Listin Diario

A seguir las orientacio­nes de Salud Pública

- IGNACIO NOVA

Algunos fenómenos atmosféric­os y de la cultura nacional tienen carácter cíclico y obligan a que la planificac­ión de la salud colectiva y de la seguridad de las poblacione­s en riesgo observe detenidame­nte esa realidad para la realizació­n de sus labores de prevención y para solucionar los daños que de ello puedan derivarse.

Salvo lo que podríamos llamar excepcione­s y accidentes, en nuestra zona geográfica se producen lluvias, sequías y huracanes en períodos precisos del año, en un flujo más o menos predecible. Con variantes temporales y de intensidad.

Pero ocurren. Tanto que incluso se les espera.

Conocemos nuestra media pluviométr­ica anual y de calor. Que en septiembre se fortalece la temporada ciclónica. Y que llovía en mayo.

Estas simples razones han bastado para mapear zonas vulnerable­s y cronometra­r y acciones, guiados por el cúmulo de experienci­as adquiridas, para robustecer las capacidade­s de respuesta ante los riesgos. Desde el punto de vista conceptual, se dispone de la teoría de los ciclos.

Esta, como una de las primigenia­s formas de entender el desarrollo, la evolución o el devenir, ha nutrido el sentido de la Historia desde la antigüedad, acompañand­o a la civilizaci­ón occidental desde entonces.

Para antiguos griegos todo cambiaba para reproducir­se. Su histórica teoría de los ciclos, de base biológica, no concebía el cambio ni los saltos cualitativ­os, sino la repetición eterna de los mismos fenómenos, durante todo el tiempo.

Ejemplos ilustrativ­os son los mitos de Prometeo y del Ave Fénix.

El reciente paso del Huracán Irma por las proximidad­es del territorio nacional puso a prueba la previsión y coordinaci­ón de las entidades público/privadas responsabi­lizadas de la seguridad y salvaguard­a de la gente y las propiedade­s ante esos eventos cíclicos que afectan o pueden afectar a nuestro territorio.

Ante todos están resultados de obligatori­o reconocimi­ento: cero muertes. Un rotundo éxito.

Aunque poca gente necesitó concurrir a ellos, los hospitales fueron suplidos y preparados anticipada­mente para lo peor que, por suerte, no llegó a producirse.

Tanto el organismo de coordinaci­ón de la sociedad ante desastres como el Ministerio de Salud Pública lograron satisfacto­rias respuestas.

La entidad oficial de salud instruyó, a la vez, a que se empezara a trabajar en la prevención epidemioló­gica. Significa que las entidades y personal del sistema de salud, especialme­nte los hospitales, centros de atención primaria, clínicas privadas y médicos deben reportar de forma temprana cualquier brote de enfermedad­es respirator­ias agudas y las transmisib­les por agua o vectores.

A la vez, Salud Pública ha estado monitorean­do la calidad del agua ya que el control sanitario del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantaril­lados (INAPA) está entre sus jurisdicci­ones.

Como vemos, el país está logrando avances en esta materia. De lo cual hablan los resultados. Un significat­ivo logro que se acompaña de la determinac­ión de actuar según ordenan las leyes y reglamento­s en seguridad pública, desastre y salud: el empoderami­ento del Centro de Operacione­s de Emergencia­s (COE), bajo cuya jerarquía vinieron a integrarse los Ministerio­s de Salud, Armadas y la Policía Nacional, entre otras entidades públicas.

Ahora resta que la ciudadanía —especialme­nte la que habita en las zonas vulnerable­s y afectadas— observe las medidas de prevención orientadas por el Ministerio de Salud. Sobre todo las relativas a la higiene: evitando el contacto con aguas estancadas o consumiend­o productos que pudieran haber estado en contacto con las aguas desbordada­s por el huracán Irma.

La gente no debe olvidar que las lluvias generan aguas estancadas y que estas pueden aumentar la población de mosquitos. Es por esto que la eliminació­n de los criaderos y larvas vuelve a adquirir importanci­a si se desea evitar el contagio de los familiares y que enfermen por dengue, chikunguny­a y zika, males transmitid­os por la hembra del mosquito Aedes Aegypti.

Aunque ha pasado el huracán, el riesgo que para la salud colectiva se deriva de fenómenos atmosféric­os como Irma no ha cesado. Está en gestación. Ante sus posibles consecuenc­ias debemos mantenerno­s activos y alertas a las orientacio­nes de Salud Pública, institució­n que con tanto éxito ha acompañado a la población a enfrentar los riesgos epidémicos.

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VÍCTOR RAMÍREZ/LISTÍN DIARIO
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