Cuando el cáncer arrebata a mamá
Dicen que la muerte es lo único seguro en la vida, por ello, deberíamos ser conformistas con este hecho. Sin embargo, perder a la figura materna siempre será difícil de asimilar para cualquier ser humano. Si es complicado para un adulto con todas sus facultades emocionales y de razonamiento, ¿Cómo sería para un niño que todavía no tiene desarrollada la capacidad de entendimiento?
Y es que el cáncer de mama no perdona, arrebata la vida de muchas madres, dejando en la orfandad a sus pequeñas, quienes en muchas ocasiones se ven obligadas a madurar a temprana edad para convertirse en la figura femenina de la casa. Tal es el caso de Amelia Ramírez, quien tuvo que asumir las responsabilidades caseras con solo nueve años cuando esta terrible enfermedad apagó la luz de su progenitora.
El cáncer arrancó la vida de su madre, Rosa María Sosa Tejada, cuando faltaban 13 días para cumplir 10 años, y desde ese entonces tuvo que hacerse cargo de su hermanito, de 7 años.
Cuenta que ambos se quedaban solos en la casa y cuando llegaban del colegio tenían que comprar comida, porque su padre trabajaba y no tenía Ella saca un argumento positivo y es que, a pesar de que es difícil avanzar sin el amor y el apoyo de una madre, eso la ha convertido en un ser humano más fuerte y sensible. Además los recuerdos le han servido de inspiración para seguir adelante. tiempo para asumir los quehaceres.
“A pesar de que alguien se ‘encargaba’ de nosotros, yo tenía que ayudarlo a cambiarse, y a preparar su uniforme porque la persona de servicio no tenía la dedicación. Además, debía ayudarlo en las tareas y cuando no había quien ayudará en casa yo debía limpiar, lavar, hacer cena y demás”, afirma.
Según relata, verse obligada a tomar las riendas de la casa la ayudó a madurar antes de tiempo en algunos aspectos y a desarrollar un amor maternal por su hermano, “pero jamás queriendo asumir el papel de mi mamá porque ese lugar no lo ocupará nadie”.