Kvitova conmueve a casi un año de ser acuchillada
Después de una primera semana en la que pasó apuros con sus nervios, Rafael Nadal sacó a relucir su mejor versión en el Abierto de Estados Unidos.
Con mucha más facilidad de lo anticipado, el número uno del mundo se instaló el lunes en los cuartos de final del US Open por primera vez en cuatro años al despachar 6-2, 6-4, 6-1 al ucraniano Alexander Dolgopolov en tan solo 1 hora y 41 minutos de una tarde soleada en el estadio Arthur Ashe.
Fue por lejos el despliegue más convincente del astro español, quien quedó más cerca de una cita de semifinales con su némesis Roger Federer.
“He jugado un partido muy completo, con pocos errores”, destacó Nadal. “No he pasado revista a las estadísticas, así que ignoro cuántos errores no forzados he cometido, pero mi sensación es que fueron muy pocos”, destacó Nadal.
El recuento del duelo consignó que Nadal solo cometió 11 errores no forzados contra los 39 del ucraniano.
A diferencia de sus dos partidos previos, en los que cedió el primer set ante el japonés Taro Daniel (segunda ronda) y el argentino Leonardo Mayer (tercera), Nadal evitó los sobresaltos, poniendo marcha directa a la victoria con un quiebre en el cuarto game de la manga inicial.
“Los primeros partidos han costado un poquito, pero los he ganado con una muy buena actitud mental, de lucha. El otro día, yo creo los últimos tres sets (contra Mayer) fueron positivos y hoy he continuado con una tónica positiva”, indicó Nadal.
“He dominado los tiempos dentro del punto, sin los nervios o la falta de tranquilidad de los primeros días. Estaba golpeando pelotas demasiado adelante, demasiado tarde. Me costaba cambiar de direcciones, cosa que hoy no ha pasado”, analizó el máximo preclasificado. “Eso no se vio hoy. He cortado la pelota cuando la he tenido que cortar, la he levantado cuando la tenía que levantar y he atacado cuando he tenido que atacar”.
Nadal no le dio tregua alguna a un adversario ante el cual había perdido en dos de los tres previos enfrentamientos, quebrando el saque de Dolgopolov en seis oportunidades, además de contabilizar un 82 por ciento de efectividad en los puntos con el primer saque y sin ceder su servicio.
“He jugado muy mal”, dijo Dolgopolov. “Él no tuvo que hacer un gran esfuerzo... yo cavé mi propia fosa”.
Nadal no asomaba entre los ocho mejores en Flushing Meadows desde el último de sus dos títulos del US Open, en 2013.
Le tocará medirse con Andrey Rublev, un ruso de 19 años que se convirtió en el cuartofinalista más joven en el torneo desde Andy Roddick en 2001, con la misma edad. Rublev, integrante de la llamada “Próxi- ma Generación” que la ATP promociona, dio la sorpresa al eliminar 7-5, 7-6 (5), 6-3 al belga David Goffin (9no preclasificado).
“La realidad es que mi nivel de tenis ha ido mejorando, creo que de manera muy positiva durante todo el torneo, y ahora queda la parte más difícil y hay que estar preparados para dar ese paso adelante en nivel”, señaló Nadal.
Falta mucho para concretarse el primer FedererNadal en un US Open. Federer (tercer cabeza de serie) tenía que solventar por lo noche su choque contra el alemán Philipp Kohlschreiber (33), a quien aventaja 110 en el historial. Si el suizo sortea esa valla, entonces vendrá un duelo contra el ganador del enfrentamiento entre el argentino Juan Martín del Potro (24) y el austríaco Dominic Thiem (6). Petra Kvitova tiene una nueva perspectiva del tenis y la vida.
Después de todo, hace menos de nueve meses, un cirujano no le podía garantizar a la checa de 25 años que podría volver a jugar tras operarle la mano izquierda, con la que empuña la raqueta, tras el ataque con cuchillo que sufrió en su casa.
Pero aquí está en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos, con una historia conmovedora que le ha transformado en la favorita sentimental del torneo.
Se trata de apenas la segunda vez en 10 presentaciones que Kvitova se abre paso entre las ocho mejores en Flushing Meadows. La previa fue en 2015, cuando perdió en esa instancia ante la eventual campeona Flavia Pennetta.
El último Grand Slam de la temporada nunca ha sido el más propicio para Kvitova, por el calor que en ocasiones es abrasador y la superficie dura.
“Ahora lo disfruto más que nunca”, dijo tras su triunfo en dos sets ante la hispano-venezolana Garbiñe Muguruza en los octavos de final.
Esa victoria ante la reinante campeona de Wimbledon y número tres del mundo ha sido la más resonante de Kvitova desde que regresó a las canchas a fines de mayo, en el Abierto de Francia.
“Yo vine sin ningún tipo de expectativas”, indicó la 13ra cabeza de serie en Nueva York.
Lo cierto es que ha excedido esas expectativas tras vivir una pesadilla. El mero hecho de competir es un logro inmenso.
En diciembre, Kvitova se encontraba desayunando en su apartamento en Prostejov, la ciudad checa donde reside, cuando fue víctima del ataque del intruso armado con un cuchillo. La campeona de Wimbledon en 2011 y 2014 resistió, sufriendo heridas en los tendones de la mano izquierda, en todos los cinco dedos y dos nervios.
Aún le cuesta sujetar con fuerza su raqueta o cerrar el puño cuando festeja sus triunfos.
“Lo que ha tenido que pasar es inconcebible, irracional. El mundo en el que vivimos es simplemente traumático”, comentó Venus Williams, quien será su rival en la ronda de cuartos el martes. “Para ella, el poder estar jugando bien es un gran bendición. El poder estar acá y hacer lo que necesita, su lucidez para jugar, es algo lindo de admirar”.
Williams también está escribiendo una historia admirable.