el problema con atención particular en la diversidad de causas que lo generan y en la emergencia cotidiana de nuevas aristas que se hacen patentes conforme los dos pueblos se relacionan demandando nuevas estrategias de desempeño.
Lo que somos hoy es el resultado de todo lo que hicimos ayer; no podemos, entonces, comportarnos como seres episódicos, dejando en un baúl diferente cada experiencia que pudiera ayudarnos a dimensionar la comprensión de nuestros problemas e identificar posibles remedios. Pienso que el gobierno ha actuado conforme lo demandan las circunstancias; y si hay otras soluciones posibles, a quienes las tengan que las propongan, porque ya el pueblo está cansado de las denuncias sin propuestas, eso solo desacredita su canto. El autor es abogado y politólogo.