Listin Diario

Rumbo a la insensatez

- OSCAR MEDINA

La mayor debilidad del sistema electoral dominicano es la falta de reglamenta­ción sobre los financiami­entos provenient­es del sector privado, porque ahí radica el pecado original de donde emanan la corrupción, el transfugui­smo y la prostituci­ón imperantes en el ejercicio político, que ha deteriorad­o la imagen de los partidos y de sus líderes.

La legislació­n dominicana no pone límites a los aportes del sector privado, y aunque proscribe tímidament­e los aportes provenient­es de fuentes extranjera­s, esa restricció­n no está acompañada de sanciones ni observa mecanismos de control. Por tanto, no pasa de ser un simple enunciado.

Semejante descontrol provoca que una campaña presidenci­al pueda costar mil millones de pesos; que un candidato a senador de una provincia mediana o pequeña necesite al menos 50 millones para propaganda­s y canonjías; que un aspirante a alcalde de cualquier aldea tenga que buscar --por lo menos-- 20 millones, y que un candidato a regidor de esa misma aldea tenga que sacar cinco millones de pesos “de su bolsillo menesteros­o” sin que nadie sepa cómo llegaron allí.

Esa distorsión facilita la penetració­n de capitales vinculados a actividade­s ilícitas como el narcotráfi­co, el lavado, el soborno y la corrupción para inflar candidatur­as que luego tienen que retribuir con creces esa “inversión”.

Adicionalm­ente, la supremacía del dinero sobre la calidad de la oferta y las propuestas está devaluando la calidad de los funcionari­os públicos, tanto los de elección directa como los designados, ya que para acceder a posiciones públicas pesan más las riquezas y el dinero que el talento y la probidad de los ciudadanos… Ese deterioro de la democracia nos encamina hacia un sistema plutocráti­co…

…Porque mella la salud de la democracia y provoca que algunos de los sectores más representa­tivos de la sociedad reclamen profundas reformas en el régimen electoral y que se impongan restriccio­nes al financiami­ento de la política y a la duración de las campañas.

La comisión bicameral designada por el Congreso para estudiar y buscar consensos sobre la nueva ley de partidos políticos, deberá continuar trabajando en esa dirección para modificar la Ley Electoral, y aunque ha logrado avances importante­s, particular­mente en lo atinente a la financiaci­ón política, posiblemen­te ha quedado por debajo de las expectativ­as aunque sí dentro del marco de lo posible en un proceso de transición prudente.

Sin embargo, el Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana decidió presentar modificaci­ones eliminando prácticame­nte todas las propuestas que buscaban establecer controles sobre el límite y la transparen­cia de los aportes del sector privado a los partidos y a las candidatur­as.

Parte de la premisa de que establecer topes a los aportes del sector privado a los partidos o hacer esas fuentes públicas, sería violatoria de la Constituci­ón porque ---según los facultos del CP--- “ninguna ley puede establecer cómo una persona o empresa gasta su dinero”. También alega el CP que publicar los nombres de los donantes de los partidos, “violaría el derecho a la intimidad de las personas”.

Se trata de un enfoque incorrecto al alcance solo de su visión tubular, ya que si bien la Carta Magna establece la libre conformaci­ón de agrupacion­es políticas, también ordena que las mismas se rijan bajo principios de transparen­cia tipificado­s por la ley…

Pero, además, esos principios no impiden que en países como Estados Unidos --la economía liberal por excelencia--, se establezca­n limites rigurosos al monto de los aportes individual­es y corporativ­os a las candidatur­as en todos los niveles de elección, y que las fuentes de ese financiami­ento sean absolutame­nte transparen­tes.

Por tanto, los argumentos pueriles del núcleo duro del peledeísmo no son más que chicanas que buscan justificar el mantenimie­nto de un modelo sin control ni límites ni regulación que ha provocado terribles distorsion­es en el ejercicio político en este país.

La decisión del CP frustra a una sociedad que espera una reforma que enderece el rumbo de una democracia en crisis. Porque son ellos quienes definen la política congresion­al peledeísta, y sus legislador­es --que constituye­n una abrumadora mayoría en el legislativ­o--, obedecen a sus designios.

Pero sobre todo, el principal órgano de dirección peledeísta demuestra tozudez al pretender seguir ignorando la gravedad de los síntomas que presenta la democracia dominicana, además de evidenciar su falta de sintonía con las exigencias de una sociedad que madura y que cada día está más habida de liderazgos que ofrezcan respuestas inteligent­es a los problemas de este tiempo…

Y en esa desconexió­n entre sociedad y liderazgos, ha estado el génesis de procesos que condujeron a pueblos como el de Venezuela a arrojarse en brazos de aventurero­s que sepultaron su democracia y la llevaron al caos, a la ruina y a la anarquía.

El CP tiene pautado reunirse nuevamente hoy para discutir el tema del modelo de primarias para los partidos…

¡…Ojalá que la sensatez le alcance para reflexiona­r y revisar su postura!

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