VIVENCIAS
CJuan Francisco Puello Herrera
arcoma de las virtudes es el resentimiento que genera la envidia, equivale a una muerte en vida porque no se disfruta nada de lo que se posee.
Es muy difícil tratar de superar la propensión a envidiar ya que esta además de involuntaria es lisonjera. “Es la envidia testimonio que denota vil flaqueza, es malicia y es simpleza, es desdicha y es demonio” escribió Juan Rufo en Carta a su hijo.
Este resentimiento refinado que es la envidia lleva al envidiosoinsidioso a despreciar a todo el mundo, convirtiéndose en un ser desagradable y despreciable a los ojos de los demás.
Qué difícil se le hace al envidioso evitar la comparación con los otros. Por eso vive y se alimenta de su pobreza de espíritu. A la vez que se hace esclavo de las cuentas que lleva de las personas que bajo la apariencia de la adulación les hace creer que las admira.
Nunca el envidioso aspira a algo grande porque se lamenta de los éxitos de los demás que jamás podrá alcanzar. El resentimiento se alimenta de la felicidad que tienen otros; una felicidad que nunca el resentido se detiene a mirar para sí.
Pero también el resentimiento cierra filas con el mal que es todavía peor por el desequilibrio que produce, ya que como remedio engañoso de las aspiraciones frustradas procura consolarse con los meritos ajenos.
Es tan terrible el que obra bajo la influencia de un acendrado egoísmo resentido, que no hay un solo momento de su existencia en que las fuerzas tenebrosas y perversas estén al acecho para aprisionar desde la oscura interioridad del alma la beatitud y la abundancia de paz que rodea a los que consume su envidia.
Para los resentidos también Dios tiene un plan de salvación pues como dice el Kempis “muchas veces Dios da en un instante lo que negó durante largo tiempo”.