LA HERRERÍA SACÓ A RAMÓN DE LA POBREZA
La misión de Ramón siempre fue dirigir su negocio, por lo que se esforzó para destacarse entre los herreros que están en el Ensanche Espaillat.
Cuando el herrero Ramón Mosquea, de 59 años, recuerda los inicios de su negocio, lo primero que hace es mirar al cielo y agradecerle a Dios por todo lo que ha logrado. Su empresa de herrería ha crecido de tal manera, que en los últimos años ha realizado trabajos millonarios que le han dejado grandes beneficios económicos.
Por la mente de Mosquea nunca pasó la idea de ser herrero. Llegó a Santo Domingo en 1980 desde Nagua, provincia María Trinidad Sánchez, con la finalidad de hacer negocios, pues trabajaba como “paquetero” y se trasladaba de pueblo en pueblo.
En 1983, después de durar tres años viajando por todo el país, Ramón Mosquea sintió la necesidad de hacer un cambio en su vida, por lo que decidió dejar ese trabajo y buscar otro sustento de vida.
“Me paré en la Yolanda Guzmán, número 78, aquí en Santo Domingo. Conocí a una persona conocida como “Nino” que tenía una herrería. Él duró algunas semanas enseñándome ese oficio. Comencé a trabajar con él en su negocio que en ese momento era bien pequeño. El establecimiento estaba en una casa”, dice.
Tres meses después de haber iniciado a trabajar con Nino, quien se convirtió en su amigo, decidieron buscar un local más grande. Siguieron su trabajo y les estaba yendo bien, pero de manera sorpresiva Nino, quien era el dueño del negocio, se enfermó y fue internado en una clínica de Los
Mina.
El estado de salud de Nino estaba complicado, por lo que Mosquea decidió preguntarle: “¿usted cree que si en caso de que usted falte yo pueda continuar con el trabajo?, la respuesta de su amigo fue que si sentía que podía continuar con el negocio, que lo hiciera.
Días después el propietario del negocio murió. Ramón pasó a estar al frente de la herrería “Los Amigos”. Comenzó pintando camas de hierro, y compraba 50 centavos por hacerlo, y por pintar las camas “sándwich” 25 centavos.
Mi historia ha sido muy beneficiosa. He hecho muchos sueños realidad gracias a este trabajo, como tener mi propia casa con comodidades".
RAMÓN MOSQUEA.
Pequeño empresario.
Sus inicios frente al negocio
Mosquea continuo avanzando en el negocio que estaba dirigiendo. Hizo la primera cama solo en 1984 de dos plantas, y recuerda que para crearla invirtió RD$17, y la vendió en RD$35. En ese momento tenía tres empleados. “Después hice una cama de tubos, un poco más grande que la anterior y la vendí en RD$78. A partir de ahí el negocio comenzó crecer y adquirí las principales herramientas para trabajar como máquina de soldar, seguetas, pulidora, entre otras”, explica. Para ese tiempo vivía en una casa alquilada por la que pagaba RD$13 y “con la ayuda de Dios” y su trabajo pudo hacer una propia. En 1987 Mosquea tomó su primer préstamo. Fue de RD$25,000. En ese momento era mucho dinero y lo invirtió todo en su negocio. A partir de ahí ha tomado varios préstamos para seguir haciendo crecer su empresa. El taller ha crecido y ha seguido alquilando más espacios porque los trabajos crecen. Durante todo el proceso de crecimiento de su empresa, Mosquea nunca ha tenido ningún fracaso, al contrario, ha aprovechado varias oportunidades que se le han presentado,
Ramón Mosquea le recomienda a las personas que decidan emprender un negocio que siempre trabajen con seriedad.
como cuando estaban limpiando una cárcel ubicada en Cristo Rey y tuvo la oportunidad de conseguir muchos materiales.
Expresa que de ganar RD$18 con la venta de su primera cama, en la actualidad ha obtenido ganancias millonarias fruto de su trabajo, convirtiendo muchos sueños en realidad.