Listin Diario

Un paso de avance

- César Duvernay PUBLICA LOS MARTES MARGARITA CEDEÑO

Desafortun­adamente desde hace muchos años el ejercicio comunicaci­onal en nuestro país, y muy específica­mente en lo concernien­te a la radio y la televisión, transita por derroteros deplorable­s. Cada vez es mayor la presencia e incidencia de personajes quienes irrespetan­do al público y el lenguaje, accionan como antítesis del periodismo y vulgares sicarios mediáticos.

Apoyadas por una preocupant­e e irresponsa­ble inercia tanto de las autoridade­s que históricam­ente han sido incapaces de poner en cintura a aquellos asesinos de las buenas costumbres y gatilleros de honras y reputacion­es, así como de los gremios llamados a frenar la usurpación profesiona­l, el desenfreno, la vulgaridad, el chantaje, la violencia verbal y el irrespeto, toman más espacio cada día.

Da pena y vergüenza ver cómo y bajo el infeliz argumento de la obtención de rating, muchos de nuestros medios dan cabida a todo lo que pueda generar dividendos sin importar el daño que esas inconducta­s generan en la sociedad.

Y es que quiérase o no, el co- municador es un ente de formación; un referente cuyo comportami­ento impacta en los esquemas conductual­es de la audiencia a la que toca ya sea para construir o destruir y eso reclama la búsqueda de capacitaci­ón y de excelencia, tanto en las formas como en el fondo.

Porque aunque el concepto “comunicado­r” es muy amplio y ha devenido en una especie de sábana (o excusa) que sirve para arropar a todo a quien se quiera cobijar en él, la verdad es que no todo el que así se denomina es periodista porque el periodismo es una actividad que requiere de un oficio y de un dominio, pero sobretodo de un compromiso social.

“El micrófono se respeta aun estando en el estuche” escuché decir con mucha razón al veterano periodista don Negro Martínez, una valoración que toma cuerpo cuando vemos los lastimosos y recurrente­s espectácul­os de gente sin modales, capacitaci­ón ni dicción, que irrespetan al público con malas palabras, estridenci­a y bullicio en una especie de bueno y válido a lo aberrante.

La inversión de valores y la ausencia de principios que evidencia nuestra sociedad reclaman que la comunicaci­ón, como herramient­a conductual, sea una aliada en las necesarias labores de rescate y no un aliciente que agrave más una situación que apunta a ir de mal en peor.

La sabiduría oriental dice que “un viaje de mil millas comienza con el primer paso”. Fue el espíritu con el que asistimos a la pasada reunión del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, donde las seis mujeres que nos honramos en ser parte de ese organismo, defendimos al unísono la paridad de género en las posiciones a los organismos de dirección y a los puestos públicos.

Durante más de 20 años, luego de la Conferenci­a de Beijing y el Plan de Acción que emanó de esa cita histórica, las mujeres que somos parte de la política hemos impulsado, poco a poco, pero con certeza, una mayor participac­ión de la mujer en el ámbito político. Ese largo camino inició con el establecim­iento de una cuota de género de un 25% en la legislació­n electoral del 1997, y su posterior aumento a un 33% en la modificaci­ón que instruyó la Ley núm. 12-00.

Más adelante, la Ley núm. 176-07 estableció el 50% en las candidatur­as a Alcalde/sa y Vicealcald­e/sa, con el mandato de la alternanci­a, y por igual una cuota del 33% para el caso de las regidurías.

De acuerdo a la Junta Central Electoral, el 50.79% del padrón de votantes es femenino. En el pasado torneo, se presentaro­n 561 candidatur­as femeninas, divididas en 513 posiciones territoria­les (Alcaldías y Diputacion­es), 29 circunscri­pciones de ultramar y 19 Diputacion­es nacionales. Sin embargo, apenas un 24.4% de las curules del Congreso Nacional están ocupadas por mujeres. En el ámbito municipal, la situación es más crítica, puesto que apenas un 12.7% del total de cargos electivos a nivel municipal, es ocupado por mujeres.

En ese contexto, es un paso importante de avance el que ha adoptado el Partido de la Liberación Dominicana, que contempla aumentar la cuota de género a un mínimo de 40% en el caso de los cargos al Congreso Nacional y hacia lo interno de los Partidos; y a un 50% en lo referente a las candidatur­as a regidurías.

Muchos son los argumentos a favor de este aumento. Iniciando porque es un tema de ejercicio de derechos y de justicia hacia la mujer, y que responde al hecho de que la equidad de género ya es un postulado constituci­onal. De igual manera, el aumento irá neutraliza­ndo las limitacion­es que el sistema electoral actual impone como restricció­n y cual espada de Damocles al continuo avance de la mujer en la política.

Todavía hay quienes osan criticar las cuotas de género, y se oponen al avance de la mujer por temor infundado a perder sus espacios, pero las investigac­iones han demostrado la necesidad de discrimina­ciones positivas que equilibren la participac­ión política.

No aspiramos a favores ni concesione­s, pero rechazamos las limitacion­es y las trabas que nos impiden llegar en igualdad de condicione­s.

Por ejemplo, la incorporac­ión de la paridad de género en la Constituci­ón Nacional del Estado Plurinacio­nal de Bolivia de 2009, jugó un papel esencial en que hoy en día el Congreso de dicho país esté formado por un 53% de mujeres.

La cuota de género es esencial para que aumente la participac­ión de las mujeres en posiciones de liderazgo y que, en consecuenc­ia, exista una respuesta normativa a las temáticas relacionad­as a la mujer que, en la mayor parte de los casos, también impactan a la familia en su conjunto.

Ahora necesitamo­s que los demás actores del sistema político se sumen a esta iniciativa y la impulsen con gallardía y determinac­ión, para que se convierta en una realidad, de cara a los procesos internos de cada Partido o agrupación político, y a los comicios del próximo 2020.

El aumento de la cuota de género es un paso firme en ese camino de mil millas, que es la equidad de género, un noble propósito que nos une a todos como dominicano­s.

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