“Entusiasmos repentinos”
ENTUSIASMO:
Hablar de talento, juventud e inexperiencia es hablar de tres factores que individuales son excelentes, pero unidos pueden ser un fiasco. El talento es un regalo otorgado por Dios que sella la individualidad de un ser humano en su vida; la juventud es una herramienta poderosa que en lo emocional trasciende el factor edad, aunque en lo físico se sienta el avance de ella. La inexperiencia es algo que va ligado a la misma juventud por “default,” pero que va siendo dejado atrás si sabe enfrentar la vida con inteligencia y sabiduría.
Los atletas poseen estos tres elementos y deben aprender a administrarlos pues todos pueden producir un entusiasmo desbordado. El entusiasmo no es malo si es canalizado, pues es necesario incluso para producir ánimo, pasión, determinación y la intensidad requerida en el desempeño del jugador. Pero cuando el joven atleta da rienda suelta al entusiasmo de querer experimentar, curiosear, ser expuestos a nuevas plataformas de finanzas, fama y féminas, eso a tan corta edad trae problemas.
LOS DE REPENTE:
En béisbol y en el profesionalismo se pueden dar entusiasmos repentinos que son por lo general peligrosos y dañinos, sutiles y supuestamente inofensivos, irreversibles y temidos. Hay entusiasmos repentinos que le han costado la carrera a jóvenes atletas desde sus mismos inicios en las fincas y academias que tienen los equipos en el país. Entusiasmos repentinos de probar una botella de cerveza, de hacer una maldad en horas de la madrugada, de ser parte de una “bellaquería” con tal de sentir la adrenalina de lo incorrecto; entusiasmos repentinos de demostrar ser machos y no barajar un pleito, de probar que se siente ponerle la mano a lo que no compete y pulsear con la autoridad para ver hasta dónde le dejan llegar.
En GL es aún peor pues a mayor nivel, mayor exposición. Un entusiasmo repentino de darse permiso de celebrar en un bar después de un buen partido puede terminar mal; una conversación indecente por whatsapp puede ser filtrada y terminar en un estrado judicial; una respuesta impulsiva por redes sociales puede provocar una vorágine interminable de comentarios mal intencionados, y todo puede ser provocado por un entusiasmo mal canalizado.
Toda falla que venga por incitación viene siempre a destruir y causar daños sin contemplación.
Los entusiasmos repentinos causan frenesí en el momento pero no ayudan a lograr nada bueno. Por lo general vienen como propuestas escondidas, con la falsa premisa de que “nadie lo sabrá,” “nadie nos va a agarrar,” y “nadie nos va a hacer nada.” Es repentino porque todo lo que es rápido, efímero, fugaz y de corta duración por lo general es nocivo. Toda emoción o sentimiento que viene súbitamente, que agita el palpitar, que provoca nervios y una supuesta excitación es mala porque provoca descontrol.
DOMINIO DE SÍ:
El atleta por lo general piensa, que en el primor de su juventud es invencible, infalible, que no tiene acabadera y que esa etapa es eterna. Los años mozos los engañan y marean y el entusiasmo característico de esa edad los vuelve impetuosos, subversivos y carpetosos.
Un joven atleta debe tener sus pies bien puestos sobre la tierra para no dejarse incitar por su juventud e inexperiencia que son las vías preferidas del entusiasmo sin medida. Son muchas las vidas, carreras, familias y personas que se ven afectadas por una acción poco pensada y sin contemplación, pues el atleta no es solo y muchos dependen de el.
“Mejor es ser paciente que poderoso; más vale tener control propio que conquistar una ciudad.” Proverbios 16:32 NTV