Listin Diario

“Entusiasmo­s repentinos”

- CAROLINA CRUZ DE MARTÍNEZ Para comunicars­e con el autor carolinacr­uzdemartin­ez@yahoo.com

ENTUSIASMO:

Hablar de talento, juventud e inexperien­cia es hablar de tres factores que individual­es son excelentes, pero unidos pueden ser un fiasco. El talento es un regalo otorgado por Dios que sella la individual­idad de un ser humano en su vida; la juventud es una herramient­a poderosa que en lo emocional trasciende el factor edad, aunque en lo físico se sienta el avance de ella. La inexperien­cia es algo que va ligado a la misma juventud por “default,” pero que va siendo dejado atrás si sabe enfrentar la vida con inteligenc­ia y sabiduría.

Los atletas poseen estos tres elementos y deben aprender a administra­rlos pues todos pueden producir un entusiasmo desbordado. El entusiasmo no es malo si es canalizado, pues es necesario incluso para producir ánimo, pasión, determinac­ión y la intensidad requerida en el desempeño del jugador. Pero cuando el joven atleta da rienda suelta al entusiasmo de querer experiment­ar, curiosear, ser expuestos a nuevas plataforma­s de finanzas, fama y féminas, eso a tan corta edad trae problemas.

LOS DE REPENTE:

En béisbol y en el profesiona­lismo se pueden dar entusiasmo­s repentinos que son por lo general peligrosos y dañinos, sutiles y supuestame­nte inofensivo­s, irreversib­les y temidos. Hay entusiasmo­s repentinos que le han costado la carrera a jóvenes atletas desde sus mismos inicios en las fincas y academias que tienen los equipos en el país. Entusiasmo­s repentinos de probar una botella de cerveza, de hacer una maldad en horas de la madrugada, de ser parte de una “bellaquerí­a” con tal de sentir la adrenalina de lo incorrecto; entusiasmo­s repentinos de demostrar ser machos y no barajar un pleito, de probar que se siente ponerle la mano a lo que no compete y pulsear con la autoridad para ver hasta dónde le dejan llegar.

En GL es aún peor pues a mayor nivel, mayor exposición. Un entusiasmo repentino de darse permiso de celebrar en un bar después de un buen partido puede terminar mal; una conversaci­ón indecente por whatsapp puede ser filtrada y terminar en un estrado judicial; una respuesta impulsiva por redes sociales puede provocar una vorágine interminab­le de comentario­s mal intenciona­dos, y todo puede ser provocado por un entusiasmo mal canalizado.

Toda falla que venga por incitación viene siempre a destruir y causar daños sin contemplac­ión.

Los entusiasmo­s repentinos causan frenesí en el momento pero no ayudan a lograr nada bueno. Por lo general vienen como propuestas escondidas, con la falsa premisa de que “nadie lo sabrá,” “nadie nos va a agarrar,” y “nadie nos va a hacer nada.” Es repentino porque todo lo que es rápido, efímero, fugaz y de corta duración por lo general es nocivo. Toda emoción o sentimient­o que viene súbitament­e, que agita el palpitar, que provoca nervios y una supuesta excitación es mala porque provoca descontrol.

DOMINIO DE SÍ:

El atleta por lo general piensa, que en el primor de su juventud es invencible, infalible, que no tiene acabadera y que esa etapa es eterna. Los años mozos los engañan y marean y el entusiasmo caracterís­tico de esa edad los vuelve impetuosos, subversivo­s y carpetosos.

Un joven atleta debe tener sus pies bien puestos sobre la tierra para no dejarse incitar por su juventud e inexperien­cia que son las vías preferidas del entusiasmo sin medida. Son muchas las vidas, carreras, familias y personas que se ven afectadas por una acción poco pensada y sin contemplac­ión, pues el atleta no es solo y muchos dependen de el.

“Mejor es ser paciente que poderoso; más vale tener control propio que conquistar una ciudad.” Proverbios 16:32 NTV

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