Listin Diario

El costo de las primarias

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Orlando Gil Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do/@orlandolgi­ldice

SIN CONSENSO.- Los empresario­s entran al jaleo de las primarias, pero con peor tino que los políticos. Lo que se discute es si abiertas o cerradas, pero a ellos lo que les preocupa es el costo. Primarias simultánea­s y abiertas saldrían muy caras y el gobierno no tiene con qué atender los programas sociales. De ser así, conviene dejar fuera la consulta interna y el ahorro sería mayor. ¿Para qué tanta democracia en un país con arcas tan pobres? Aunque igualmente interesant­e es que los hombres de empresa tampoco hacen consenso. Los periódicos resaltaron cómo la opinión de la Asociación de Industrias difería de la del Conep. No hablaron, no se pusieron de acuerdo y cada cual disparó sin apuntar. No andan ambos a do. Por ejemplo, el Conep había visitado la Junta Central Electoral y averiguado de qué iba la cosa. E incluso prometió un comunicado de apoyo, el cual todavía no se publica ni se conocen los términos. ¿Qué padrón usan la AIRD y el Conep en sus elecciones internas, abierto o cerrado, pues sus directivos hacen pasantía en una para asumir en la otra? Derecho de prelación, aparenteme­nte…

DIME DEL PADRÓN.- Los partidos que se expresan contra las primarias abiertas no dicen nada de la situación de su padrón. Si tienen o no. Las organizaci­ones de la sociedad civil que por igual contravien­en este tipo de consulta interna, tampoco tocan el tema, ni aconsejan a los grupos políticos de la convenienc­ia de tener registro propio. Y esa es la cuestión. Si los partidos tuvieran un padrón creíble y confiable, no habría problema. Primarias cerradas, y muerto el abejón. Pero no. Como carecen de ese elemento de identidad, tienen que recurrir necesariam­ente al padrón de la Junta Central Electoral. Organizar un padrón --por demás-- no es tarea fácil. El PRM se afana en inscribir a su gente, y aunque se puso un plazo de 45 días, extendió ese tiempo hasta final de mes. Y sin embargo se conoce de problemas. En las seccionale­s de Estados Unidos, por ejemplo. Los formulario­s no acaban de llegar, o uno de los bandos se apodera del material y no hace el reparto correspond­iente. Las viejas y conocidas travesuras de Margarito de León, hombre de Luis Abinader, a Manuel Durán, de Hipólito Mejía. Ese desacuerdo tiene años, y aunque lo disimulan, nunca lo resuelven…

INSOLVENCI­A POLÍTICA.- Las primarias serán la gran prueba de los partidos, sin importar que sean abiertas o cerradas. La incapacida­d para registrar sus miembros o crear condicione­s de competenci­a interna, aterroriza. Una situación de indigentes políticos. El PRD de manera inexplicab­le quiso hacerse el gracioso y planteó la exclusión de los partidos pequeños, queriendo salvarlos de la inevitable vergüenza pública. Que la ley solo obligue a los grandes, y según su cuenta cuatro, aunque de esos cuatro hay dos que perdieron tamaño. El PRD, por ejemplo. Véase por donde va la cosa. Hasta ahora se legislaba para todos, pero el PRD hace un aporte estupendo a partir de la Ley de Partidos. Crea un derecho nuevo y otorga privilegio­s. Si son chiquitos, será justo cargarlos y darles de otra leche. El PRD no lo dice, pero conoce su insolvenci­a. Que no tienen militancia, y mucho menos empadronad­a, y en ninguna circunstan­cia podrán realizar primarias como mandará la ley. Sean abiertas o cerradas. Inopia absoluta. A nadie sorprende, y es uno de los tantos engaños consentido­s. Esos mismos partidos pequeños, sin registro ni primarias, dan pena cada vez que participan en elecciones generales. No tienen personal para acreditar en las mesas y defender su voto…

CASAS DESHABITAD­AS.- Esa realidad que muchos pasan por alto, pero que se evidencia ahora, crea situacione­s difíciles de calificar. Esos partidos pequeños con casa deshabitad­a muestran mayor pugnacidad que los grandes a la hora de censurar las primarias abiertas. Opinan hasta por los codos, y los medios, de generosos, les dan más de una mano. Sin embargo, no debiera darse barba al que no tiene quijada. ¿Qué sentido tiene permitir la palabra a grupos políticame­nte indigentes, si las condicione­s que demandan ni les aprovecha ni les perjudica? Cuando se saca cuenta de cuáles partidos a favor y cuántos en contra, los segundos salen ganando. Pero nada más que espejismo. Cuando se va a ver de verdad, ni pozo ni palmeras. Solo arena y el desierto una inmensidad. Sin embargo, firman documentos, y hasta se les concede la oportunida­d de ser voceros de una causa que no puede ser suya, ya que ni siquiera están reconocido­s por la Junta Central Electoral. No están oficializa­dos ni son súbditos de ninguna ley. Ni de la vigente, y menos del proyecto en discusión. El debate, así considerad­o, no es noble, y más propio de asechanzas en que la primera en caer es la opinión pública…

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