Tinglado
El hedor judicial emanado por la fuga y falsa muerte de Pedro Alejandro Castillo Paniagua (Quirinito), condenado a 20 años por sicariato, revela la existencia de elementos todavía mucho más preocupantes que el hecho en sí.
Y es que para que una persona acusada de cometer múltiples asesinatos y secuestros e inicialmente sentenciada 30 años (2010) logre, no solo que le sea reducida su condena a 20 (2013), sino obtener su traslado de la provincia de San Cristóbal a la de San Francisco (2016) y que luego le sea variada la reclusión por la de prisión domiciliaria bajo argumentos -certificadosde enfermedad terminal (2017), se necesitan muchos pasos, procedimientos y tiempo.
Todo un tinglado que sepa cómo hacer lo que hay que hacer y con las personas adecuadas para preparar un terreno que finalmente permita al reo la suerte de en julio 2017, encontrar su “muerte” en un certificado médico el que, y como todas las demás documentaciones, también resulte falso para que la sentencia la cumpla un difunto del que no se conoce ni cuerpo ni tumba.
Pretender pasar una tabla rasa y decir que todo el que estuvo involucrado en esta fuga es culpable o que recibió dinero, sería injusto porque pudo haber gente engañada, pero es obvio esto no fue hecho por obra de la casualidad ni gratis, y que estamos ante manos expertas que conocen bien las debilidades y permisividades del sistema y sus actores.
La vilipendiada justicia recibe otro rudo golpe con este caso y la única manera de lograr cierta reivindicación es que las pesquisas, que tienen a más de una docena de funcionarios, tanto del Ministerio Público como de la Justicia y el Sistema Penitenciario bajo investigación y suspensión, establezcan responsabilidades y sanciones no sólo administrativas, sino penales, para todo aquel que resulte culpable, sin importar quien sea.
Urge hacer un inventario carcelario que triangule los internos con las sentencias porque la preocupación ante lo acontecido ya no es solo conocer qué pasó o quiénes estuvieron involucrados, sino, es saber cuántos casos ‘Quirinitos’ hemos tenido, y desde qué tiempo se están utilizando estas argucias para que a algunos vivos se les evadan las condenas.