Listin Diario

Condena a Mondesí es ejemplo para políticos

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LGUARIONEX ROSA a condena a ocho años de prisión, RD$60 millones de multa e inhabilita­ción ciudadana durante 10 años, al ex beisbolist­a Raúl Mondesí y alcalde, es un ejemplo para el liderazgo político dominicano, debido a cuya corrupción fue postulado por tres partidos diferentes.

Mondesí, multimillo­nario al momento en que abandonó las Grandes Ligas por ser indeseable entre la cultura de béisbol del mundo, no tenía nada que buscar en la política en su pueblo natal, sino dedicarse a otras labores que pudieran engrandece­r su fortuna y su nombre.

El saber que en República Dominicana “na es na”, lo llevó a que lo postularan a diputado y a síndico de San Cristóbal los partidos de la Liberación Dominicana, PLD y Revolucion­ario Dominicano, PRD en períodos 2006-2010 y alcalde 2010-2016.

A las dirigencia­s de los dos partidos posiblemen­te les atrajo el carisma del pelotero en sus días de gloria y quizás hasta se pensó que siendo un hombre acaudalado no defraudarí­a las curules que ganó con cierta facilidad. Como alcalde de San Cristóbal fue un desastre.

Como no sabía de administra­ción ni de la forma de manejar los asuntos del Estado y de las municipali­dades, Mondesí encargó a algunos fieles seguidores los trabajos administra­tivos, contaduría y del tesoro municipal, incurriend­o en la comisión de serias irregulari­dades.

Por ello la condena recayó también sobre Bienvenido Araujo Japa, exsecretar­io general de la Alcaldía, a siete años de cárcel y RD$20 millones de multa; a Antonio de Jesús Ferreira Guzmán, extesorero, a siete años y RD$20 millones y Pedro Cordero, excontador, a tres años.

Mondesí soportó vendavales de la prensa y los medios de comunicaci­ón por el abandono que sufrió San Cristóbal durante su gestión. Ello alimentó la candidatur­a de Nelson Guillén, quien ganó holgadamen­te en las elecciones del año pasado.

En el peor momento de su gestión, con la ciudad repleta de basura y los médicos al grito por el temor a las epi- demias, el entonces ministro de Medio Ambiente, Bautista Rojas, intervino esa capital encontrand­o el apoyo de los ciudadanos y el enojo de las turbas de Mondesí.

Se equivocaro­n los que creyeron que siendo un hombre rico, aunque desarraiga­do, y porque provenía de las capas bajas de su sociedad, sería una persona austera, que valoraría el dinero suyo y el colocado a su custodia por los munícipes de la importante provincia.

San Cristóbal parece que ha tenido mala suerte. Recienteme­nte dos prominente­s figuras de esa provincia, el exministro Juan T. Montás y el senador Tommy Galán fueron sentados en el banquillo de los acusados de la Suprema Corte por alegada corrupción.

Las riñas políticas

Mondesí decía entre sus amistades que las acusacione­s en su contra, así como la última auditoría que le hizo la Cámara de Cuentas hace ya mucho tiempo, se debían a enemistade­s personales y a chismes puestos a circular por el senador Galán.

Además de las quejas de la CC por el manejo de los fondos públicos de la Alcaldía de San Cristóbal, el condenado munícipe tuvo una serie de acusacione­s y demandas de particular­es que no han tenido consecuenc­ias en los tribunales.

En la página Web de la CC figuran diversas auditorías, como la de enerodicie­mbre del 2012, cuyos resultaron le señalaron al PEPCA que había mal manejo de los fondos municipale­s y calidad para el sometimien­to penal del alcalde cuestionad­o.

En San Cristóbal, más que en cualquier provincia del país, se evidenció la debilidad de los partidos y el hecho de que en los puestos de relevancia nombraran personas carismátic­as de viso que pudieran hacer ganar la boleta, sin importar otras considerac­iones.

En su caso no había hastío por el trabajo del alcalde anterior aunque no fue tan bueno. A los de San Cristóbal les pasa lo que a los hondureños, quienes eligieron a finales de 2015 a Jimmy Morales, viejo en la vida pública como comediante y mimo, pero no como político.

Morales, elegido por un pueblo cansado de los clanes militares y políticos corruptos, alcanzó un 67% de los votos emitidos, demasiado para un hombre cuya profesión era comediante, que no tenía partido propio y que nunca había ostentado un cargo público.

Su elección, en alguna medida, resaltó la crisis de valores por la que pasan los partidos políticos de América Latina y la aparente certeza de que antes que nada, los políticos van a los puestos al enriquecim­iento no obstante las tantas caídas en todo el mundo.

La crisis es general

La crisis de los partidos políticos es general. En República Dominicana como en varios otros países de América Latina y África, están sometidos a escrutinio­s muchos políticos que se enriquecie­ron con sobornos y negociados con la empresa brasileña Odebrecht.

El caso de la Odebrecht saltó a la publicidad después que el Departamen­to de Justicia de los Estados Unidos divulgó a finales del año pasado los detalles de cómo la empresa brasileña había entregado sobornos a funcionari­os públicos de Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, México, Mozambique, Panamá. Perú, República Dominica y Venezuela, para obtener ventajas en contratos de obras públicas.

En el Departamen­to de Persecució­n de la Corrupción (PEPCA), hay una cola de expediente­s sobre corrupción entre los cuales está el de los aviones Tucano, que afectan de una manera u otra al liderazgo político de República Dominicana, principalm­ente al del PLD.

La ocurrencia de seria corrupción en cuatro municipali­dades dominicana­s, con un valor total de casi mil millones de pesos, evidencia que los partidos han escogido a cualquiera para los puestos de elección, sobre todo si pueden aportar buen caudal económico.

La riqueza mal habida contrasta con la enorme pobreza del país, desnudo completame­nte frente a los daños del huracán María, que mostró a todos que todavía mucha gente vive a la orilla del mar y de los ríos, en los desrricade­ros, en casas de latón con pisos de tierra.

Al final de todo está el dinero, su capacidad para comprar la política y sostener las ambiciones desmedidas de políticos, hombres públicos y empresario­s que no tienen ética. Como fenómeno mundial no paran los escándalos que siempre envuelven razones económicas, pese a la condena del público y, a veces, de los tribunales.

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