A seguir las orientaciones de Salud Pública
Algunos fenómenos atmosféricos y de la cultura nacional tienen carácter cíclico y obligan a que la planificación de la salud colectiva y de la seguridad de las poblaciones en riesgo observe detenidamente esa realidad para la realización de sus labores de prevención y para solucionar los daños que de ello puedan derivarse.
Salvo lo que podríamos llamar excepciones y accidentes, en nuestra zona geográfica se producen lluvias, sequías y huracanes en períodos precisos del año, en un flujo más o menos predecible. Con variantes temporales y de intensidad.
Pero ocurren. Tanto que incluso se les espera.
Conocemos nuestra media pluviométrica anual y de calor. Que en septiembre se fortalece la temporada ciclónica. Y que llovía en mayo.
Estas simples razones han bastado para mapear zonas vulnerables y cronometrar y acciones, guiados por el cúmulo de experiencias adquiridas, para robustecer las capacidades de respuesta ante los riesgos. Desde el punto de vista conceptual, se dispone de la teoría de los ciclos.
Esta, como una de las primigenias formas de entender el desarrollo, la evolución o el devenir, ha nutrido el sentido de la Historia desde la antigüedad, acompañando a la civilización occidental desde entonces.
Para antiguos griegos todo cambiaba para reproducirse. Su histórica teoría de los ciclos, de base biológica, no concebía el cambio ni los saltos cualitativos, sino la repetición eterna de los mismos fenómenos, durante todo el tiempo.
Ejemplos ilustrativos son los mitos de Prometeo y del Ave Fénix.
El reciente paso del Huracán Irma por las proximidades del territorio nacional puso a prueba la previsión y coordinación de las entidades público/privadas responsabilizadas de la seguridad y salvaguarda de la gente y las propiedades ante esos eventos cíclicos que afectan o pueden afectar a nuestro territorio.
Ante todos están resultados de obligatorio reconocimiento: cero muertes. Un rotundo éxito.
Aunque poca gente necesitó concurrir a ellos, los hospitales fueron suplidos y preparados anticipadamente para lo peor que, por suerte, no llegó a producirse.
Tanto el organismo de coordinación de la sociedad ante desastres como el Ministerio de Salud Pública lograron satisfactorias respuestas.
La entidad oficial de salud instruyó, a la vez, a que se empezara a trabajar en la prevención epidemiológica. Significa que las entidades y personal del sistema de salud, especialmente los hospitales, centros de atención primaria, clínicas privadas y médicos deben reportar de forma temprana cualquier brote de enfermedades respiratorias agudas y las transmisibles por agua o vectores.
A la vez, Salud Pública ha estado monitoreando la calidad del agua ya que el control sanitario del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillados (INAPA) está entre sus jurisdicciones.
Como vemos, el país está logrando avances en esta materia. De lo cual hablan los resultados. Un significativo logro que se acompaña de la determinación de actuar según ordenan las leyes y reglamentos en seguridad pública, desastre y salud: el empoderamiento del Centro de Operaciones de Emergencias (COE), bajo cuya jerarquía vinieron a integrarse los Ministerios de Salud, Armadas y la Policía Nacional, entre otras entidades públicas.
Ahora resta que la ciudadanía —especialmente la que habita en las zonas vulnerables y afectadas— observe las medidas de prevención orientadas por el Ministerio de Salud. Sobre todo las relativas a la higiene: evitando el contacto con aguas estancadas o consumiendo productos que pudieran haber estado en contacto con las aguas desbordadas por el huracán Irma.
La gente no debe olvidar que las lluvias generan aguas estancadas y que estas pueden aumentar la población de mosquitos. Es por esto que la eliminación de los criaderos y larvas vuelve a adquirir importancia si se desea evitar el contagio de los familiares y que enfermen por dengue, chikungunya y zika, males transmitidos por la hembra del mosquito Aedes Aegypti.
Aunque ha pasado el huracán, el riesgo que para la salud colectiva se deriva de fenómenos atmosféricos como Irma no ha cesado. Está en gestación. Ante sus posibles consecuencias debemos mantenernos activos y alertas a las orientaciones de Salud Pública, institución que con tanto éxito ha acompañado a la población a enfrentar los riesgos epidémicos.