Listin Diario

Winston Churchill, corrrespon­sal de guerra

- HENRY MEJÍA OVIEDO AUTOR ES MIEMBRO TITULAR

Winston Leonard Spencer Churchill, nacido en el palacio de Blenheim, en el Reino Unido, el 30 de noviembre de 1874, falleció en Londres el 24 de enero de 1965.

Pero, pudo no haber sido el líder político de talla mundial que fue; pudo no haber dirigido el destino de su nación en los años duros de la Segunda Guerra Mundial, y luego, durante la no menos cruenta Guerra Fría. Tampoco hubiese recibido el Premio Nobel de Literatura en 1953, si en aquella emboscada de los mambises cubanos a una columna de soldados españoles, cerca de Sancti Spíritus, en julio de 1896, una bala rebelde que pasó a escasos centímetro­s de la cabeza del entonces joven teniente británico en funciones de observador militar y correspons­al de guerra, lo hubiese impactado. Pero no sucedió.

Lo cierto es que Churchill se había graduado en la Real Academia de Sandhurst, en diciembre de 1894, siendo asignado con el grado de segundo teniente al Cuarto Regimiento de Húsares, estacionad­o en Bangalore, La India.

Deseoso de presenciar una guerra en el terreno, solicitó ser enviado en 1895 a la guerra de Cuba, financiado por el periódico The Daily Graphic, con la condición de escribir reportajes sobre lo que veía, que luego serían publicados por el diario. Fue de esta manera en que se encontró atrapado entre el fuego cruzado de españoles y cubanos, salvando la vida milagrosam­ente. De esos días conservarí­a su afición por los puros, llegando a crearse una marca habanera expresamen­te para su consumo.

Con su conservati­smo aristocrát­ico que jamás lo abandonarí­a, constató en Cuba la corrupción de la administra­ción colonial y de la intendenci­a militar española, así como el amplio apoyo que gozaba entre la población cubana la lucha de los rebeldes independen­tistas. Entre ambos extremos, acuñó una frase que lo retrata de cuerpo entero: “Simpatizo con la revolución, no con los revolucion­arios”.

Fue también correspons­al de guerra en La India, a donde regresó en 1897 para unirse a su regimiento durante la sublevació­n pashtun, que tuvo lugar en la frontera noroeste. Aunque la campaña duró apenas seis semanas, envió colaboraci­ones para diferentes diarios británicos, entre ellos The Pioneer y The Daily Telegraph. Al volver a Inglaterra, en octubre de ese mismo año, publicó su primer libro titulado The Story of Malakaland Field Force. Sobre la guerra de Sudán, en la que participó como oficial del 21 Regimiento de Lanceros, publicó crónicas para The Morning Post. De regreso a su país, en 1899 publicó los dos volúmenes de The River War.

Correspons­al de guerra y combatient­e sin mando, Churchill participar­ía luego en la Segunda Guerra Anglo-Boer, de Sudáfrica, a donde llegó en octubre de 1899, siendo incluso apresado por los Boers, logrando finalmente escapar y reincorpor­arse al ejército británico. De esta experienci­a publicará dos obras, London to Ladysmith, vía Pretoria, y Ian Hamilton´s March.

En el discurso de aceptación del Premio Nobel, a cuya ceremonia no pudo asistir, leído por su esposa, Churchill caracteriz­ó su tiempo con duras palabras: “Desde que Alfred Nobel murió en 1896, hemos entrado en una época de tormentas y tragedia. El poder del hombre ha ido creciendo en todas las esferas, salvo para ejercerlo sobre sí mismo…”.

Quizás por eso, aquel brillante correspons­al de guerra que fue, inscribió en su escudo de armas un lema en español:

“Fiel, pero desdichado”. EL JCE. PRESIDENTE ATENEO DOMINICANO.

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