Un país busca a Emely
SOLO AHORA Y NO ANTES
Ya el caso estalló en los medios de comunicación social y es tema central y primero de las redes sociales. La indignación va in crescendo, y de ahora en adelante no habrá “pero…” que valga, militancia política con botella oficial que frene, ni complicidad de poderosos que detenga la acción de una Justicia que –ahora– actuará con más justicia que un Buda y mayor eficiencia que un bombero neoyorquino en septiembre, pero ahora, sólo ahora, joder. Sólo ahora veremos la agilidad de las instituciones oficiales que tienen que ver con el caso. Posiblemente habrá hasta despido, cancelación, renuncia, pero solo ahora que anda un país “echado al monte” de la consternación y la rabia por la tragedia, por la desaparición de la joven Emely, y los siniestros presagios que el drama de la joven sugiere en lo político, en lo institucional, en lo jurídico, en lo policial y, sobre todo, ay, sobre todo en lo familiar. ¡Ahora sí que somos pobres!, que tanto digo.
POR EL SOL DE LA MAÑANA
Ocurre con demasiada frecuencia. Un hecho abominable sucede en una lejana comunidad del país, parte de ella está enterada de lo ocurrido, los familiares de la víctima también, lo sabe el gobernador, los diputados, el senador, el alcalde e incluso la María Magdalena enamorada. Lo sabe todo el mundo, pero nada pasa. De repente, es un ejemplo, aparece un cura bueno o un líder comunitario que con admirable responsabilidad nos llama por teléfono a El Sol de la Mañana (matutino radial de ZolFM de 5:00 a 11:00AM), los miembros del equipo reaccionamos a coro, casi todos nos ponemos “malapalabrosos”, Montse protesta con razón porque suena un “oñó” a lo cubano. Helen Gil, la productora, comienza a localizar a las autoridades competentes, e incluso a las incompetentes. Sonya (la coordinadora) insiste, y el encargado final, o sea, el ministro, el director, o el general, el procurador, son enterados de la denuncia y de que el programa está enterado, que el tema ya está en las redes… y ¡Zas! de repente, en minutos comienza a actuar lo que no actuaba, y uno a uno van apareciendo los voceros de las instituciones que tienen que ver con lo denunciado. La maquinaria del Estado se pone en marcha, y así, lo que durante semanas se callaba y dormía plácidamente el indignante sueño de los impunes, despierta con la sorpresa de que, –ahora sí-, las autoridades envalentonadas y presionadas han comenzado a hacer el trabajo para el que existen y por el cual el ciudadano con sus impuestos les paga un salario. Comienzan las justificaciones de los imputados, aparecen los abogados defensores a intentar, vano empeño, justificar lo injustificable, y dale que te pego, pero la flecha ya está en el aire o en las redes sociales más exactamente, que el futuro era ayer, amor.
LA TENTACIÓN DE MARK TWAIN
Ocurre con violadores de menores que en pleno siglo XXI compran la víctima a sus padres, sucede en los barrios y comunidades a las que una distribuidora de electricidad tiene de relajo con sus apagones, o con el colmadón que no dejaba vivir a un barrio entero por la bulla y otras cosas. (En lo del colmadón bulloso, la excepción es el colmadón que, ubicado en la esquina de las calles Antonio Duvergé con Euladislao Guerrero, en Baní, increíblemente ha sobrevivido a todas las denuncias de los munícipes, a las de El Sol de la Mañana, el de La Tarde e incluso a las del sol de la noche que ni existe, y ahí sigue impacientado a los banilejos como muestra de la arrabalización institucional de un pueblo de comportamiento históricamente ejemplar). Pero, claro, quién puede pensar en el “insignificante” atropello de un colmadón contra la paz de un barrio banilejo, en el momento en que intenta escribir este bulevar, acosado “por el absurdo previsible” de la posibilidad de la parca de una Emely que pudo ser una de sus Paola, ay. Ante tanto desconsuelo, citar a Mark Twain es una tentación inevitable: “A mi edad, cuando me presentan a alguien ya no me importa si es blanco, negro, católico, musulmán, judío, capitalista, comunista… me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser”.