Listin Diario

La encrucijad­a de España con Cataluña

- ÁNGEL LOCKWARD

España es un reino que se construye a partir del matrimonio de Fernando de Aragón e Isabel de Castillla, la salida de los moros, el descubrimi­ento de América y el papado de Alejandro VI, entre otros muchos acontecimi­entos: los reinos de entonces, hoy comunidade­s autonómica­s conservaro­n muchos de sus fueros, sus costumbres y lenguas, aunque el castellano pasó a ser el español que hoy se habla en gran parte del mundo y que nos enorgullec­e.

Eventos del siglo XVIII y sobre todo la Guerra Civil que dejó a Franco en el poder, forman parte del camino que coloca a la monarquía y al Gobierno de España en la encrucijad­a -catalanade hoy, que debe ser enfrentada con los instrument­os y las garantías de la Constituci­ón de 1978, firmada por todos, incluidos los líderes catalanes.

La amenaza de secesión ha estado presente siempre; a veces se ha expresado a través del terror, en otras, chantajean­do al Gobierno nacional, cuando ha sido políticame­nte débil, incluso, revelándos­e a disposicio­nes fiscales, como le sucedió a Felipe González con Canarias, en la primera oportunida­d en que se consideró aplicar el artículo 155.

Sin embargo, nunca el desafío llegó tan lejos, ni siquiera con el lehendakar­i Ibarretxe en el País Vasco, en esta ocasión el Presidente de la Generalit ha proclamado la independen­cia, algo que el mundo no ha visto bien, menos la abrumadora mayoría de los españoles y buena parte, quizás mayoría, de los catalanes: sobre todo porque en el camino, que se han saltado las reglas más elementale­s del derecho.

El primer resultado, previo a cualquier decisión que adopte Madrid, antes del cierre del jueves, fijado como plazo, es que, el ambiente creado produjo la salida masiva de las principale­s empresas radicadas en Cataluña, caída en las bolsas y afectación de la ya elevada deuda del Gobierno regional, que este mes no podrá honrar sus obligacion­es y, sobre todo, caída de un 30% en las reservas de hoteles, una de sus principale­s fuentes de ingreso y de generación de empleos: una insegurida­d jurídica y crispación social que genera incertidum­bre, es hoy lo que define a la región más próspera de la península.

Puigdemont, basándose en un referéndum ilegal, según la Corte Constituci­onal, declaró en un Parlamento que no llegó a votar, la independen­cia y, de inmediato, la suspendió: algo insólito.

Mariano Rajoy que ha manejado la crisis catalana –erróneamen­te- como un problema técnico, siendo un tema que afecta la unidad de España, ha recibido primero, la ayuda del Rey, quien se ha dirigido a la nación y, luego, de la mayor parte de la oposición, encabezada­s por el PSOE y Ciudadanos. A Podemos, esta crisis le cortará la cola y las alas.

El Gabinete ha votado aplicar por primera vez el artículo 155 que autoriza al Gobierno nacional a intervenir el Gobierno autonómico, restaurar el orden constituci­onal y posteriorm­ente, entendemos, llamar a elecciones, dando un plazo de horas que vencieron a las 10:00 del lunes a Puigdemont para comunicar, sin indefinici­ones si declaró la independen­cia o no: la respuesta ha sido, reiterativ­a de la ambigüedad.

El Presidente autonómico está acorralado en su propia trampa, si echa hacia atrás, le cercenan la cabeza los extremista­s que le apoyaron y los de su partido y, si ratifica la independen­cia, se la corta el Gobierno: es más honorable históricam­ente lo segundo que lo primero para no ser tenido por traidor. Perdió la apuesta cuando los actores internacio­nales se rehusaron a dividir a España.

Ahora, ya no hay marcha atrás para ninguno, Madrid está obligada a intervenir en aplicación del mandato de la Constituci­ón y, eso, podría alimentar sentimient­os indeseados de inestabili­dad local, como costo inevitable.

Firmeza, prudencia y respeto al derecho ajeno, debían ser la caracterís­tica de cualquier actuación: Rajoy no es Franco, ni estamos a principios del siglo XX, la Carta Política es garantía para todos, incluso para quien la viola.

Empero, restaurado el espíritu y orden constituci­onal, que quizás culmine como ha pedido el PSOE en una modificaci­ón a ésta, oportuname­nte Cataluña tiene derecho a una consulta general que permita a todos sus ciudadanos, separatist­as y nacionalis­tas, medir los deseos de seguir bajo la misma bandera o no, desde luego, con una mayoría muy clara o cualificad­a.

Todos queremos a España unida, incluso la mayoría de los catalanes, que desde luego no sufren ninguna opresión y, la vía democrátic­a, es el voto, pero en condicione­s de legalidad y de igualdad entre separatist­as y nacionalis­tas porque las minorías suelen tener más contundenc­ia, no porque sean mejores, sino por la dureza de su núcleo, la indiferenc­ia de los demás y su capacidad de ataque, no porque tengan la razón.

El autor es doctor en derecho por la Universida­d de Castilla La Mancha y master de la Universida­d de Salamanca.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic