Voz de Milton
Desde la presidencia del Tribunal Constitucional, el doctor Milton Ray Guevara no solo ha abogado -junto a los demás magistrados que le acompañan en una tarea que debieron comenzar de ceroporque el órgano cumpla su rol de garante de la correcta aplicación de la ley, sino que desde allí ha sido una voz alta y firme en defensa de que en el país tengamos, y apliquemos, una verdadera cultura constitucional.
Logrado esto, sin reparar en los obstáculos que se tengan que saltar y en los intereses que haya que enfrentar, solo entonces pudiéramos hablar de que trillamos el camino del fortalecimiento institucional del país, una vieja aspiración de tantos y tantos dominicanos. En distintos tiempos, áreas importantes de la intelectualidad (no se sabe si por saberse por encima de todo, hasta del bien y del mal) llegan a extremos de parecerles a muchos mortales que andan por las nubes y que, por tanto, no tienen los pies en la tierra.
Y de ahí, posiblemente, la proclividad de esos hombres y hembras avezados en las letras y en la cultura (algunos con sus amarguras y sus frustraciones personales) de caer en el terreno de la irracionalidad, el extremismo o en el tremendismo irresponsable. Como fuera el caso de algunos intelectuales y adicionalesvestidos de verde- que hace unas semanas en el Parque de La Lira demandaran en un documento-proclama, que desautorizara el Movimiento Verde, la supresión del mandato del presidente Medina, convocatoria de una constituyente, celebración de nuevas elecciones, supresión de las Altas Cortes, nueva Junta Central Electoral y otra Cámara de Cuentas, las dos últimas, por cierto, de reciente escogencia (¿).
Toda una locura que rompería el orden institucional y dejaría al país sin autoridades y sin árbitros o, cuando menos, quizá en manos de aventureros e irresponsables que solo lo empujarían al caos. Por eso el magistrado Ray Guevara, que como todo el que se respete, no es indiferente, reacciona: “Sería un golpe a la Constitución… la ruptura del orden constitucional, nos retrotraería al golpe de Estado contra el gobierno de Juan Bosch en el 1963”.
El error de algunos de los que quieren cambios en las reglas de juego institucionales y que hasta fueron de los que aprobaron lo que tenemos- ha sido el de no validarse en las urnas, con votos.