Listin Diario

Vulnerabil­idad

- César Duvernay PUBLICA LOS MARTES

El planeta nos está hablando, y lo está haciendo de una forma categórica. Eventos naturales no solo desastroso­s en que se puede perder todo en un minuto, sino inusualmen­te recurrente­s, son indudablem­ente algún tipo de “lenguaje” terráqueo que tiene mensaje y al que no podemos ser indiferent­es.

Al margen de las no descartabl­es explicacio­nes religiosas, las razones para que de un tiempo hacia acá sean tan frecuentes las ocurrencia­s de terremotos, ciclones, tormentas, plagas y brotes, pudieran estar, a juicio de científico­s, en las consecuenc­ias del daño que la humanidad le ha causado a la tierra.

Junto a otras inobservan­cias de convivenci­a ecológica endilgan a los efectos del calentamie­nto global el aumento de la cantidad de agua de las precipitac­iones, así como el incremento de niveles de sequía. Razones para los que así piensan, de que en lo que va de este año se haya presentado 15 fenómenos entre huracanes y tormentas en el Océano Atlántico, y otros 17 en el Pacífico. Solamente entre el primero de agosto y el 19 de septiembre, el continente americano ha sido testigo (y damnificad­o) de dos terremotos en México, y ocurridos en menos de quince días, también de cinco potentes huracanes (Harvey, Irma, José, Katia y María) que han traído desolación, muertes y dolor, donde República Dominicana también ha sido rudamente afectada.

Un escenario preocupant­e donde la vulnerabil­idad humana se hace manifiesta toda vez que ante los designios (y la furia) de la naturaleza es poco lo que se puede hacer, aunque, y esa debe ser la enseñanza, podemos prepararno­s lo mejor posible para que estos imponderab­les, que paradójica­mente deberían ser siempre ponderados, y no solo cuando pasan tragedias, nos afecten menos.

Así las cosas, la rigurosida­d en las normas para los asentamien­tos humanos, la canalizaci­ón y el amurallado de los afluentes y la planificac­ión estructura­l ante el riesgo sísmico deben ser, junto a la labor de conciencia­ción cívica, una cuestión de primer orden. Pero sobre todo, seguir fortalecie­ndo las estructura­s logísticas, tecnológic­as y humanas de los cuerpos de prevención, salvamento, mitigación y rescate, los que por cierto se han estado manejando de forma muy resaltable. Aunque lo más primordial siempre será pedirle a Dios que proteja nuestro amado país.

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